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Columnista - 17 marzo, 2021

El hombre que hizo a Cristo

Valledupar se estremece en la proximidad de la semana mayor. Un hombre sin proponérselo saltó del anonimato a la fama por cuenta de una creación maravillosa: de un viejo árbol en el Parque de las Madres hizo la imagen de Cristo. Esto tiene a muchos admirando el gran talento del artista, pero a otros refugiándose […]

Valledupar se estremece en la proximidad de la semana mayor. Un hombre sin proponérselo saltó del anonimato a la fama por cuenta de una creación maravillosa: de un viejo árbol en el Parque de las Madres hizo la imagen de Cristo. Esto tiene a muchos admirando el gran talento del artista, pero a otros refugiándose en su fanatismo, haciendo gala de su odio y extremismo, descalificando esta obra que le está dando vida a ese sector del Cementerio Central.

Pedro se elevó sobre todos nosotros, fueron suficientes unas cuantas herramientas viejas, su ropa gastada y la pasión que queda oculta bajo el vicio que por mucho tiempo lo domina, así como a todos nos dominan muchos vicios, pero esta sociedad solo condena a los demás, porque los demonios nuestros los guardamos en casa donde nadie nos ve y nos revolcamos en ellos. 

Esa destreza solo Dios pudo ponerla en las manos de este hombre, incluso para hacerle una imagen. Es su forma de expresar su plegaria por las penas, por los pecados cometidos; las iglesias de todo tipo están tan acabadas por dentro, aplastadas por los abusos a menores y otras por robar a los fieles el 10 %, que avanzan propagando la ignorancia basada en sus dogmas y doctrinas, desconociendo que la única forma de convivir en esta sociedad es respetando las diferencias, eso es lo que propicia el Estado laico, pero no les gusta, solo luchan por la supremacía de una manera de pensar, lo que ellos llaman la verdad. Sorpresa, eso no existe.

Lo que existe es la compasión, ese sentimiento que nos permite estar al mismo nivel del otro, para comprenderlo, perdonarlo y aceptarlo. Lo hecho por Pedro demuestra que obras como la Casa en el Aire, el Estadio de Valledupar, la remodelación de la Plaza Alfonso López y lo que se avecina con el Centro Cultural de la Música Vallenata, no son más que símbolos de la corrupción y despilfarro de las últimas administraciones; un viejo árbol y unas humildes manos nos permiten comprender que el ingenio es suficiente para que esta ciudad sea centro de la cultura en sus distintas formas, pero que ironía, ahora muchos artistas reclaman la atención que les roba Pedro, argumentan que participan en convocatorias y no las ganan, que no los ayudan,  pueden reclamar, pero no sean tan bajos en desconocer la grandeza en lo que hace Pedro con su Cristo.

Pedro tiene derecho a sus cinco minutos de fama, Dios lo mire y le conceda más tiempo para sorprendernos con otras obras y con el ánimo para superar su problema. Aquellos que rechazan al Cristo creado por Pedro, solo ignórenlo, nadie se los impone, pero si claman porque el hombre abandone su adicción, ser tolerantes es un inicio. Rechazar a los demás y sus talentos por razones religiosas es la discriminación más asquerosa que nos conduce a soltar la mano de aquellos que piden un espacio entre nosotros.

Columnista
17 marzo, 2021

El hombre que hizo a Cristo

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Carlos Andrés Añez Maestre

Valledupar se estremece en la proximidad de la semana mayor. Un hombre sin proponérselo saltó del anonimato a la fama por cuenta de una creación maravillosa: de un viejo árbol en el Parque de las Madres hizo la imagen de Cristo. Esto tiene a muchos admirando el gran talento del artista, pero a otros refugiándose […]


Valledupar se estremece en la proximidad de la semana mayor. Un hombre sin proponérselo saltó del anonimato a la fama por cuenta de una creación maravillosa: de un viejo árbol en el Parque de las Madres hizo la imagen de Cristo. Esto tiene a muchos admirando el gran talento del artista, pero a otros refugiándose en su fanatismo, haciendo gala de su odio y extremismo, descalificando esta obra que le está dando vida a ese sector del Cementerio Central.

Pedro se elevó sobre todos nosotros, fueron suficientes unas cuantas herramientas viejas, su ropa gastada y la pasión que queda oculta bajo el vicio que por mucho tiempo lo domina, así como a todos nos dominan muchos vicios, pero esta sociedad solo condena a los demás, porque los demonios nuestros los guardamos en casa donde nadie nos ve y nos revolcamos en ellos. 

Esa destreza solo Dios pudo ponerla en las manos de este hombre, incluso para hacerle una imagen. Es su forma de expresar su plegaria por las penas, por los pecados cometidos; las iglesias de todo tipo están tan acabadas por dentro, aplastadas por los abusos a menores y otras por robar a los fieles el 10 %, que avanzan propagando la ignorancia basada en sus dogmas y doctrinas, desconociendo que la única forma de convivir en esta sociedad es respetando las diferencias, eso es lo que propicia el Estado laico, pero no les gusta, solo luchan por la supremacía de una manera de pensar, lo que ellos llaman la verdad. Sorpresa, eso no existe.

Lo que existe es la compasión, ese sentimiento que nos permite estar al mismo nivel del otro, para comprenderlo, perdonarlo y aceptarlo. Lo hecho por Pedro demuestra que obras como la Casa en el Aire, el Estadio de Valledupar, la remodelación de la Plaza Alfonso López y lo que se avecina con el Centro Cultural de la Música Vallenata, no son más que símbolos de la corrupción y despilfarro de las últimas administraciones; un viejo árbol y unas humildes manos nos permiten comprender que el ingenio es suficiente para que esta ciudad sea centro de la cultura en sus distintas formas, pero que ironía, ahora muchos artistas reclaman la atención que les roba Pedro, argumentan que participan en convocatorias y no las ganan, que no los ayudan,  pueden reclamar, pero no sean tan bajos en desconocer la grandeza en lo que hace Pedro con su Cristo.

Pedro tiene derecho a sus cinco minutos de fama, Dios lo mire y le conceda más tiempo para sorprendernos con otras obras y con el ánimo para superar su problema. Aquellos que rechazan al Cristo creado por Pedro, solo ignórenlo, nadie se los impone, pero si claman porque el hombre abandone su adicción, ser tolerantes es un inicio. Rechazar a los demás y sus talentos por razones religiosas es la discriminación más asquerosa que nos conduce a soltar la mano de aquellos que piden un espacio entre nosotros.