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Columnista - 23 julio, 2024

El libro sobre la medicina en el  Valle del Cesar y Ranchería

Al término de la tercera semana pasada del presente mes de julio, tuvo lugar en Valledupar, Hotel Sonesta, la quinta jornada de la Asociación Colombiana de Gastroenterología, presidida por el  médico Diego  Mauricio Aponte —este apellido también suele cursar en Boyacá—,  coordinada por el médico gastroenterólogo José Antonio Orozco Fernández y colegas.  Qué bueno, qué […]

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Al término de la tercera semana pasada del presente mes de julio, tuvo lugar en Valledupar, Hotel Sonesta, la quinta jornada de la Asociación Colombiana de Gastroenterología, presidida por el  médico Diego  Mauricio Aponte —este apellido también suele cursar en Boyacá—,  coordinada por el médico gastroenterólogo José Antonio Orozco Fernández y colegas.  Qué bueno, qué interesante y qué  conveniente para los habitantes de esta región del país, cuyo centro real  es  Valledupar.  Cada vez que un evento intelectual se desarrolla acá es el espíritu que despliega su presencia.  

Uno de los actos de dicha jornada fue el lanzamiento del libro a que se contrae el título de arriba. Se le ofrece el uso de la palabra al médico coloproctólogo Jorge Padrón Mercado, quien, en una noble sucinta pieza literaria, destacó los valores de la amistad con fraternidad  y de la ciencia médica que  a él y al autor los une desde hace más de 40 años. Fueron unos momentos en que los asistentes tuvimos la  oportunidad de interiorizar en nuestro ser los más altos sentimientos de la mente y corazón humanos. Yo gozo el favor de la amistad que me honra con este ilustre galeno.

La presentación del libro estuvo a cargo de su erudito autor, urumitero, médico gastroenterólogo y cirujano, Luciano Aponte López. Ya casi acercándose a los 90 años de vida como yo más que él,  agraciados ambos por la cepa común de una familia longeva.  Recuerdo que fue muy joven senador de la república —apenas rayaba los 30 años de edad exigidos como mínimo por la Constitución Nacional de la época—, por la circunscripción, entonces, del novel departamento de La Guajira. Lo hizo con brillo, pues se lo permitía su preparación intelectual profesional y  porque lleva en sus venas la sangre de sus mayores con vocación caritativa y de servicio público. 

Cumplida su tarea senatorial con éxitos, por su voluntad regresó al ejercicio profesional,  residenciándose con su familia en Valledupar. Aquí fue Director del Hospital Rosario Pumarejo de López, cuya labor ha sido reconocida como muy eficaz, habiéndonos contado en su amena charla,  divertidas anécdotas, salpicadas de buen humor, a propósito de su convivencia en el Hospital con pacientes y personal médico.

Años después, se retiró de aquéllas funciones, y continuó ejerciendo como médico particular,  hasta cuando resolvió trasladarse a Bogotá,  con dos finalidades: continuar su ejercicio profesional allá. Su consultorio acogió en la Fundación Santa Fe de Bogotá,  relevado ahora por su hijo médico, Pedro Nel Aponte Ordoñez. Y se empeñó en especializaciones médicas en Bogotá y en el exterior, en la ciencia de la gastroenterología.  Luciano es nuestro hito familiar. 

Pero vamos al libro con su nombre completo: Historia de la medicina en el Valle del Cesar y Ranchería – siglo XX,  y dos primeras décadas, siglo XXI.

Un libro omnicomprensivo de la realidad patológica y de las millonarias carencias de salubridad  en el territorio del aludido valle,  desde la imaginada curación del dolor  con toques de hierro candente en la  pared abdominal de los pacientes hasta la modernidad científica con que cuenta, por ejemplo, la Clínica Cardiovascular de Valledupar. Con picardía se interroga el expositor en su charla: ¿habremos progresado?

El libro registra, en todos los aspectos, el concepto cardinal  del autor, según el cual, para remediar la ignorancia y la falta de desarrollo humano e ingresar a este, la solución está en la educación. Acaso ha influido en él su propia experiencia personal y de otros y el hecho de que en una ala de su casa en Urumita, me insinúa mi hija Julieta, funciona hace muchísimo años una escuela para niños, llamada Jardín de la Santa Cruz de  Urumita, dirigida por nuestra parienta, Idalia López Morales, la que él estimula. 

[email protected]

Por: Rodrigo López Barros.

Columnista
23 julio, 2024

El libro sobre la medicina en el  Valle del Cesar y Ranchería

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Rodrigo López Barros

Al término de la tercera semana pasada del presente mes de julio, tuvo lugar en Valledupar, Hotel Sonesta, la quinta jornada de la Asociación Colombiana de Gastroenterología, presidida por el  médico Diego  Mauricio Aponte —este apellido también suele cursar en Boyacá—,  coordinada por el médico gastroenterólogo José Antonio Orozco Fernández y colegas.  Qué bueno, qué […]


Al término de la tercera semana pasada del presente mes de julio, tuvo lugar en Valledupar, Hotel Sonesta, la quinta jornada de la Asociación Colombiana de Gastroenterología, presidida por el  médico Diego  Mauricio Aponte —este apellido también suele cursar en Boyacá—,  coordinada por el médico gastroenterólogo José Antonio Orozco Fernández y colegas.  Qué bueno, qué interesante y qué  conveniente para los habitantes de esta región del país, cuyo centro real  es  Valledupar.  Cada vez que un evento intelectual se desarrolla acá es el espíritu que despliega su presencia.  

Uno de los actos de dicha jornada fue el lanzamiento del libro a que se contrae el título de arriba. Se le ofrece el uso de la palabra al médico coloproctólogo Jorge Padrón Mercado, quien, en una noble sucinta pieza literaria, destacó los valores de la amistad con fraternidad  y de la ciencia médica que  a él y al autor los une desde hace más de 40 años. Fueron unos momentos en que los asistentes tuvimos la  oportunidad de interiorizar en nuestro ser los más altos sentimientos de la mente y corazón humanos. Yo gozo el favor de la amistad que me honra con este ilustre galeno.

La presentación del libro estuvo a cargo de su erudito autor, urumitero, médico gastroenterólogo y cirujano, Luciano Aponte López. Ya casi acercándose a los 90 años de vida como yo más que él,  agraciados ambos por la cepa común de una familia longeva.  Recuerdo que fue muy joven senador de la república —apenas rayaba los 30 años de edad exigidos como mínimo por la Constitución Nacional de la época—, por la circunscripción, entonces, del novel departamento de La Guajira. Lo hizo con brillo, pues se lo permitía su preparación intelectual profesional y  porque lleva en sus venas la sangre de sus mayores con vocación caritativa y de servicio público. 

Cumplida su tarea senatorial con éxitos, por su voluntad regresó al ejercicio profesional,  residenciándose con su familia en Valledupar. Aquí fue Director del Hospital Rosario Pumarejo de López, cuya labor ha sido reconocida como muy eficaz, habiéndonos contado en su amena charla,  divertidas anécdotas, salpicadas de buen humor, a propósito de su convivencia en el Hospital con pacientes y personal médico.

Años después, se retiró de aquéllas funciones, y continuó ejerciendo como médico particular,  hasta cuando resolvió trasladarse a Bogotá,  con dos finalidades: continuar su ejercicio profesional allá. Su consultorio acogió en la Fundación Santa Fe de Bogotá,  relevado ahora por su hijo médico, Pedro Nel Aponte Ordoñez. Y se empeñó en especializaciones médicas en Bogotá y en el exterior, en la ciencia de la gastroenterología.  Luciano es nuestro hito familiar. 

Pero vamos al libro con su nombre completo: Historia de la medicina en el Valle del Cesar y Ranchería – siglo XX,  y dos primeras décadas, siglo XXI.

Un libro omnicomprensivo de la realidad patológica y de las millonarias carencias de salubridad  en el territorio del aludido valle,  desde la imaginada curación del dolor  con toques de hierro candente en la  pared abdominal de los pacientes hasta la modernidad científica con que cuenta, por ejemplo, la Clínica Cardiovascular de Valledupar. Con picardía se interroga el expositor en su charla: ¿habremos progresado?

El libro registra, en todos los aspectos, el concepto cardinal  del autor, según el cual, para remediar la ignorancia y la falta de desarrollo humano e ingresar a este, la solución está en la educación. Acaso ha influido en él su propia experiencia personal y de otros y el hecho de que en una ala de su casa en Urumita, me insinúa mi hija Julieta, funciona hace muchísimo años una escuela para niños, llamada Jardín de la Santa Cruz de  Urumita, dirigida por nuestra parienta, Idalia López Morales, la que él estimula. 

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Por: Rodrigo López Barros.