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Columnista - 26 agosto, 2022

El gozo de ser conocido

Aquel que me conoce mejor, me ama más. ¡Dios me conoce más y me comprende mejor! ¡déjate conocer por Dios!

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“Pero si alguno ama a Dios, es conocido por él”. 1°Corintios 8,3. Siempre que preguntamos a alguien: ¿Conoces a Dios? La respuesta es afirmativa con lujo de detalles. Pero, hay una pregunta aún más importante: ¿Te conoce Dios a ti? La respuesta a esta otra pregunta no solamente que marcará el propósito de nuestra vida ahora; sino que, definirá nuestro destino eterno.

La respuesta está totalmente relacionada con mi vida secreta con Dios. Él desea que quite el velo de mi cara delante de él y me deje ver tal cual soy. Él quiere que lo ame sin retener nada de mi ser. Él pretende una relación conmigo que esté basada en una total transparencia y sinceridad. Si bien, quiero que el carácter de Cristo sea formado en mí, pero durante el proceso debo permitir que vea y cambie la verdad desnuda de mi fragilidad y carnalidad. 

Alguno podrá decir: ¡Dios sabe todo sobre nosotros! Cierto. Pero, solo porque él puede ver ciertas habitaciones oscuras en nuestros corazones no significa que haya sido invitado a traer luz a esos lugares oscuros. Al contrario, la tendencia humana es a esconder y encubrir. Si tratamos de ocultar a Dios nuestra verdadera condición, evitamos que nos conozca. Es menester invitarlo a ser parte de nuestros pensamientos, motivos, deseos y acciones. 

Un ejemplo que puedo mostrar para ilustrar el asunto es Judas Iscariote. Estaba increíblemente cerca de Jesús; sin embargo, no le permitió entrar en los secretos de su corazón. Aun cuando tenía problemas, se rehusó a confesarlos y sacarlos a la luz.  Jesús dio oportunidades para destaparlos durante los años de ministerio; pero Judas lo escondió hasta que, finalmente, eso mismo le arrastró a su destrucción. 

Amados amigos: Dios puede manejar las confesiones de nuestras luchas presentes. Pero no, si las escondemos y pretendemos que no existen. Cuando mostramos nuestras luchas, Dios derrama su gracia para ayudarnos a cambiar. ¡Esta es la manera en que le permitimos saber quiénes somos en realidad!   

La clave del asunto es: Permitir que Dios mismo entre al mismísimo centro de nuestro ser para ver allí lo que dejamos en la oscuridad y para tocar allí lo que nosotros dejamos sin tocar. ¡Es realmente grandioso ser conocido por Dios!

Una de las razones por la que encontramos semejante gozo al rendir nuestras vidas a Dios es que él nunca nos malinterpreta. Es frustrante el sentimiento de ser malinterpretado y juzgado erróneamente. ¡Eso nunca sucede con Jesús! ¡Dios nos conoce y nos ama sin condiciones!

¿Cómo podemos ser conocidos por Dios? La respuesta simple se da en el texto del epígrafe: “Si alguno ama a Dios, es conocido por él”. Cuando abrimos nuestros corazones al Señor en una entrega amorosa, él nos recibe y nos conoce. ¡Qué gozoso privilegio, tener una relación donde nos conocemos con el Dios todo poderoso! 

Aquel que me conoce mejor, me ama más. ¡Dios me conoce más y me comprende mejor! ¡déjate conocer por Dios! Abrazos y bendiciones abundantes.

Columnista
26 agosto, 2022

El gozo de ser conocido

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Valerio Mejía Araújo

Aquel que me conoce mejor, me ama más. ¡Dios me conoce más y me comprende mejor! ¡déjate conocer por Dios!


“Pero si alguno ama a Dios, es conocido por él”. 1°Corintios 8,3. Siempre que preguntamos a alguien: ¿Conoces a Dios? La respuesta es afirmativa con lujo de detalles. Pero, hay una pregunta aún más importante: ¿Te conoce Dios a ti? La respuesta a esta otra pregunta no solamente que marcará el propósito de nuestra vida ahora; sino que, definirá nuestro destino eterno.

La respuesta está totalmente relacionada con mi vida secreta con Dios. Él desea que quite el velo de mi cara delante de él y me deje ver tal cual soy. Él quiere que lo ame sin retener nada de mi ser. Él pretende una relación conmigo que esté basada en una total transparencia y sinceridad. Si bien, quiero que el carácter de Cristo sea formado en mí, pero durante el proceso debo permitir que vea y cambie la verdad desnuda de mi fragilidad y carnalidad. 

Alguno podrá decir: ¡Dios sabe todo sobre nosotros! Cierto. Pero, solo porque él puede ver ciertas habitaciones oscuras en nuestros corazones no significa que haya sido invitado a traer luz a esos lugares oscuros. Al contrario, la tendencia humana es a esconder y encubrir. Si tratamos de ocultar a Dios nuestra verdadera condición, evitamos que nos conozca. Es menester invitarlo a ser parte de nuestros pensamientos, motivos, deseos y acciones. 

Un ejemplo que puedo mostrar para ilustrar el asunto es Judas Iscariote. Estaba increíblemente cerca de Jesús; sin embargo, no le permitió entrar en los secretos de su corazón. Aun cuando tenía problemas, se rehusó a confesarlos y sacarlos a la luz.  Jesús dio oportunidades para destaparlos durante los años de ministerio; pero Judas lo escondió hasta que, finalmente, eso mismo le arrastró a su destrucción. 

Amados amigos: Dios puede manejar las confesiones de nuestras luchas presentes. Pero no, si las escondemos y pretendemos que no existen. Cuando mostramos nuestras luchas, Dios derrama su gracia para ayudarnos a cambiar. ¡Esta es la manera en que le permitimos saber quiénes somos en realidad!   

La clave del asunto es: Permitir que Dios mismo entre al mismísimo centro de nuestro ser para ver allí lo que dejamos en la oscuridad y para tocar allí lo que nosotros dejamos sin tocar. ¡Es realmente grandioso ser conocido por Dios!

Una de las razones por la que encontramos semejante gozo al rendir nuestras vidas a Dios es que él nunca nos malinterpreta. Es frustrante el sentimiento de ser malinterpretado y juzgado erróneamente. ¡Eso nunca sucede con Jesús! ¡Dios nos conoce y nos ama sin condiciones!

¿Cómo podemos ser conocidos por Dios? La respuesta simple se da en el texto del epígrafe: “Si alguno ama a Dios, es conocido por él”. Cuando abrimos nuestros corazones al Señor en una entrega amorosa, él nos recibe y nos conoce. ¡Qué gozoso privilegio, tener una relación donde nos conocemos con el Dios todo poderoso! 

Aquel que me conoce mejor, me ama más. ¡Dios me conoce más y me comprende mejor! ¡déjate conocer por Dios! Abrazos y bendiciones abundantes.