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Columnista - 5 junio, 2010

El garrote

Por: Julio Oñate Martínez El garrote musical es una modalidad de “Tumbe”  que de forma inmisericorde se practica en algunos grupos de música vallenata y que consiste en el afán de aprovecharse el más poderoso de los más débiles. Casi siempre es el líder del conjunto quien injustamente saca ventaja a la hora de repartir […]

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Por: Julio Oñate Martínez



El garrote musical es una modalidad de “Tumbe”  que de forma inmisericorde se practica en algunos grupos de música vallenata y que consiste en el afán de aprovecharse el más poderoso de los más débiles. Casi siempre es el líder del conjunto quien injustamente saca ventaja a la hora de repartir ya que como dice una conocida canción aprendieron a sumar pero no a dividir.
En los inicios de nuestro ajetreo farandulero, los viejos juglares del vallenato repartían equitativamente con sus compañeros el billete que recibían por sus actuaciones, esto nos explica el porqué Alejandro Durán hasta el día de su muerte tuvo a su lado al guacharaquero José Tapia “El trocha”, y por veinte años al niño Arrieta, su mejor cajero.
Igualmente, Luis Enrique Martínez casi por tres décadas fue acompañado por la guitarra de Juan Madrid y veinte años por el cajero Belisario Ariza. Eran otras épocas y el garrote no llegaba siquiera al peso de una varita de totumo.
A partir de los años setenta cuando se consolidaban las agrupaciones vallenatas, el tolete coge forma, aumenta de tamaño y grosor y comienza a hacer estragos entre los músicos de segundo nivel que no obstante ser de primera categoría están, respecto a sus ingresos, muy por debajo del cantante y el acordeonero, salvo algunas aisladas excepciones.
No creo necesario citar aquí nombres propios porque todos conocemos los que son, pues el garroteo tiene ya una numerosa cofradía y sus miembros antes de sentir algo de vergüenza al ser cuestionados por esto, parece que tratarán de competir entre si para alcanzar con sobrados méritos el famoso título de “el garrotero mayor”.
Numerosos episodios ampliamente comentados sobre muy sonados casos de garroteo hoy son recreados en parrandas a manera de chistes que los contertulios festejan incluyendo a los propios damnificados que los divulgan tímidamente por el temor de ser expulsados de la agrupación.
Uno de los más famosos casos de garrote implacable fue el del cantante y acordeonero que amangualados después de actuar en una caseta de pueblo con un lleno total, no le pagaron ni un solo peso a los muchachos del grupo con la excusa que habían tocado donde no era, es decir, se equivocaron de pueblo.
Son comunes los casos en que después de presentarse hasta seis veces en una temporada, solo le cancelan dos toques a los músicos porque supuestamente al empresario no le fue bien con el espectáculo, ojalá y la boletería se hubiera agotado.
El garrote tiene sus varias estrategias que se utilizan de acuerdo a diferentes circunstancias que se presentan. En una pareja de hermanos muy famosos por cierto, le llegaban regalías a una entidad bancaria a uno de ellos que tartamudea al hablar y el otro las reclamaba imitando la gagueadera de su hermano.
Hay casos de garrote acumulado que han llegado a representar cifras millonarias con la consecuente demanda y desintegración de varios conjuntos.
Conozco un tipo de reconocido garrote que ya tiene algo de patológico pues sé de un cantante que el mismo toca el acordeón y después de recibir cuatro millones de pesos por un toque, a la hora de repartir en actitud salomónica se metió dos en cada bolsillo, pero al caer en cuenta que él mismo ejecutaba el fuelle, sacó millón y medio de un bolsillo pasándolo al otro y así quedo tranquilo al saber que el cantante quedó con tres y medio y el acordeonero solo con quinientos mil pesos.
Como van las cosas, el garroteo tiene visos de una verdadera profesión porque el garrotero día a día perfecciona las técnicas de su oficio convirtiéndose en un artista más del folklore vallenato.

Columnista
5 junio, 2010

El garrote

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Julio C. Oñate M.

Por: Julio Oñate Martínez El garrote musical es una modalidad de “Tumbe”  que de forma inmisericorde se practica en algunos grupos de música vallenata y que consiste en el afán de aprovecharse el más poderoso de los más débiles. Casi siempre es el líder del conjunto quien injustamente saca ventaja a la hora de repartir […]


Por: Julio Oñate Martínez



El garrote musical es una modalidad de “Tumbe”  que de forma inmisericorde se practica en algunos grupos de música vallenata y que consiste en el afán de aprovecharse el más poderoso de los más débiles. Casi siempre es el líder del conjunto quien injustamente saca ventaja a la hora de repartir ya que como dice una conocida canción aprendieron a sumar pero no a dividir.
En los inicios de nuestro ajetreo farandulero, los viejos juglares del vallenato repartían equitativamente con sus compañeros el billete que recibían por sus actuaciones, esto nos explica el porqué Alejandro Durán hasta el día de su muerte tuvo a su lado al guacharaquero José Tapia “El trocha”, y por veinte años al niño Arrieta, su mejor cajero.
Igualmente, Luis Enrique Martínez casi por tres décadas fue acompañado por la guitarra de Juan Madrid y veinte años por el cajero Belisario Ariza. Eran otras épocas y el garrote no llegaba siquiera al peso de una varita de totumo.
A partir de los años setenta cuando se consolidaban las agrupaciones vallenatas, el tolete coge forma, aumenta de tamaño y grosor y comienza a hacer estragos entre los músicos de segundo nivel que no obstante ser de primera categoría están, respecto a sus ingresos, muy por debajo del cantante y el acordeonero, salvo algunas aisladas excepciones.
No creo necesario citar aquí nombres propios porque todos conocemos los que son, pues el garroteo tiene ya una numerosa cofradía y sus miembros antes de sentir algo de vergüenza al ser cuestionados por esto, parece que tratarán de competir entre si para alcanzar con sobrados méritos el famoso título de “el garrotero mayor”.
Numerosos episodios ampliamente comentados sobre muy sonados casos de garroteo hoy son recreados en parrandas a manera de chistes que los contertulios festejan incluyendo a los propios damnificados que los divulgan tímidamente por el temor de ser expulsados de la agrupación.
Uno de los más famosos casos de garrote implacable fue el del cantante y acordeonero que amangualados después de actuar en una caseta de pueblo con un lleno total, no le pagaron ni un solo peso a los muchachos del grupo con la excusa que habían tocado donde no era, es decir, se equivocaron de pueblo.
Son comunes los casos en que después de presentarse hasta seis veces en una temporada, solo le cancelan dos toques a los músicos porque supuestamente al empresario no le fue bien con el espectáculo, ojalá y la boletería se hubiera agotado.
El garrote tiene sus varias estrategias que se utilizan de acuerdo a diferentes circunstancias que se presentan. En una pareja de hermanos muy famosos por cierto, le llegaban regalías a una entidad bancaria a uno de ellos que tartamudea al hablar y el otro las reclamaba imitando la gagueadera de su hermano.
Hay casos de garrote acumulado que han llegado a representar cifras millonarias con la consecuente demanda y desintegración de varios conjuntos.
Conozco un tipo de reconocido garrote que ya tiene algo de patológico pues sé de un cantante que el mismo toca el acordeón y después de recibir cuatro millones de pesos por un toque, a la hora de repartir en actitud salomónica se metió dos en cada bolsillo, pero al caer en cuenta que él mismo ejecutaba el fuelle, sacó millón y medio de un bolsillo pasándolo al otro y así quedo tranquilo al saber que el cantante quedó con tres y medio y el acordeonero solo con quinientos mil pesos.
Como van las cosas, el garroteo tiene visos de una verdadera profesión porque el garrotero día a día perfecciona las técnicas de su oficio convirtiéndose en un artista más del folklore vallenato.