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Editorial - 14 diciembre, 2014

El futuro de las regalías

En las últimas tres décadas el Cesar ha recibido más de cuatro billones de pesos por concepto de regalías del carbón. El eje minero que se desarrolló en el centro del Departamento generó una dinámica económica de grandes dimensiones para esta región frente al gran impacto ambiental que deja la explotación del mineral. La generación […]

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En las últimas tres décadas el Cesar ha recibido más de cuatro billones de pesos por concepto de regalías del carbón. El eje minero que se desarrolló en el centro del Departamento generó una dinámica económica de grandes dimensiones para esta región frente al gran impacto ambiental que deja la explotación del mineral.

La generación de empleos, la reactivación de la economía de los pueblos mineros que aprendieron, casi a la fuerza, a ofrecer servicios ante la gran demanda que trajo consigo la actividad minera, y las regalías que comenzaron a llegar al territorio para que se convirtieran en desarrollo social, son algunos de los saldos positivos de la minería.
Hasta ahora el impacto de las regalías no es el esperado, los millonarios recursos que han llegado a las arcas de las entidades territoriales no han mejorado – como se esperaba- la calidad de vida de los cesarenses. La transformación que se supone deberían tener los habitantes, por lo menos los cinco municipios mineros, no es la mejor. La cobertura de un servicio tan vital como el agua potable lo dice todo, debido a que de nada han valido las millonarias inversiones porque aun el agua que llega a los hogares no es apta apta para el consumo humano.
La anterior Ley de Regalías aun cuando obligaba a que la inversión fuera directamente a salud, educación e infraestructura básica y disminución de la mortalidad infantil, no tuvo tanto éxito. Los malos manejos de las regalías y obras hechas a medias, no lo permitieron. Ahora con el nuevo Sistema General de Regalías -SGR- que repartió la ‘mermelada’ para todo el país, se espera que las cosas cambien. Por lo menos el Cesar de un presupuesto nacional de 18 billones, ha logrado que un billón llegue para ejecutar 266 obras en todo lo largo y ancho del departamento.
Y las cosas podrían mejorar a partir del 2015, cuando el presupuesto para los próximos dos años será de 20 billones de pesos. Los tres años que lleva el nuevo Sistema y los dos venideros, suman en total 38 billones, suficientes para mejorar la calidad de vida de los colombianos.

Es justo y necesario que los alcaldes, el gobernador, los diputados, los concejales, los congresistas y líderes gremiales hagan una pausa y piensen en el futuro de las regalías, porque no se trata de seguir invirtiendo en obras de cemento indefinidamente. Se requiere apuntarle a un verdadero desarrollo social, que cierre la brecha de la pobreza, con mejores servicios de salud y educación, especialmente en calidad educativa, más oportunidades de empleo. ¿Qué futuro tiene una comunidad con un hermoso parque, calles y andenes pavimentados, canchas deportivas y tarimas, si no tienen resuelto el empleo y su sustento diario?
Ya es hora de pensar en el futuro, de que la comunidad se apropie de su desarrollo, que se convierta en veedora de las inversiones de las regalías y de que pidan a sus gobernantes las obras que realmente necesitan.

Editorial
14 diciembre, 2014

El futuro de las regalías

En las últimas tres décadas el Cesar ha recibido más de cuatro billones de pesos por concepto de regalías del carbón. El eje minero que se desarrolló en el centro del Departamento generó una dinámica económica de grandes dimensiones para esta región frente al gran impacto ambiental que deja la explotación del mineral. La generación […]


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En las últimas tres décadas el Cesar ha recibido más de cuatro billones de pesos por concepto de regalías del carbón. El eje minero que se desarrolló en el centro del Departamento generó una dinámica económica de grandes dimensiones para esta región frente al gran impacto ambiental que deja la explotación del mineral.

La generación de empleos, la reactivación de la economía de los pueblos mineros que aprendieron, casi a la fuerza, a ofrecer servicios ante la gran demanda que trajo consigo la actividad minera, y las regalías que comenzaron a llegar al territorio para que se convirtieran en desarrollo social, son algunos de los saldos positivos de la minería.
Hasta ahora el impacto de las regalías no es el esperado, los millonarios recursos que han llegado a las arcas de las entidades territoriales no han mejorado – como se esperaba- la calidad de vida de los cesarenses. La transformación que se supone deberían tener los habitantes, por lo menos los cinco municipios mineros, no es la mejor. La cobertura de un servicio tan vital como el agua potable lo dice todo, debido a que de nada han valido las millonarias inversiones porque aun el agua que llega a los hogares no es apta apta para el consumo humano.
La anterior Ley de Regalías aun cuando obligaba a que la inversión fuera directamente a salud, educación e infraestructura básica y disminución de la mortalidad infantil, no tuvo tanto éxito. Los malos manejos de las regalías y obras hechas a medias, no lo permitieron. Ahora con el nuevo Sistema General de Regalías -SGR- que repartió la ‘mermelada’ para todo el país, se espera que las cosas cambien. Por lo menos el Cesar de un presupuesto nacional de 18 billones, ha logrado que un billón llegue para ejecutar 266 obras en todo lo largo y ancho del departamento.
Y las cosas podrían mejorar a partir del 2015, cuando el presupuesto para los próximos dos años será de 20 billones de pesos. Los tres años que lleva el nuevo Sistema y los dos venideros, suman en total 38 billones, suficientes para mejorar la calidad de vida de los colombianos.

Es justo y necesario que los alcaldes, el gobernador, los diputados, los concejales, los congresistas y líderes gremiales hagan una pausa y piensen en el futuro de las regalías, porque no se trata de seguir invirtiendo en obras de cemento indefinidamente. Se requiere apuntarle a un verdadero desarrollo social, que cierre la brecha de la pobreza, con mejores servicios de salud y educación, especialmente en calidad educativa, más oportunidades de empleo. ¿Qué futuro tiene una comunidad con un hermoso parque, calles y andenes pavimentados, canchas deportivas y tarimas, si no tienen resuelto el empleo y su sustento diario?
Ya es hora de pensar en el futuro, de que la comunidad se apropie de su desarrollo, que se convierta en veedora de las inversiones de las regalías y de que pidan a sus gobernantes las obras que realmente necesitan.