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Columnista - 25 enero, 2016

El Instituto Cardiovascular del Cesar

Las columnas o artículos de opinión tienen como objetivo principal orientar a la opinión pública; al principio teníamos la rigidez de no tocar temas personales, pero poco a poco muchos fueron tomando la libertad de hacerlo, yo entre ellos. Otros columnistas usan el espacio que concede el periódico para criticar, la crítica es buena, ya […]

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Las columnas o artículos de opinión tienen como objetivo principal orientar a la opinión pública; al principio teníamos la rigidez de no tocar temas personales, pero poco a poco muchos fueron tomando la libertad de hacerlo, yo entre ellos. Otros columnistas usan el espacio que concede el periódico para criticar, la crítica es buena, ya se sabe, especialmente cuando se basa en hechos ciertos y que pueden dañar a la comunidad, pero como se critica también hay que alabar lo bueno, hoy resalto la existencia de una institución muy importante.

Hay gente que no sabe que existe, para orgullo de Valledupar y de la región, el Instituto Cardiovascular del Cesar, lo conocí hace poco cuando me trataron una molestia de la que afortunadamente salí bien librada. Es un ente de salud en el que prima el profesionalismo en todo el personal que allí trabaja; la primera grata sorpresa es la amabilidad de las enfermeras, siempre sonrientes, atentas; y la mística que le imprimen a su labor los médicos, en fin, es un instituto que no tiene nada que envidiarle a ninguno de otra ciudad; una enfermera me dijo, con voz queda: es el mejor de toda la Costa.

Se realizan cirugías de alta complejidad, procedimientos importantes con especialistas nuestros y de la región. El dieciocho de diciembre recibió una honrosa distinción en los reconocimientos Julio Villazón Baquero, que realiza anualmente la Cámara de Comercio de Valledupar; el llamado a recibirlo fue el doctor Julio Emiro Pérez Pérez; de él en especial, quiero comentar.

El doctor Pérez, motor cotidiano del Instituto, así lo veo yo y muchos con los que he comentado, es un médico de los que ya es difícil encontrar: sus pacientes están por encima de todo hasta el punto de que he sido testigo de que deja el consultorio, cuando llega un enfermo con un malestar preocupante y lo lleva él mismo, afanoso, al Instituto o a la clínica que corresponda; previene y no se quita del lado del paciente, hasta cuando llega un familiar que él mismo ha llamado.

El doctor Julio Pérez se hace cómplice del enfermo para, entre ambos, luchar contra el mal que aqueja; anima, siempre pendiente de la evolución del enfermo y su sonrisa es garantía para que el paciente se sienta seguro de que se va a salir adelante; eso es vocación, eso es servicio, eso es generosidad.

Muy merecido el galardón para el Instituto Cardiovascular del Cesar en donde la mayoría de los doctores despliegan su interés por la salud del enfermo con sapiencia, preparados para las diarias eventualidades que llegan a un sitio en el que van los enfermos llenos de esperanza en busca de salud.

Hay que apoyar al Instituto, destacarlo, conocerlo. Dirán, porque aquí siempre dicen, que es una entidad privada, sí, pero es nuestra también, es del Valle, es de buena parte de la región Caribe. En buena hora fue creado.

Columnista
25 enero, 2016

El Instituto Cardiovascular del Cesar

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Mary Daza Orozco

Las columnas o artículos de opinión tienen como objetivo principal orientar a la opinión pública; al principio teníamos la rigidez de no tocar temas personales, pero poco a poco muchos fueron tomando la libertad de hacerlo, yo entre ellos. Otros columnistas usan el espacio que concede el periódico para criticar, la crítica es buena, ya […]


Las columnas o artículos de opinión tienen como objetivo principal orientar a la opinión pública; al principio teníamos la rigidez de no tocar temas personales, pero poco a poco muchos fueron tomando la libertad de hacerlo, yo entre ellos. Otros columnistas usan el espacio que concede el periódico para criticar, la crítica es buena, ya se sabe, especialmente cuando se basa en hechos ciertos y que pueden dañar a la comunidad, pero como se critica también hay que alabar lo bueno, hoy resalto la existencia de una institución muy importante.

Hay gente que no sabe que existe, para orgullo de Valledupar y de la región, el Instituto Cardiovascular del Cesar, lo conocí hace poco cuando me trataron una molestia de la que afortunadamente salí bien librada. Es un ente de salud en el que prima el profesionalismo en todo el personal que allí trabaja; la primera grata sorpresa es la amabilidad de las enfermeras, siempre sonrientes, atentas; y la mística que le imprimen a su labor los médicos, en fin, es un instituto que no tiene nada que envidiarle a ninguno de otra ciudad; una enfermera me dijo, con voz queda: es el mejor de toda la Costa.

Se realizan cirugías de alta complejidad, procedimientos importantes con especialistas nuestros y de la región. El dieciocho de diciembre recibió una honrosa distinción en los reconocimientos Julio Villazón Baquero, que realiza anualmente la Cámara de Comercio de Valledupar; el llamado a recibirlo fue el doctor Julio Emiro Pérez Pérez; de él en especial, quiero comentar.

El doctor Pérez, motor cotidiano del Instituto, así lo veo yo y muchos con los que he comentado, es un médico de los que ya es difícil encontrar: sus pacientes están por encima de todo hasta el punto de que he sido testigo de que deja el consultorio, cuando llega un enfermo con un malestar preocupante y lo lleva él mismo, afanoso, al Instituto o a la clínica que corresponda; previene y no se quita del lado del paciente, hasta cuando llega un familiar que él mismo ha llamado.

El doctor Julio Pérez se hace cómplice del enfermo para, entre ambos, luchar contra el mal que aqueja; anima, siempre pendiente de la evolución del enfermo y su sonrisa es garantía para que el paciente se sienta seguro de que se va a salir adelante; eso es vocación, eso es servicio, eso es generosidad.

Muy merecido el galardón para el Instituto Cardiovascular del Cesar en donde la mayoría de los doctores despliegan su interés por la salud del enfermo con sapiencia, preparados para las diarias eventualidades que llegan a un sitio en el que van los enfermos llenos de esperanza en busca de salud.

Hay que apoyar al Instituto, destacarlo, conocerlo. Dirán, porque aquí siempre dicen, que es una entidad privada, sí, pero es nuestra también, es del Valle, es de buena parte de la región Caribe. En buena hora fue creado.