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Editorial - 26 abril, 2010

El éxito del Festival es un reto de todos

Nuevamente, Valledupar será epicentro de una gran fiesta cultural, una de las más importantes de Colombia y de América Latina: el Festival de la Leyenda Vallenata que llega a su Cuadragésima Tercera Edición, en 2010. Valledupar y Colombia se sentirán orgullosas de este Festival ha dicho Rodolfo Molina Araujo, presidente de la Fundación Festival de […]

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Nuevamente, Valledupar será epicentro de una gran fiesta cultural, una de las más importantes de Colombia y de América Latina: el Festival de la Leyenda Vallenata que llega a su Cuadragésima Tercera Edición, en 2010.

Valledupar y Colombia se sentirán orgullosas de este Festival ha dicho Rodolfo Molina Araujo, presidente de la Fundación Festival de la Leyenda Vallenata, y quien dirige el equipo principal de la organización gestora del magno evento. Ese es el reto, que este Festival sea superior al del año pasado, “El Vallenato es Colombia”, que quedó muy bueno, a juicio de propios y extraños.

Pero el reto no es sólo de la Fundación, sino que implica el esfuerzo de muchas instituciones y de muchas personas, que tienen distintas responsabilidades y roles que cumplir para que la fiesta se desarrolle y concluya como todos queremos: en paz y tranquilidad, y que cumpla su objetivo de seguir difundiendo esta música vernácula y divertir a miles y miles de personas que conocen, quieren, aman, viven, gozan y cada vez quieren saber más de la música de acordeones.

El mayor peso de ese reto lo lleva la Fundación, que año tras año, desde su creación, por la inolvidable Consuelo Araujo Noguera, hace un evento cada vez más de mayor envergadura. Hoy con el desfile de las piloneritas y piloneritos, desfile que ya cumple 30 años, se puede decir que se inicia del Festival. Este vistoso baile tiene, además,  la virtud de involucrar a los menores en el evento y conservar así la tradición del mismo, como lo soñaron la Cacica y también Cecilia, “la Polla” Monsalvo.

El reto más importante en el Festival consideramos que lo tienen los músicos todos: acordeoneros, cajeros, guacharaqueros, cantantes y compositores, que son el corazón del evento que tiene por misión principal, y esto no lo podemos perder de vista, conservar la esencia de esta tradición musical que crece, día tras día.

Son todo ese mundo de creadores musicales los principales actores del Festival, con una música que aumenta en cultores y seguidores, no sólo en Colombia sino en todo el mundo, pero que implica el reto de conservar la esencia de su tradición, así llegue la modernidad de la mano de la comercialización masiva del vallenato.

Esos músicos participantes e todos los concursos: acordeón profesional, aficionado, juvenil e infantil; canción inédita y piqueria; deben dar lo mejor de sí en la interpretación de los cuatro ritmos: son, paseo, merengue y puya, pero tener también la claridad de que así la gran mayoría sean muy buenos, pocos serán los ganadores y los escogidos, y en los concursos como los del Festival se debe ir con la intención de ganar, pero con el conocimiento de que existe la posibilidad de perder. Se requiere tener grandeza tanto para el triunfo, como para la derrota, y eso deben tenerlo bien claro todos los participantes.

La otra gran responsabilidad la tienen los jurados, en todos los concursos y categorías,  quienes deben ser ejemplos de objetividad e imparcialidad, en ellos reposa el gran deber de darle seriedad al Festival; la misma seriedad que le impuso Consuelo Araujo y que todos los participantes le reconocieron. Sus puntajes, fallos y conceptos deben ser objetivos y ejemplo de probidad para que el Festival mantenga ese prestigio que lo ha caracterizado en sus cuarenta y tres años.

El otro gran reto lo tienen las autoridades; autoridades militares, civiles y de policía, que deben tratar de imponer el orden y el acatamiento a la misma de manera persuasiva, aunque persistente, y lograr la delicada tarea de mantener la tranquilidad y la paz, en todos y cada uno de los eventos, tantos del concurso como en los conciertos y fiestas públicas comerciales.

Y para lograr ese orden y tranquilidad, durante todos los días del Festival, se requiere la colaboración de la ciudadanía; todos y cada uno de los habitantes de Valledupar, y quienes nos visitan, todos bienvenidos, deben respetar las sugerencias y órdenes de las autoridades civiles y de policía, y así mismo acatar los resultados de los distintos concursos, insistimos, en paz y armonía. En algunos casos, el gusto del público es posible que difiera de los fallos de jurados; no tiene que ganar el que más público y barra lleve a los concursos, sino el que mejor interprete el acordeón, con respeto a los cánones musicales establecidos y que han hecho grande la tradición de Francisco El Hombre.  Así las cosas, el éxito del Festival no es asunto sólo de la Fundación, sino que – por el contrario- depende del concurso y la voluntad de todos, participantes, jurados, autoridades y público. El éxito del Festival 2010 depende de todos.

Editorial
26 abril, 2010

El éxito del Festival es un reto de todos

Nuevamente, Valledupar será epicentro de una gran fiesta cultural, una de las más importantes de Colombia y de América Latina: el Festival de la Leyenda Vallenata que llega a su Cuadragésima Tercera Edición, en 2010. Valledupar y Colombia se sentirán orgullosas de este Festival ha dicho Rodolfo Molina Araujo, presidente de la Fundación Festival de […]


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Nuevamente, Valledupar será epicentro de una gran fiesta cultural, una de las más importantes de Colombia y de América Latina: el Festival de la Leyenda Vallenata que llega a su Cuadragésima Tercera Edición, en 2010.

Valledupar y Colombia se sentirán orgullosas de este Festival ha dicho Rodolfo Molina Araujo, presidente de la Fundación Festival de la Leyenda Vallenata, y quien dirige el equipo principal de la organización gestora del magno evento. Ese es el reto, que este Festival sea superior al del año pasado, “El Vallenato es Colombia”, que quedó muy bueno, a juicio de propios y extraños.

Pero el reto no es sólo de la Fundación, sino que implica el esfuerzo de muchas instituciones y de muchas personas, que tienen distintas responsabilidades y roles que cumplir para que la fiesta se desarrolle y concluya como todos queremos: en paz y tranquilidad, y que cumpla su objetivo de seguir difundiendo esta música vernácula y divertir a miles y miles de personas que conocen, quieren, aman, viven, gozan y cada vez quieren saber más de la música de acordeones.

El mayor peso de ese reto lo lleva la Fundación, que año tras año, desde su creación, por la inolvidable Consuelo Araujo Noguera, hace un evento cada vez más de mayor envergadura. Hoy con el desfile de las piloneritas y piloneritos, desfile que ya cumple 30 años, se puede decir que se inicia del Festival. Este vistoso baile tiene, además,  la virtud de involucrar a los menores en el evento y conservar así la tradición del mismo, como lo soñaron la Cacica y también Cecilia, “la Polla” Monsalvo.

El reto más importante en el Festival consideramos que lo tienen los músicos todos: acordeoneros, cajeros, guacharaqueros, cantantes y compositores, que son el corazón del evento que tiene por misión principal, y esto no lo podemos perder de vista, conservar la esencia de esta tradición musical que crece, día tras día.

Son todo ese mundo de creadores musicales los principales actores del Festival, con una música que aumenta en cultores y seguidores, no sólo en Colombia sino en todo el mundo, pero que implica el reto de conservar la esencia de su tradición, así llegue la modernidad de la mano de la comercialización masiva del vallenato.

Esos músicos participantes e todos los concursos: acordeón profesional, aficionado, juvenil e infantil; canción inédita y piqueria; deben dar lo mejor de sí en la interpretación de los cuatro ritmos: son, paseo, merengue y puya, pero tener también la claridad de que así la gran mayoría sean muy buenos, pocos serán los ganadores y los escogidos, y en los concursos como los del Festival se debe ir con la intención de ganar, pero con el conocimiento de que existe la posibilidad de perder. Se requiere tener grandeza tanto para el triunfo, como para la derrota, y eso deben tenerlo bien claro todos los participantes.

La otra gran responsabilidad la tienen los jurados, en todos los concursos y categorías,  quienes deben ser ejemplos de objetividad e imparcialidad, en ellos reposa el gran deber de darle seriedad al Festival; la misma seriedad que le impuso Consuelo Araujo y que todos los participantes le reconocieron. Sus puntajes, fallos y conceptos deben ser objetivos y ejemplo de probidad para que el Festival mantenga ese prestigio que lo ha caracterizado en sus cuarenta y tres años.

El otro gran reto lo tienen las autoridades; autoridades militares, civiles y de policía, que deben tratar de imponer el orden y el acatamiento a la misma de manera persuasiva, aunque persistente, y lograr la delicada tarea de mantener la tranquilidad y la paz, en todos y cada uno de los eventos, tantos del concurso como en los conciertos y fiestas públicas comerciales.

Y para lograr ese orden y tranquilidad, durante todos los días del Festival, se requiere la colaboración de la ciudadanía; todos y cada uno de los habitantes de Valledupar, y quienes nos visitan, todos bienvenidos, deben respetar las sugerencias y órdenes de las autoridades civiles y de policía, y así mismo acatar los resultados de los distintos concursos, insistimos, en paz y armonía. En algunos casos, el gusto del público es posible que difiera de los fallos de jurados; no tiene que ganar el que más público y barra lleve a los concursos, sino el que mejor interprete el acordeón, con respeto a los cánones musicales establecidos y que han hecho grande la tradición de Francisco El Hombre.  Así las cosas, el éxito del Festival no es asunto sólo de la Fundación, sino que – por el contrario- depende del concurso y la voluntad de todos, participantes, jurados, autoridades y público. El éxito del Festival 2010 depende de todos.