Los eventos de lanzamiento de libros demuestran que el oficio de escritor sigue vigente, a pesar de la indiferencia con la que se le mira desde las administraciones locales y departamentales que parecen interesarse poco por la reconstrucción de la memoria oral, histórica y literaria de la región, pues si alguien sirve como intérprete de nuestra realidad es precisamente el escritor, quien se convierte en la voz de su tiempo, haciendo de su escritura una herramienta social y estética comprometida con la preservación de la identidad.
Por Óscar Ariza Daza
Los eventos de lanzamiento de libros demuestran que el oficio de escritor sigue vigente, a pesar de la indiferencia con la que se le mira desde las administraciones locales y departamentales que parecen interesarse poco por la reconstrucción de la memoria oral, histórica y literaria de la región, pues si alguien sirve como intérprete de nuestra realidad es precisamente el escritor, quien se convierte en la voz de su tiempo, haciendo de su escritura una herramienta social y estética comprometida con la preservación de la identidad.
Lastimosamente casi todas las destinaciones económicas para la conservación y fortalecimiento de la cultura local y regional van hacia festivales vallenatos, menospreciando otras expresiones culturales que hay a través de todo el departamento, tan válidas y tan nuestras como el vallenato.
El escritor literario es un verdadero investigador, porque sigue las pistas a todos los vestigios que pueden reconstruirse desde una percepción particular del mundo, siempre circunscrita a una conciencia colectiva de la que depende para poder contar la historia desde una perspectiva distinta.
El escritor, uno de los oficios de mayor valor en las sociedades modernas, porque representa la voz de los excluidos, paradójicamente es un excluido más en el departamento del Cesar, porque no hay políticas de apoyo, para el fomento de la escritura literaria que tanta falta hace a esta tierra.
Mientras en otras regiones como Antioquia, el Instituto de Cultura genera oportunidades para el desarrollo de aptitudes escriturales, a través de estímulos al talento creativo, otorgando importantes recursos para que los escritores se dediquen a escribir poesía, cuento, novela, ensayos entre otros, vergonzosamente aquí no funcionan los Consejos de cultura municipal ni departamental.
La Guajira, a través del Fondo Mixto de cultura impulsa y fomenta el oficio del escritor, auspiciando publicaciones, que redundan en beneficio de la educación y la cultura. De igual manera Bogotá, Valle, Boyacá y otros departamentos lo hacen, pero ni en el Cesar, ni en Valledupar existe una política definida de apoyo a escritores o investigadores de la literatura.
No hay fomento para la escritura literaria, ni investigativa, tampoco para las producciones culturales distintas al vallenato; y todavía seguimos preguntándonos por qué estamos posicionados en los peores puestos en educación en Colombia.
Los eventos de lanzamiento de libros demuestran que el oficio de escritor sigue vigente, a pesar de la indiferencia con la que se le mira desde las administraciones locales y departamentales que parecen interesarse poco por la reconstrucción de la memoria oral, histórica y literaria de la región, pues si alguien sirve como intérprete de nuestra realidad es precisamente el escritor, quien se convierte en la voz de su tiempo, haciendo de su escritura una herramienta social y estética comprometida con la preservación de la identidad.
Por Óscar Ariza Daza
Los eventos de lanzamiento de libros demuestran que el oficio de escritor sigue vigente, a pesar de la indiferencia con la que se le mira desde las administraciones locales y departamentales que parecen interesarse poco por la reconstrucción de la memoria oral, histórica y literaria de la región, pues si alguien sirve como intérprete de nuestra realidad es precisamente el escritor, quien se convierte en la voz de su tiempo, haciendo de su escritura una herramienta social y estética comprometida con la preservación de la identidad.
Lastimosamente casi todas las destinaciones económicas para la conservación y fortalecimiento de la cultura local y regional van hacia festivales vallenatos, menospreciando otras expresiones culturales que hay a través de todo el departamento, tan válidas y tan nuestras como el vallenato.
El escritor literario es un verdadero investigador, porque sigue las pistas a todos los vestigios que pueden reconstruirse desde una percepción particular del mundo, siempre circunscrita a una conciencia colectiva de la que depende para poder contar la historia desde una perspectiva distinta.
El escritor, uno de los oficios de mayor valor en las sociedades modernas, porque representa la voz de los excluidos, paradójicamente es un excluido más en el departamento del Cesar, porque no hay políticas de apoyo, para el fomento de la escritura literaria que tanta falta hace a esta tierra.
Mientras en otras regiones como Antioquia, el Instituto de Cultura genera oportunidades para el desarrollo de aptitudes escriturales, a través de estímulos al talento creativo, otorgando importantes recursos para que los escritores se dediquen a escribir poesía, cuento, novela, ensayos entre otros, vergonzosamente aquí no funcionan los Consejos de cultura municipal ni departamental.
La Guajira, a través del Fondo Mixto de cultura impulsa y fomenta el oficio del escritor, auspiciando publicaciones, que redundan en beneficio de la educación y la cultura. De igual manera Bogotá, Valle, Boyacá y otros departamentos lo hacen, pero ni en el Cesar, ni en Valledupar existe una política definida de apoyo a escritores o investigadores de la literatura.
No hay fomento para la escritura literaria, ni investigativa, tampoco para las producciones culturales distintas al vallenato; y todavía seguimos preguntándonos por qué estamos posicionados en los peores puestos en educación en Colombia.