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Columnista - 18 diciembre, 2010

El drama de los desplazados

Por: JOSÉ M. APONTE MARTÍNEZ Los desplazados constituyen una clase aparte por el cúmulo de necesidades que tienen y la situación miserable en que viven, a pesar de que el Gobierno se preocupa por resolverles sus problemas, pero son apenas pañitos de agua tibia. Viven mas limpios que “el culito del Niño Dios” o más […]

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Por: JOSÉ M. APONTE MARTÍNEZ

Los desplazados constituyen una clase aparte por el cúmulo de necesidades que tienen y la situación miserable en que viven, a pesar de que el Gobierno se preocupa por resolverles sus problemas, pero son apenas pañitos de agua tibia.
Viven mas limpios que “el culito del Niño Dios” o más quebrado que un bulto de canela y para tratar de mitigar sus necesidades, el Estado a través del INCODER les adjudica una parcela de 20 Has., de fincas que sus propietarios vendieron acosados generalmente por la violencia guerrillera y hacía varios años estaban abandonadas,  no tienen casas, no hay cercas, los corrales no existen, arrastrojadas unas, montañas otras, y a veces convertidas en desierto en donde no hay una hebra de paja o una gota de agua, pero sus dueños contaron con la buena suerte de vendérsela al INCODER generalmente a muy buenos precios.
Les dan la parcela y a veces 5 o 10 novillas, que son terneras adquiridas a elevados precios con un toro comunal, pero en el transcurso de los 2 años que se requieren para que las hembras sean adultas y paran, éstas desaparecen, pues el pobre desplazado tiene hambre y necesidad y con un hijo llorando con la barriga pegada al espinazo lo menos que puede hacer es echar mano de lo que esté más cerca para resolver su angustia.  No les den terneras, denle vacas paridas y de pronto el resultado sea mejor.

Lo posesionan en esa parcela para que viva de ella, pero tiene que limpiarla y eso cuesta plata, cercarla y eso es costoso, hacer casa y eso no se hace con la boca ni en el aire, arar para sembrar y donde está el billete para el tractor, comprar semilla costosa que no la fían, pagar por lo menos un obrero, que tampoco fía porque también está limpio, adquirir insumos que están carísimos y – en fin- eso es todo una tragedia y la mujer está al parir y los hijos pequeños no entienden cuando lloran de hambre.

En esas condiciones llega alguien que tiene unos pesos y desea trabajar, a proponerles que le arrienden 5 o 6 Has a $200.000.oo cada una, para dos cosechas anuales y él se encarga de cercar para que el ganado no le haga daño y el pobre desplazado o parcelero, no puede hacerlo porque absurdamente eso está prohibido.   Qué locura, cuando con ese milloncito le calma el hambre a los muchachos, los viste y él, el parcelero, también puede trabajar con el socio y así suplir las necesidades de su mujer.

También llega otro que tiene 20 vacas paridas, pero no tiene tierra y le propone una sociedad, lógicamente con un contrato en donde el parcelero coge la leche y parten las crías; tampoco puede hacerlo porque está prohibido; llega otro y le propone negocio de compraventa de ganado, él pone el dinero y el otro la tierra, pero no se puede porque está prohibido también.

En fin, todo está prohibido y la necesidad aumenta, el hambre no da tregua y qué hace el pobre desplazado angustiado y desesperado, sin ropa, descalzo, los hijos llorando de hambre (es un llanto eterno) ¿qué hago?, se pregunta y le pregunta al vecino que está lo mismo que él y le contesta: venda, yo vendí y estoy aquí pero esto no es mío.  ¿Y cómo hago para dar escritura? pregunta y el otro le dice: no se preocupe el comprador espera el tiempo que sea, se hace un documento privado y así vende a precio de huevo y se convierte en propietario ficticio, cuando realmente es otro jornalero, pero le va mejor y los hijos, principalmente los hijos dejan de berrear por el hambre que los acosa.

Señor Ministro Juan Camilo Restrepo y señor director del INCODER Juan  Manuel Ospina, no creen ustedes que estas políticas merecen una revisión a fondo, para que los desplazados tengan un alivio en su alma y puedan vivir, sino felices, al menos un poco tranquilos.

Este drama tiene nombre propio y lo vive en estos momentos el beneficiario de una parcela en Manaure, en la Finca Berlín que INCODER le ha cerrado todas las puertas para que solucione todos sus problemas, porque lo que quieren es, según él obligarlo a venderle la parcela a un “CARTEL” que con el concurso de algunos funcionarios de la Seccional Cesar hacen este “negocito”.

Columnista
18 diciembre, 2010

El drama de los desplazados

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
José M. Aponte Martínez

Por: JOSÉ M. APONTE MARTÍNEZ Los desplazados constituyen una clase aparte por el cúmulo de necesidades que tienen y la situación miserable en que viven, a pesar de que el Gobierno se preocupa por resolverles sus problemas, pero son apenas pañitos de agua tibia. Viven mas limpios que “el culito del Niño Dios” o más […]


Por: JOSÉ M. APONTE MARTÍNEZ

Los desplazados constituyen una clase aparte por el cúmulo de necesidades que tienen y la situación miserable en que viven, a pesar de que el Gobierno se preocupa por resolverles sus problemas, pero son apenas pañitos de agua tibia.
Viven mas limpios que “el culito del Niño Dios” o más quebrado que un bulto de canela y para tratar de mitigar sus necesidades, el Estado a través del INCODER les adjudica una parcela de 20 Has., de fincas que sus propietarios vendieron acosados generalmente por la violencia guerrillera y hacía varios años estaban abandonadas,  no tienen casas, no hay cercas, los corrales no existen, arrastrojadas unas, montañas otras, y a veces convertidas en desierto en donde no hay una hebra de paja o una gota de agua, pero sus dueños contaron con la buena suerte de vendérsela al INCODER generalmente a muy buenos precios.
Les dan la parcela y a veces 5 o 10 novillas, que son terneras adquiridas a elevados precios con un toro comunal, pero en el transcurso de los 2 años que se requieren para que las hembras sean adultas y paran, éstas desaparecen, pues el pobre desplazado tiene hambre y necesidad y con un hijo llorando con la barriga pegada al espinazo lo menos que puede hacer es echar mano de lo que esté más cerca para resolver su angustia.  No les den terneras, denle vacas paridas y de pronto el resultado sea mejor.

Lo posesionan en esa parcela para que viva de ella, pero tiene que limpiarla y eso cuesta plata, cercarla y eso es costoso, hacer casa y eso no se hace con la boca ni en el aire, arar para sembrar y donde está el billete para el tractor, comprar semilla costosa que no la fían, pagar por lo menos un obrero, que tampoco fía porque también está limpio, adquirir insumos que están carísimos y – en fin- eso es todo una tragedia y la mujer está al parir y los hijos pequeños no entienden cuando lloran de hambre.

En esas condiciones llega alguien que tiene unos pesos y desea trabajar, a proponerles que le arrienden 5 o 6 Has a $200.000.oo cada una, para dos cosechas anuales y él se encarga de cercar para que el ganado no le haga daño y el pobre desplazado o parcelero, no puede hacerlo porque absurdamente eso está prohibido.   Qué locura, cuando con ese milloncito le calma el hambre a los muchachos, los viste y él, el parcelero, también puede trabajar con el socio y así suplir las necesidades de su mujer.

También llega otro que tiene 20 vacas paridas, pero no tiene tierra y le propone una sociedad, lógicamente con un contrato en donde el parcelero coge la leche y parten las crías; tampoco puede hacerlo porque está prohibido; llega otro y le propone negocio de compraventa de ganado, él pone el dinero y el otro la tierra, pero no se puede porque está prohibido también.

En fin, todo está prohibido y la necesidad aumenta, el hambre no da tregua y qué hace el pobre desplazado angustiado y desesperado, sin ropa, descalzo, los hijos llorando de hambre (es un llanto eterno) ¿qué hago?, se pregunta y le pregunta al vecino que está lo mismo que él y le contesta: venda, yo vendí y estoy aquí pero esto no es mío.  ¿Y cómo hago para dar escritura? pregunta y el otro le dice: no se preocupe el comprador espera el tiempo que sea, se hace un documento privado y así vende a precio de huevo y se convierte en propietario ficticio, cuando realmente es otro jornalero, pero le va mejor y los hijos, principalmente los hijos dejan de berrear por el hambre que los acosa.

Señor Ministro Juan Camilo Restrepo y señor director del INCODER Juan  Manuel Ospina, no creen ustedes que estas políticas merecen una revisión a fondo, para que los desplazados tengan un alivio en su alma y puedan vivir, sino felices, al menos un poco tranquilos.

Este drama tiene nombre propio y lo vive en estos momentos el beneficiario de una parcela en Manaure, en la Finca Berlín que INCODER le ha cerrado todas las puertas para que solucione todos sus problemas, porque lo que quieren es, según él obligarlo a venderle la parcela a un “CARTEL” que con el concurso de algunos funcionarios de la Seccional Cesar hacen este “negocito”.