¡Dios, Dios mío eres tú! ¡De madrugada te buscaré! Salmos 63,1. Con el texto del epígrafe, me propongo motivarte, por lo menos, en tres aspectos: Debemos buscar a Dios temprano, cuando aún somos jóvenes y tenemos fuerzas. Debemos buscarlo cuando los problemas recién aparecen en la superficie, no después de haber agotado todas las otras […]
¡Dios, Dios mío eres tú! ¡De madrugada te buscaré! Salmos 63,1. Con el texto del epígrafe, me propongo motivarte, por lo menos, en tres aspectos: Debemos buscar a Dios temprano, cuando aún somos jóvenes y tenemos fuerzas. Debemos buscarlo cuando los problemas recién aparecen en la superficie, no después de haber agotado todas las otras opciones. Es preferible buscarlo en las mañanas, porque el mañanero es mejor.
Para la mayoría, la mañana representa lo mejor de nosotros. Es el tiempo cuando nuestra mente está más despejada y atenta. También, puede ser el momento más valioso, en el sentido de que muchas demandas quieren atrapar nuestra atención en la mañana. El sol de las actividades y preocupaciones del día calientan nuestro ser y nos concentramos en tratar de solucionar o planear lo mejor posible el día.
Algunas personas son noctámbulas, no pueden madrugar y la noche es su mejor momento. ¡Buenísimo! Si la noche es su mejor momento, ¡Dele a Dios lo mejor! No creo que la vida íntima con Dios sea idéntica para todos. Cada persona es única y al Señor le encanta esa fragancia particular que emana de la individualidad. Así que, debemos darle a Dios esa parte del día que mejor funcione con nuestra personalidad y ocupación.
Queridos amigos: ¡Busquemos a Dios! Cuando hacemos devocional en la mañana, su palabra es más fresca y nos equipa para manejar mejor lo que sucede durante el día. Establecer un tiempo y un lugar para encontrarse con Dios nos ayuda a permanecer de pie ante las circunstancias variantes de la vida.
Por supuesto que, no podemos ser dogmáticos en esto, Isaac utilizó la quietud de la noche para meditar y orar a su Dios. Daniel oraba tres veces al día: mañana, mediodía y noche. David, desarrolló una vida de oración por la mañana temprano. El Señor Jesús también desarrolló un modelo de oración, temprano al levantarse. Y aunque el día anterior fuese extremadamente agitado, a la mañana siguiente, se levantaba, se iba a un lugar solitario y allí oraba.
Considero que ese tiempo y lugar secreto, de intimidad y comunión con Dios, es de capital importancia para todos aquellos que anhelan ser victoriosos en lo que hacen. Ese es el lugar donde la vida es incubada, donde germina la creatividad, donde se gesta la inspiración, donde el poder de Dios se filtra hacia nosotros y somos empoderados, revitalizados y energizados para hacer todo aquello que sea necesario hacer.
Los grandes personajes de la Biblia experimentaron ese dinamismo en su vida secreta de oración e intimidad con Dios. ¡Nosotros también podemos! Más allá de si es en la mañana o en la noche, lo verdaderamente importante es hacerlo con alegría y sencillez de corazón. ¡Démosle a Dios lo mejor de nuestro tiempo! ¡Él merece lo mejor de nosotros! Dios ha demostrado ser digno de nuestra confianza. Démosle lo mejor. ¡El mañanero es mejor! ¡Fuerte abrazo mañanero en Cristo!
¡Dios, Dios mío eres tú! ¡De madrugada te buscaré! Salmos 63,1. Con el texto del epígrafe, me propongo motivarte, por lo menos, en tres aspectos: Debemos buscar a Dios temprano, cuando aún somos jóvenes y tenemos fuerzas. Debemos buscarlo cuando los problemas recién aparecen en la superficie, no después de haber agotado todas las otras […]
¡Dios, Dios mío eres tú! ¡De madrugada te buscaré! Salmos 63,1. Con el texto del epígrafe, me propongo motivarte, por lo menos, en tres aspectos: Debemos buscar a Dios temprano, cuando aún somos jóvenes y tenemos fuerzas. Debemos buscarlo cuando los problemas recién aparecen en la superficie, no después de haber agotado todas las otras opciones. Es preferible buscarlo en las mañanas, porque el mañanero es mejor.
Para la mayoría, la mañana representa lo mejor de nosotros. Es el tiempo cuando nuestra mente está más despejada y atenta. También, puede ser el momento más valioso, en el sentido de que muchas demandas quieren atrapar nuestra atención en la mañana. El sol de las actividades y preocupaciones del día calientan nuestro ser y nos concentramos en tratar de solucionar o planear lo mejor posible el día.
Algunas personas son noctámbulas, no pueden madrugar y la noche es su mejor momento. ¡Buenísimo! Si la noche es su mejor momento, ¡Dele a Dios lo mejor! No creo que la vida íntima con Dios sea idéntica para todos. Cada persona es única y al Señor le encanta esa fragancia particular que emana de la individualidad. Así que, debemos darle a Dios esa parte del día que mejor funcione con nuestra personalidad y ocupación.
Queridos amigos: ¡Busquemos a Dios! Cuando hacemos devocional en la mañana, su palabra es más fresca y nos equipa para manejar mejor lo que sucede durante el día. Establecer un tiempo y un lugar para encontrarse con Dios nos ayuda a permanecer de pie ante las circunstancias variantes de la vida.
Por supuesto que, no podemos ser dogmáticos en esto, Isaac utilizó la quietud de la noche para meditar y orar a su Dios. Daniel oraba tres veces al día: mañana, mediodía y noche. David, desarrolló una vida de oración por la mañana temprano. El Señor Jesús también desarrolló un modelo de oración, temprano al levantarse. Y aunque el día anterior fuese extremadamente agitado, a la mañana siguiente, se levantaba, se iba a un lugar solitario y allí oraba.
Considero que ese tiempo y lugar secreto, de intimidad y comunión con Dios, es de capital importancia para todos aquellos que anhelan ser victoriosos en lo que hacen. Ese es el lugar donde la vida es incubada, donde germina la creatividad, donde se gesta la inspiración, donde el poder de Dios se filtra hacia nosotros y somos empoderados, revitalizados y energizados para hacer todo aquello que sea necesario hacer.
Los grandes personajes de la Biblia experimentaron ese dinamismo en su vida secreta de oración e intimidad con Dios. ¡Nosotros también podemos! Más allá de si es en la mañana o en la noche, lo verdaderamente importante es hacerlo con alegría y sencillez de corazón. ¡Démosle a Dios lo mejor de nuestro tiempo! ¡Él merece lo mejor de nosotros! Dios ha demostrado ser digno de nuestra confianza. Démosle lo mejor. ¡El mañanero es mejor! ¡Fuerte abrazo mañanero en Cristo!