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Columnista - 29 diciembre, 2023

‘El Mochuelo’ y ‘El Guacaó’

Eso es un exabrupto. No hay teoría ni historia que avale seriamente tal afirmación que es fruto de la falta de contraste producida por quienes pudieron hacerlo y lo omitieron. Creo que la autenticidad de la música que ellos crearon e interpretaron y que sonaba parecida a otra quedó sepultada debajo de las ganas de llegar a “rey vallenato”.  Eso fue costoso. 

Por: Jaime García Chadid.

Lo que en las próximas líneas trataré de expresar es una especie de lamento por la orfandad de la denominada música sabanera de acordeón porque, entre otros,  Adolfo Pacheco y Lizandro Meza, lamentablemente fallecidos, cabezas visibles de lo sabanero no ejercieron su liderazgo  como se debía  y más bien  se arrimaron acomodadamente   al alero de la música vallenata, produciendo confusión hasta el punto, para mi inaceptable, de  haberse llegado a incluir  lo sabanero como una especie de lo vallenato y entonces se habló del vallenato-sabanero. 

Eso es un exabrupto. No hay teoría ni historia que avale seriamente tal afirmación que es fruto de la falta de contraste producida por quienes pudieron hacerlo y lo omitieron. Creo que la autenticidad de la música que ellos crearon e interpretaron y que sonaba parecida a otra quedó sepultada debajo de las ganas de llegar a “rey vallenato”.  Eso fue costoso. 

Siempre quise decirles a los maestros sabaneros del acordeón que los tradicionales   segundos puestos obtenidos en el Festival Vallenato, eran la artimaña para seguir enganchando concursantes para que se prepararan para el próximo segundo puesto y argumentarles ¡con toda la razón! del mundo! que eso era así porque no habían podido dejar atrás el sabor sabanero. ¿Mejor?  ¿Peor? No, simplemente diferente. No quisieron y creo que no se quiere entender. 

Profesé y mantengo un sincero  respeto por el maestro Adolfo Pacheco Anillo, escuchar ‘El Mochuelo’,  una canción extraterrestre según Rosendo Romero, citado por Alfonso Hamburger, en reciente crónica,  ha sido una de mis mejores maneras de revivir bellos momentos en Los Montes de María, pero   me mostré inconforme con aquel porque habiendo sido de los más valiosos personeros de lo sabanero y monte mariano, no hizo ningún esfuerzo por evidenciar las  diferencias y  haber liderado y fortalecido lo suyo y por lo contrario se “entregó” a las mieles de ser clasificado como juglar vallenato. Creo que no necesitaba de eso. 

Y muere recientemente Lizandro Meza, hecho por demás luctuoso, lo que me aviva las inquietudes y revisando la avalancha de información sobre el suceso me tropiezo otro comentario en la precitada crónica que con mucho acierto se acerca al tema con más autoridad y la manera de asumirlo es tomando la canción ‘El saludo’ como base para su disertación y nos expresa que con ella Lizandro Meza dejó sentada las bases para que esa composición fuera el arquetipo de música sabanera.  Gran aporte, pero esa ave cantó en el desierto. 

Las notas de la música sabanera, igual que la vallenata, salen principalmente por los pitos de un acordeón, pero definitivamente no son lo mismo. Que alguien se luzca y lo exponga   con  más propiedad!!

En fin, esto que escribo lo hago prevalido de un inmenso respeto y admiración, pero no deja de ser un reclamo, un lamento…

Mientras tanto se seguirá creyendo equivocadamente que “la multa de cemento” será destinada para pavimentar el barrio ‘Gallo bueno’, ubicado al lado del Cañahuate y que ‘El Mochuelo’ y ‘El Guacaó’ trinan igual. Ya casi llega enero, esperemos a ver si Joche repite la hazaña.  Feliz año nuevo.

Columnista
29 diciembre, 2023

‘El Mochuelo’ y ‘El Guacaó’

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Jaime García Chadid.

Eso es un exabrupto. No hay teoría ni historia que avale seriamente tal afirmación que es fruto de la falta de contraste producida por quienes pudieron hacerlo y lo omitieron. Creo que la autenticidad de la música que ellos crearon e interpretaron y que sonaba parecida a otra quedó sepultada debajo de las ganas de llegar a “rey vallenato”.  Eso fue costoso. 


Por: Jaime García Chadid.

Lo que en las próximas líneas trataré de expresar es una especie de lamento por la orfandad de la denominada música sabanera de acordeón porque, entre otros,  Adolfo Pacheco y Lizandro Meza, lamentablemente fallecidos, cabezas visibles de lo sabanero no ejercieron su liderazgo  como se debía  y más bien  se arrimaron acomodadamente   al alero de la música vallenata, produciendo confusión hasta el punto, para mi inaceptable, de  haberse llegado a incluir  lo sabanero como una especie de lo vallenato y entonces se habló del vallenato-sabanero. 

Eso es un exabrupto. No hay teoría ni historia que avale seriamente tal afirmación que es fruto de la falta de contraste producida por quienes pudieron hacerlo y lo omitieron. Creo que la autenticidad de la música que ellos crearon e interpretaron y que sonaba parecida a otra quedó sepultada debajo de las ganas de llegar a “rey vallenato”.  Eso fue costoso. 

Siempre quise decirles a los maestros sabaneros del acordeón que los tradicionales   segundos puestos obtenidos en el Festival Vallenato, eran la artimaña para seguir enganchando concursantes para que se prepararan para el próximo segundo puesto y argumentarles ¡con toda la razón! del mundo! que eso era así porque no habían podido dejar atrás el sabor sabanero. ¿Mejor?  ¿Peor? No, simplemente diferente. No quisieron y creo que no se quiere entender. 

Profesé y mantengo un sincero  respeto por el maestro Adolfo Pacheco Anillo, escuchar ‘El Mochuelo’,  una canción extraterrestre según Rosendo Romero, citado por Alfonso Hamburger, en reciente crónica,  ha sido una de mis mejores maneras de revivir bellos momentos en Los Montes de María, pero   me mostré inconforme con aquel porque habiendo sido de los más valiosos personeros de lo sabanero y monte mariano, no hizo ningún esfuerzo por evidenciar las  diferencias y  haber liderado y fortalecido lo suyo y por lo contrario se “entregó” a las mieles de ser clasificado como juglar vallenato. Creo que no necesitaba de eso. 

Y muere recientemente Lizandro Meza, hecho por demás luctuoso, lo que me aviva las inquietudes y revisando la avalancha de información sobre el suceso me tropiezo otro comentario en la precitada crónica que con mucho acierto se acerca al tema con más autoridad y la manera de asumirlo es tomando la canción ‘El saludo’ como base para su disertación y nos expresa que con ella Lizandro Meza dejó sentada las bases para que esa composición fuera el arquetipo de música sabanera.  Gran aporte, pero esa ave cantó en el desierto. 

Las notas de la música sabanera, igual que la vallenata, salen principalmente por los pitos de un acordeón, pero definitivamente no son lo mismo. Que alguien se luzca y lo exponga   con  más propiedad!!

En fin, esto que escribo lo hago prevalido de un inmenso respeto y admiración, pero no deja de ser un reclamo, un lamento…

Mientras tanto se seguirá creyendo equivocadamente que “la multa de cemento” será destinada para pavimentar el barrio ‘Gallo bueno’, ubicado al lado del Cañahuate y que ‘El Mochuelo’ y ‘El Guacaó’ trinan igual. Ya casi llega enero, esperemos a ver si Joche repite la hazaña.  Feliz año nuevo.