Nos sigue preocupando el manejo de la alimentación que diariamente se les proporciona a los niños en los hogares infantiles y centros de desarrollo infantil (CDI) del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) en Valledupar. Después de conocer sobre los tres brotes de intoxicaciones masivas registrados en los últimos ocho días, conocimos los alarmantes resultados […]
Nos sigue preocupando el manejo de la alimentación que diariamente se les proporciona a los niños en los hogares infantiles y centros de desarrollo infantil (CDI) del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) en Valledupar. Después de conocer sobre los tres brotes de intoxicaciones masivas registrados en los últimos ocho días, conocimos los alarmantes resultados de las inspecciones sorpresa que la Secretaría de Salud Municipal realizó el miércoles a seis hogares en el barrio Villa Corelca, sector donde se registró la más reciente calamidad.
Infraestructuras inadecuadas, falta de higiene y proveedores no certificados, hacen parte de los hallazgos de las autoridades que suspendieron provisionalmente el suministro alimentos en algunos de los hogares de atención a la primera infancia. En la mayoría de las casas donde funcionan los hogares infantiles no hay filtros de agua, otro riesgo latente.
De buena fuente, conocimos que el ICBF solo paga 2.815 pesos diarios para la alimentación de cada niño en dicho hogares; cifra insignificante para incluir desayuno, almuerzo y merienda, cumpliendo con el aporte nutricional estipulado en las minutas de la entidad. Este valor irrisorio podría estar llevando a los proveedores a comprar productos de baja calidad, lo cual es imperdonable.
El día de la emergencia en Villa Corelca, el pasado martes, los niños desayunaron guineo verde con queso, y ese producto lácteo, sin ninguna certificación sanitaria, es por el momento el principal sospechoso de haber originado la intoxicación de por lo menos 15 menores.
En esta situación hay responsabilidad compartida. La Asociación Occidente 1 de Villa Corelca es el operador del contrato que provee de alimentos a los hogares infantiles de ese barrio, por lo que su idoneidad debe ser revisada para garantizar que no siguen en riesgo los menores.
En el editorial del pasado miércoles exigimos un pronunciamiento del ICBF para que explicara a la opinión pública lo que está sucediendo con los alimentos, y destacamos que al día siguiente respondió.
El ICBF anunció que realizará visitas a las demás unidades de servicio, operadores y proveedores para verificar que el proceso de almacenamiento y manipulación de los alimentos se realice bajo estrictos controles y cumpla con los estándares de calidad establecidos por el Instituto. Además, les solicitó a las administradoras de servicios suspender provisionalmente el suministro y consumo de productos lácteos y sus derivados en las minutas de alimentos de las distintas modalidades de atención a la primera infancia, reemplazándolo por otro que brinde el mismo aporte nutricional a los niños. También programó reuniones con el talento humano de las unidades de servicio, los operadores y proveedores de los servicios de atención a la primera infancia, con el fin de evitar que se vuelvan a repetir este tipo situaciones.
Por fortuna los casos no pasaron a mayores. Ya hay suficientes campanazos de alerta para que las autoridades competentes velen por la calidad del servicio de alimentación a los niños y empiecen las investigaciones para sancionar a quienes hayan incurrido en las prácticas que pusieron en riesgo la integridad de los menores atendidos en los hogares y CDI.
Nos sigue preocupando el manejo de la alimentación que diariamente se les proporciona a los niños en los hogares infantiles y centros de desarrollo infantil (CDI) del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) en Valledupar. Después de conocer sobre los tres brotes de intoxicaciones masivas registrados en los últimos ocho días, conocimos los alarmantes resultados […]
Nos sigue preocupando el manejo de la alimentación que diariamente se les proporciona a los niños en los hogares infantiles y centros de desarrollo infantil (CDI) del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) en Valledupar. Después de conocer sobre los tres brotes de intoxicaciones masivas registrados en los últimos ocho días, conocimos los alarmantes resultados de las inspecciones sorpresa que la Secretaría de Salud Municipal realizó el miércoles a seis hogares en el barrio Villa Corelca, sector donde se registró la más reciente calamidad.
Infraestructuras inadecuadas, falta de higiene y proveedores no certificados, hacen parte de los hallazgos de las autoridades que suspendieron provisionalmente el suministro alimentos en algunos de los hogares de atención a la primera infancia. En la mayoría de las casas donde funcionan los hogares infantiles no hay filtros de agua, otro riesgo latente.
De buena fuente, conocimos que el ICBF solo paga 2.815 pesos diarios para la alimentación de cada niño en dicho hogares; cifra insignificante para incluir desayuno, almuerzo y merienda, cumpliendo con el aporte nutricional estipulado en las minutas de la entidad. Este valor irrisorio podría estar llevando a los proveedores a comprar productos de baja calidad, lo cual es imperdonable.
El día de la emergencia en Villa Corelca, el pasado martes, los niños desayunaron guineo verde con queso, y ese producto lácteo, sin ninguna certificación sanitaria, es por el momento el principal sospechoso de haber originado la intoxicación de por lo menos 15 menores.
En esta situación hay responsabilidad compartida. La Asociación Occidente 1 de Villa Corelca es el operador del contrato que provee de alimentos a los hogares infantiles de ese barrio, por lo que su idoneidad debe ser revisada para garantizar que no siguen en riesgo los menores.
En el editorial del pasado miércoles exigimos un pronunciamiento del ICBF para que explicara a la opinión pública lo que está sucediendo con los alimentos, y destacamos que al día siguiente respondió.
El ICBF anunció que realizará visitas a las demás unidades de servicio, operadores y proveedores para verificar que el proceso de almacenamiento y manipulación de los alimentos se realice bajo estrictos controles y cumpla con los estándares de calidad establecidos por el Instituto. Además, les solicitó a las administradoras de servicios suspender provisionalmente el suministro y consumo de productos lácteos y sus derivados en las minutas de alimentos de las distintas modalidades de atención a la primera infancia, reemplazándolo por otro que brinde el mismo aporte nutricional a los niños. También programó reuniones con el talento humano de las unidades de servicio, los operadores y proveedores de los servicios de atención a la primera infancia, con el fin de evitar que se vuelvan a repetir este tipo situaciones.
Por fortuna los casos no pasaron a mayores. Ya hay suficientes campanazos de alerta para que las autoridades competentes velen por la calidad del servicio de alimentación a los niños y empiecen las investigaciones para sancionar a quienes hayan incurrido en las prácticas que pusieron en riesgo la integridad de los menores atendidos en los hogares y CDI.