Hace ocho días el mundo vallenato se sumergió en las profundidades del folclor del Valle del Cacique Upar. Con un foro académico que trató sobre la dinastía López, homenajeadas en esta versión, su historia y su legado, comenzó la fiesta que tuvo como preámbulo los desfiles de piloneros infantiles y de adultos. La noche de […]
Hace ocho días el mundo vallenato se sumergió en las profundidades del folclor del Valle del Cacique Upar. Con un foro académico que trató sobre la dinastía López, homenajeadas en esta versión, su historia y su legado, comenzó la fiesta que tuvo como preámbulo los desfiles de piloneros infantiles y de adultos.
La noche de la inauguración se destacó con el cálido homenaje a esta familia tan representativa en el folclor vallenato, demostrando en tarima por qué se merecían tan noble y especial homenaje. Sin duda los López son grandes.
Después de una fiesta tan grande quedan varias conclusiones para una ciudad como Valledupar que se precia de ser la capital mundial del vallenato. Lo bueno del Festival es que se reconfirmó que sigue siendo la máxima fiesta del folclor vallenato que atrae a miles de seguidores y reactiva la economía local. Hoy podemos decir que el Festival se vive en toda la ciudad con diversos eventos y escenarios para todo público.
Lo malo es que se sigue improvisando en temas de movilidad, que llevan a la ciudad al caos. A pesar de que las autoridades locales anunciaron sendos planes para mejorar y controlar el flujo vehicular, se notó una gran descoordinación en los sitios aledaños donde se realizaron los diferentes concursos del Festival. Los alrededores de la plaza Alfonso López, por ejemplo, fue uno de ellos. La presencia policial fue tímida.
El aseo de la ciudad es otro punto que opaca la fiesta. Faltan canecas de basura en la ciudad. La capacidad de reacción para atender la limpieza de una ciudad con tanto movimiento, no es la mejor. Valledupar ayer lucía sucia. A esto le sumamos la ausencia de puntos de información a turistas, quienes deben usar la ‘malicia indígena’ para desenvolverse en una ciudad ajena a ellos, por lo que son asaltados en su buena fe por los taxistas que abusan con las tarifas. No hay quién controle esto.
Definitivamente el componente de seguridad se rajó. Las oficinas de las empresas de telefonía móvil tuvieron buen trabajo en Festival por los numerosos casos de hurto de celulares, muchas de las víctimas hicieron fila para poner la denuncia, pero la misma demanda obligó a algunos a desistir de la idea. Seguimos en una ciudad débil en seguridad, tanto que hubo más de un amante del vallenato estafado con los arriendos de supuestas casas para alojarse durante los días de la fiesta que al final se trataba de un engaño, y con la falsificación de boletas para ingresar a los espectáculos programados en el Parque de la Leyenda Vallenata, en los clubes y fiestas privadas.
Aún hay mucho que mejorar. Valledupar debe prepararse mejor para el Festival, si no, nos seguirán viendo como un pueblo parrandero y no como una ciudad competitiva.
Hace ocho días el mundo vallenato se sumergió en las profundidades del folclor del Valle del Cacique Upar. Con un foro académico que trató sobre la dinastía López, homenajeadas en esta versión, su historia y su legado, comenzó la fiesta que tuvo como preámbulo los desfiles de piloneros infantiles y de adultos. La noche de […]
Hace ocho días el mundo vallenato se sumergió en las profundidades del folclor del Valle del Cacique Upar. Con un foro académico que trató sobre la dinastía López, homenajeadas en esta versión, su historia y su legado, comenzó la fiesta que tuvo como preámbulo los desfiles de piloneros infantiles y de adultos.
La noche de la inauguración se destacó con el cálido homenaje a esta familia tan representativa en el folclor vallenato, demostrando en tarima por qué se merecían tan noble y especial homenaje. Sin duda los López son grandes.
Después de una fiesta tan grande quedan varias conclusiones para una ciudad como Valledupar que se precia de ser la capital mundial del vallenato. Lo bueno del Festival es que se reconfirmó que sigue siendo la máxima fiesta del folclor vallenato que atrae a miles de seguidores y reactiva la economía local. Hoy podemos decir que el Festival se vive en toda la ciudad con diversos eventos y escenarios para todo público.
Lo malo es que se sigue improvisando en temas de movilidad, que llevan a la ciudad al caos. A pesar de que las autoridades locales anunciaron sendos planes para mejorar y controlar el flujo vehicular, se notó una gran descoordinación en los sitios aledaños donde se realizaron los diferentes concursos del Festival. Los alrededores de la plaza Alfonso López, por ejemplo, fue uno de ellos. La presencia policial fue tímida.
El aseo de la ciudad es otro punto que opaca la fiesta. Faltan canecas de basura en la ciudad. La capacidad de reacción para atender la limpieza de una ciudad con tanto movimiento, no es la mejor. Valledupar ayer lucía sucia. A esto le sumamos la ausencia de puntos de información a turistas, quienes deben usar la ‘malicia indígena’ para desenvolverse en una ciudad ajena a ellos, por lo que son asaltados en su buena fe por los taxistas que abusan con las tarifas. No hay quién controle esto.
Definitivamente el componente de seguridad se rajó. Las oficinas de las empresas de telefonía móvil tuvieron buen trabajo en Festival por los numerosos casos de hurto de celulares, muchas de las víctimas hicieron fila para poner la denuncia, pero la misma demanda obligó a algunos a desistir de la idea. Seguimos en una ciudad débil en seguridad, tanto que hubo más de un amante del vallenato estafado con los arriendos de supuestas casas para alojarse durante los días de la fiesta que al final se trataba de un engaño, y con la falsificación de boletas para ingresar a los espectáculos programados en el Parque de la Leyenda Vallenata, en los clubes y fiestas privadas.
Aún hay mucho que mejorar. Valledupar debe prepararse mejor para el Festival, si no, nos seguirán viendo como un pueblo parrandero y no como una ciudad competitiva.