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Columnista - 6 abril, 2021

El mítico José León Carrillo

Es realmente fascinante escribir sobre este histórico personaje, uno de los sólidos pilares que sentaron bases para que comenzara a edificarse la grandiosa estructura del folclor vallenato. Su sobrino, Rafael Andrés Carrillo, apasionado guardián de la memoria cultural atanquera y botánico de prestigio en las tierras del alfandoque, nos ilustra sobre cualquier aspecto de transcendencia […]

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Es realmente fascinante escribir sobre este histórico personaje, uno de los sólidos pilares que sentaron bases para que comenzara a edificarse la grandiosa estructura del folclor vallenato.

Su sobrino, Rafael Andrés Carrillo, apasionado guardián de la memoria cultural atanquera y botánico de prestigio en las tierras del alfandoque, nos ilustra sobre cualquier aspecto de transcendencia en la vida de este pueblo encantador, que aún conserva el glorioso pasado musical que sigue dándonos luces sobre los orígenes de nuestros aires folclóricos.

José León Carrillo fue uno de los ocho hermanos nacidos en el hogar formado por el sanjuanero Rafael Eugenio Carrillo y doña Teresa Mindiola, quien en Riohacha tuvo su tronco familiar. Él nació en el año 1865 en la vereda Rincón Abajo y allí permaneció durante su vida, pero toda su actividad social la realizaba en Atanquez.

Hasta el presente no se ha podido precisar quién trajo el primer acordeón al solar atanquero, pero hacia finales del siglo XIX un personaje que llegaba de La Guajira, conocido como ‘El Negro Monroy’, traía comercio por estos lados ofreciendo alambre de púa, láminas de zinc, clavos, aperos para bestias y también acordeones. Muchos años más adelante, don Jacob Luque continuó distribuyendo estos elementos, labor que extendió hasta Valledupar a través de ‘La Nueva Paciencia’, su recordada miscelánea.

José León era un hombre de color, bien parecido, enamoradizo y bebedor de primera talla, que montado en su caballo blanco le daba un par de vueltas al pueblo tocando el acordeón, anunciando que andaba de parranda y entonces en el sitio escogido se arremolinaba la gente que lo admiraba y animaba cuando desenroscaba el tornillo e’ máquina. Muchos vientres crecieron en sus constantes amoríos, pero fue un padre negado, me comentaba su sobrino Rafael Andrés, pues solo reconoció a Dolores Arias, la hija que engendró en el vientre de una dama conocida en el pueblo como ‘La Cafi’.

En sus largas y etílicas jornadas tocando su acordeón alegre, siempre fue acompañado por el cajero recordado como ‘Papa Rodríguez’, su paisano y su mejor amigo, fiel escudero en los duros enfrentamientos que sostuvo con Antonio Arias, su principal adversario, de gran destreza en la ejecución de pitos y bajos y que en ocasiones lo tuvo en calzas prietas.

Durante la guerra de los mil días, José León fue reclutado, pero por su condición de artista se mantuvo en el cuartel de San Juan del Cesar como vigilante, evitando el riesgo de ir al frente a defender su bandera, la de color azul.

José León Carrillo fue quien popularizó en estos lados de la gran comarca provinciana el canto del ‘Amor, Amor’, y pertenece, según el historiador Gutiérrez Hinojosa, a la primera generación de acordeoneros, aquellos nacidos entre 1850 y 1880, pero desafortunadamente su corta existencia truncada por el alcohol nos privó de muchísimos logros en pro de nuestro folclor, pues se despidió de este mundo el 22 de junio del año 1905, con tan solo cuarenta años de edad. Su nombre en letra de estilo está escrito en el historial del folclor que hoy representa el sentir musical de la nación.

Columnista
6 abril, 2021

El mítico José León Carrillo

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Julio C. Oñate M.

Es realmente fascinante escribir sobre este histórico personaje, uno de los sólidos pilares que sentaron bases para que comenzara a edificarse la grandiosa estructura del folclor vallenato. Su sobrino, Rafael Andrés Carrillo, apasionado guardián de la memoria cultural atanquera y botánico de prestigio en las tierras del alfandoque, nos ilustra sobre cualquier aspecto de transcendencia […]


Es realmente fascinante escribir sobre este histórico personaje, uno de los sólidos pilares que sentaron bases para que comenzara a edificarse la grandiosa estructura del folclor vallenato.

Su sobrino, Rafael Andrés Carrillo, apasionado guardián de la memoria cultural atanquera y botánico de prestigio en las tierras del alfandoque, nos ilustra sobre cualquier aspecto de transcendencia en la vida de este pueblo encantador, que aún conserva el glorioso pasado musical que sigue dándonos luces sobre los orígenes de nuestros aires folclóricos.

José León Carrillo fue uno de los ocho hermanos nacidos en el hogar formado por el sanjuanero Rafael Eugenio Carrillo y doña Teresa Mindiola, quien en Riohacha tuvo su tronco familiar. Él nació en el año 1865 en la vereda Rincón Abajo y allí permaneció durante su vida, pero toda su actividad social la realizaba en Atanquez.

Hasta el presente no se ha podido precisar quién trajo el primer acordeón al solar atanquero, pero hacia finales del siglo XIX un personaje que llegaba de La Guajira, conocido como ‘El Negro Monroy’, traía comercio por estos lados ofreciendo alambre de púa, láminas de zinc, clavos, aperos para bestias y también acordeones. Muchos años más adelante, don Jacob Luque continuó distribuyendo estos elementos, labor que extendió hasta Valledupar a través de ‘La Nueva Paciencia’, su recordada miscelánea.

José León era un hombre de color, bien parecido, enamoradizo y bebedor de primera talla, que montado en su caballo blanco le daba un par de vueltas al pueblo tocando el acordeón, anunciando que andaba de parranda y entonces en el sitio escogido se arremolinaba la gente que lo admiraba y animaba cuando desenroscaba el tornillo e’ máquina. Muchos vientres crecieron en sus constantes amoríos, pero fue un padre negado, me comentaba su sobrino Rafael Andrés, pues solo reconoció a Dolores Arias, la hija que engendró en el vientre de una dama conocida en el pueblo como ‘La Cafi’.

En sus largas y etílicas jornadas tocando su acordeón alegre, siempre fue acompañado por el cajero recordado como ‘Papa Rodríguez’, su paisano y su mejor amigo, fiel escudero en los duros enfrentamientos que sostuvo con Antonio Arias, su principal adversario, de gran destreza en la ejecución de pitos y bajos y que en ocasiones lo tuvo en calzas prietas.

Durante la guerra de los mil días, José León fue reclutado, pero por su condición de artista se mantuvo en el cuartel de San Juan del Cesar como vigilante, evitando el riesgo de ir al frente a defender su bandera, la de color azul.

José León Carrillo fue quien popularizó en estos lados de la gran comarca provinciana el canto del ‘Amor, Amor’, y pertenece, según el historiador Gutiérrez Hinojosa, a la primera generación de acordeoneros, aquellos nacidos entre 1850 y 1880, pero desafortunadamente su corta existencia truncada por el alcohol nos privó de muchísimos logros en pro de nuestro folclor, pues se despidió de este mundo el 22 de junio del año 1905, con tan solo cuarenta años de edad. Su nombre en letra de estilo está escrito en el historial del folclor que hoy representa el sentir musical de la nación.