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Columnista - 30 julio, 2020

El logro de especialización médica en Colombia

Un colega ya fallecido, me dijo: “por el cupo para que mi hijo médico se especialice me exigieron 60 millones de pesos y la matricula del primer semestre me costó 10 millones y son 6 semestres”. La realidad es que, en nuestro país, a los médicos -con especiales excepciones- conseguir cupo para cursar estudio de […]

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Un colega ya fallecido, me dijo: “por el cupo para que mi hijo médico se especialice me exigieron 60 millones de pesos y la matricula del primer semestre me costó 10 millones y son 6 semestres”.

La realidad es que, en nuestro país, a los médicos -con especiales excepciones- conseguir cupo para cursar estudio de especialización clínica, quirúrgica y radiológica siempre ha sido bien difícil. Como testimonio, cuento mi odisea en la consecución del cupo para especializarme en cirugía general.

Ejercí la medicina general por más de 6 años, después de que me desposé decidí especializarme, primer intento fallido, ni siquiera gané el examen que permite la opción de las entrevistas selectivas.  En el segundo pasé a las entrevistas, pero salí descalificado.

Alguien me informó que si no contaba con influencias nunca me aceptarían.  Recurrí a mi amigo el coronel comandante del Batallón Rondón, ubicado en Distracción, La Guajira. Él era muy cercano al Ministro de Defensa Nacional, entonces General del Ejército y, de veras, me recomendó tanto, que el General Ministro, enfáticamente me dijo que en esa ocasión le era imposible ayudarme, pero en la próxima escogencia sí, para hacer la especialización en el Hospital Militar, otrora institución prestigiosa en la formación de médicos especialistas.

En mi afán, volví a la Universidad del Valle de Cali, hablé confidencialmente con el doctor Armando Vernaza, quien era el jefe de cirugía en dicha entidad, y me apreciaba desde cuando fui estudiante de medicina.  Sorpresivamente, me dice: “José, estoy dispuesto a secundarte siempre y cuando apruebes el examen de admisión y además deberás tener patrocinio oficial durante el curso de la especialización.  Aprobé el examen, me entrevistaron y Vernaza me dijo que el día siguiente me informaría el resultado.

A primera hora llegué a su oficina, él con rictus de incertidumbre me expresa que la competencia por los cupos estaba reñida, sin más preámbulo, me dijo: “El único chance que tienes es que el gobernador del Cesar te recomiende telefónicamente con el gobernador del Valle del Cauca y para esto dispones del día de hoy”.

Apresuradamente fui a un servicio del extinto Telecom, me comuniqué con mi esposa y le dije que fuera inmediatamente a la gobernación acompañada de mi suegro, Guillermo Orozco Monsalvo, viejo amigo de ‘Pepe’ Castro, en aquel momento gobernador del Cesar, no estaba en la ciudad pero lo remplazaba Benjamín Costa, mi amigo de mayor confianza; seguramente, ‘Pepe’ Castro, hubiese procedido de igual manera, lo cierto es que Benjamín llamó al gobernador del Valle del Cauca y me recomendó haciendo énfasis en la necesidad de cirujanos especialistas en la ciudad de Valledupar. El doctor Vernaza me entregó la certificación de que la Universidad del Valle me había aceptado para cursar estudio de especialización en cirugía general y que requería patrocinio.

Con la ayuda de mi amiga Luz Marina Mora, enfermera especialista auxiliar del subdirector General de Salud del extinto ISS, doctor Rafael de Zubiría, quien posteriormente fue ministro y alcalde de Bogotá, me otorgan Comisión de Estudio para cursar la especialización, pero el subdirector Financiero del Extinto ISS la rechaza, porque en nuestro país había suficientes especialistas en cirugía general, lo que suscitó choque de poderes, por lo cual Zubiría me preguntó si yo tenía 3 amigos políticos de relevancia nacional que me reconocieran, yo le mencioné a Pepe Castro, Luis Roberto García y Aníbal Martínez Zuleta, año 1980. “Vamos acompáñame al despacho del Director General del ISS”, allí le explicó que yo era recomendado especial de las 3 personalidades antes mencionadas y el doctor Ernesto Holguín Beplat emitió la resolución concediéndome la comisión de estudio.

Columnista
30 julio, 2020

El logro de especialización médica en Colombia

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
José Romero Churio

Un colega ya fallecido, me dijo: “por el cupo para que mi hijo médico se especialice me exigieron 60 millones de pesos y la matricula del primer semestre me costó 10 millones y son 6 semestres”. La realidad es que, en nuestro país, a los médicos -con especiales excepciones- conseguir cupo para cursar estudio de […]


Un colega ya fallecido, me dijo: “por el cupo para que mi hijo médico se especialice me exigieron 60 millones de pesos y la matricula del primer semestre me costó 10 millones y son 6 semestres”.

La realidad es que, en nuestro país, a los médicos -con especiales excepciones- conseguir cupo para cursar estudio de especialización clínica, quirúrgica y radiológica siempre ha sido bien difícil. Como testimonio, cuento mi odisea en la consecución del cupo para especializarme en cirugía general.

Ejercí la medicina general por más de 6 años, después de que me desposé decidí especializarme, primer intento fallido, ni siquiera gané el examen que permite la opción de las entrevistas selectivas.  En el segundo pasé a las entrevistas, pero salí descalificado.

Alguien me informó que si no contaba con influencias nunca me aceptarían.  Recurrí a mi amigo el coronel comandante del Batallón Rondón, ubicado en Distracción, La Guajira. Él era muy cercano al Ministro de Defensa Nacional, entonces General del Ejército y, de veras, me recomendó tanto, que el General Ministro, enfáticamente me dijo que en esa ocasión le era imposible ayudarme, pero en la próxima escogencia sí, para hacer la especialización en el Hospital Militar, otrora institución prestigiosa en la formación de médicos especialistas.

En mi afán, volví a la Universidad del Valle de Cali, hablé confidencialmente con el doctor Armando Vernaza, quien era el jefe de cirugía en dicha entidad, y me apreciaba desde cuando fui estudiante de medicina.  Sorpresivamente, me dice: “José, estoy dispuesto a secundarte siempre y cuando apruebes el examen de admisión y además deberás tener patrocinio oficial durante el curso de la especialización.  Aprobé el examen, me entrevistaron y Vernaza me dijo que el día siguiente me informaría el resultado.

A primera hora llegué a su oficina, él con rictus de incertidumbre me expresa que la competencia por los cupos estaba reñida, sin más preámbulo, me dijo: “El único chance que tienes es que el gobernador del Cesar te recomiende telefónicamente con el gobernador del Valle del Cauca y para esto dispones del día de hoy”.

Apresuradamente fui a un servicio del extinto Telecom, me comuniqué con mi esposa y le dije que fuera inmediatamente a la gobernación acompañada de mi suegro, Guillermo Orozco Monsalvo, viejo amigo de ‘Pepe’ Castro, en aquel momento gobernador del Cesar, no estaba en la ciudad pero lo remplazaba Benjamín Costa, mi amigo de mayor confianza; seguramente, ‘Pepe’ Castro, hubiese procedido de igual manera, lo cierto es que Benjamín llamó al gobernador del Valle del Cauca y me recomendó haciendo énfasis en la necesidad de cirujanos especialistas en la ciudad de Valledupar. El doctor Vernaza me entregó la certificación de que la Universidad del Valle me había aceptado para cursar estudio de especialización en cirugía general y que requería patrocinio.

Con la ayuda de mi amiga Luz Marina Mora, enfermera especialista auxiliar del subdirector General de Salud del extinto ISS, doctor Rafael de Zubiría, quien posteriormente fue ministro y alcalde de Bogotá, me otorgan Comisión de Estudio para cursar la especialización, pero el subdirector Financiero del Extinto ISS la rechaza, porque en nuestro país había suficientes especialistas en cirugía general, lo que suscitó choque de poderes, por lo cual Zubiría me preguntó si yo tenía 3 amigos políticos de relevancia nacional que me reconocieran, yo le mencioné a Pepe Castro, Luis Roberto García y Aníbal Martínez Zuleta, año 1980. “Vamos acompáñame al despacho del Director General del ISS”, allí le explicó que yo era recomendado especial de las 3 personalidades antes mencionadas y el doctor Ernesto Holguín Beplat emitió la resolución concediéndome la comisión de estudio.