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Columnista - 31 mayo, 2010

El día sin carro es un suicidio colectivo

Visión Universal Por: Luis Mendoza Sierra Nadie podrá concebir un lugar en este  universo en donde se alguien se oponga a un día sin máquinas contaminantes. No cabe, estoy seguro, en la imaginación de ser humano alguno, por desinformado e inculto que sea, que exista una ciudad como Valledupar, en donde su alcalde decrete un […]

Visión Universal

Por: Luis Mendoza Sierra

Nadie podrá concebir un lugar en este  universo en donde se alguien se oponga a un día sin máquinas contaminantes. No cabe, estoy seguro, en la imaginación de ser humano alguno, por desinformado e inculto que sea, que exista una ciudad como Valledupar, en donde su alcalde decrete un día sin carros y sin motocicletas, y aparezcan contradictores, entre los que me cuento.

La gran paradoja se configura porque, tenemos consciencia, plena, de la urgencia de medidas como estas, teniendo en cuenta que el futuro de la humanidad está comprometido por los embates de la contaminación y la precariedad de la legislación y las decisiones para prevenir el deterioro del medio ambiente. Sabiendo, de paso, que el calentamiento global, deja irreparables consecuencias para la vida. Que los océanos por deshielo de los polos, y el calentamiento global,  inundan y desparecen islas. Que muchas especies animales y vegetales están en vía de extinción. Que el calor, infernal, lo soportamos ya muy pocos, y que la mano del hombre es la causante de todo este daño, especialmente, porque la industrialización tiene encendidas millones de máquinas en el mundo que exhalen un gas mortal atacando la capa de ozono que nos protege de los rayos ultravioleta.

Conscientes como estamos, insisto, alrededor de miles de situaciones dolorosas que se generan, en el mundo, por el funcionamiento de los motores, no tendría ninguna explicación que nos opongamos a un día sin carro. Al contrario, además de apoyarlos, como ya lo hemos hecho en Bogotá, hemos venido promoviendo campañas y acciones orientadas a la prevención de la contaminación y la preservación del medio ambiente.

En Valledupar, el asunto es a otro precio. El alcalde de esta ciudad de paupérrimo, quizás de nulo, servicio de transporte público, ha determinado movido, no dudo por buena fe, un día sin carros privados y sin motocicletas. Precisamente la ausencia de transporte hizo que nuestra capital fuera acorralada por una rebelión de motocicletas, que como ratas feroces, inundan calles y carreras creando el más desconcertante caos en ciudad alguna. Es un negocio de indolentes empresarios que aprovecharon la torpe respuesta del Estado y los empresarios, en cuanto a una respuesta adecuada de transporte para los ciudadanos, como el desempleo reinante.

No gozando Valledupar de transporte público masivo, resulta no menos que descabellado e imprudente el día sin carros y sin motocicletas. Junto a la buena fe del alcalde, debe haber, no lo dudo, la influencia de quienes lo animaron a poner en marcha la medida, tal vez para entrar en la moda, que para contribuir, verdaderamente con la protección del medio ambiente.

Lo digo porque, en qué cerebro cabe que Valledupar pueda quedar sin carros particulares cuando es una alternativa determinante en la movilidad de la ciudad. Las razones son muchas: los buses y las busetas de servicio público desaparecieron. Las pocas unidades en servicios son, en su mayoría, aparatos destartalados. El servicio de taxi también es deficiente, lo cual es muy visible cuando operan los tales días sin motocicletas o sin parrilleros. En esa ocasión aparearen, entonces, centenares de carros particulares compitiendo con el servicio público, aprovechando sus propias falencias.

Si por prevenir la contaminación fuera, habría que apagar, por lo menos el 75% de las motocicletas sobre las que no operan ningún control y se pasean por la ciudad dejando,  a su paso, inmensas y contaminantes columnas de humo que salen de sus mofles, especialmente, cuando se trata de motores de dos tiempos.

La economía de la ciudad y del municipio no resistirá esta medida, de la cual saldrá muy mal librada la administración, a la que invitamos a revisar o modificar trasladándola a un día no laborable o aplicando un pico y placa en ciertos horarios, sistema que, a propósito, mucho ha demorado para las motocicletas, en cambio del mortal día sin carros y sin motocicletas que me suena a inmolación.

SABLAZO

Balotaje a primera vista. Hoy comienzan las elecciones de ayer. Solo un comportamiento electoral inusitado y extraordinario alrededor de alguno de los candidatos punteros, cambiaría las tendencias reveladas por las encuestas. Mockus y Santos, rondaban el 35%, hasta hace una semana. Será imposible que uno de ellos alcance, hasta ayer, el 50%, pues tendrían, que ascender 15 puntos porcentuales, en tan corto tiempo. Espero que ahora si, jueguen las propuestas y definamos el mejor de esta contienda.

Mientras nos preparamos para el balotaje, disfrutemos el manjar que Silvestre Dangond y Juancho de la Espriella, dejan para deleite de quienes amamos nuestra música.

Columnista
31 mayo, 2010

El día sin carro es un suicidio colectivo

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Luis Mendoza S.

Visión Universal Por: Luis Mendoza Sierra Nadie podrá concebir un lugar en este  universo en donde se alguien se oponga a un día sin máquinas contaminantes. No cabe, estoy seguro, en la imaginación de ser humano alguno, por desinformado e inculto que sea, que exista una ciudad como Valledupar, en donde su alcalde decrete un […]


Visión Universal

Por: Luis Mendoza Sierra

Nadie podrá concebir un lugar en este  universo en donde se alguien se oponga a un día sin máquinas contaminantes. No cabe, estoy seguro, en la imaginación de ser humano alguno, por desinformado e inculto que sea, que exista una ciudad como Valledupar, en donde su alcalde decrete un día sin carros y sin motocicletas, y aparezcan contradictores, entre los que me cuento.

La gran paradoja se configura porque, tenemos consciencia, plena, de la urgencia de medidas como estas, teniendo en cuenta que el futuro de la humanidad está comprometido por los embates de la contaminación y la precariedad de la legislación y las decisiones para prevenir el deterioro del medio ambiente. Sabiendo, de paso, que el calentamiento global, deja irreparables consecuencias para la vida. Que los océanos por deshielo de los polos, y el calentamiento global,  inundan y desparecen islas. Que muchas especies animales y vegetales están en vía de extinción. Que el calor, infernal, lo soportamos ya muy pocos, y que la mano del hombre es la causante de todo este daño, especialmente, porque la industrialización tiene encendidas millones de máquinas en el mundo que exhalen un gas mortal atacando la capa de ozono que nos protege de los rayos ultravioleta.

Conscientes como estamos, insisto, alrededor de miles de situaciones dolorosas que se generan, en el mundo, por el funcionamiento de los motores, no tendría ninguna explicación que nos opongamos a un día sin carro. Al contrario, además de apoyarlos, como ya lo hemos hecho en Bogotá, hemos venido promoviendo campañas y acciones orientadas a la prevención de la contaminación y la preservación del medio ambiente.

En Valledupar, el asunto es a otro precio. El alcalde de esta ciudad de paupérrimo, quizás de nulo, servicio de transporte público, ha determinado movido, no dudo por buena fe, un día sin carros privados y sin motocicletas. Precisamente la ausencia de transporte hizo que nuestra capital fuera acorralada por una rebelión de motocicletas, que como ratas feroces, inundan calles y carreras creando el más desconcertante caos en ciudad alguna. Es un negocio de indolentes empresarios que aprovecharon la torpe respuesta del Estado y los empresarios, en cuanto a una respuesta adecuada de transporte para los ciudadanos, como el desempleo reinante.

No gozando Valledupar de transporte público masivo, resulta no menos que descabellado e imprudente el día sin carros y sin motocicletas. Junto a la buena fe del alcalde, debe haber, no lo dudo, la influencia de quienes lo animaron a poner en marcha la medida, tal vez para entrar en la moda, que para contribuir, verdaderamente con la protección del medio ambiente.

Lo digo porque, en qué cerebro cabe que Valledupar pueda quedar sin carros particulares cuando es una alternativa determinante en la movilidad de la ciudad. Las razones son muchas: los buses y las busetas de servicio público desaparecieron. Las pocas unidades en servicios son, en su mayoría, aparatos destartalados. El servicio de taxi también es deficiente, lo cual es muy visible cuando operan los tales días sin motocicletas o sin parrilleros. En esa ocasión aparearen, entonces, centenares de carros particulares compitiendo con el servicio público, aprovechando sus propias falencias.

Si por prevenir la contaminación fuera, habría que apagar, por lo menos el 75% de las motocicletas sobre las que no operan ningún control y se pasean por la ciudad dejando,  a su paso, inmensas y contaminantes columnas de humo que salen de sus mofles, especialmente, cuando se trata de motores de dos tiempos.

La economía de la ciudad y del municipio no resistirá esta medida, de la cual saldrá muy mal librada la administración, a la que invitamos a revisar o modificar trasladándola a un día no laborable o aplicando un pico y placa en ciertos horarios, sistema que, a propósito, mucho ha demorado para las motocicletas, en cambio del mortal día sin carros y sin motocicletas que me suena a inmolación.

SABLAZO

Balotaje a primera vista. Hoy comienzan las elecciones de ayer. Solo un comportamiento electoral inusitado y extraordinario alrededor de alguno de los candidatos punteros, cambiaría las tendencias reveladas por las encuestas. Mockus y Santos, rondaban el 35%, hasta hace una semana. Será imposible que uno de ellos alcance, hasta ayer, el 50%, pues tendrían, que ascender 15 puntos porcentuales, en tan corto tiempo. Espero que ahora si, jueguen las propuestas y definamos el mejor de esta contienda.

Mientras nos preparamos para el balotaje, disfrutemos el manjar que Silvestre Dangond y Juancho de la Espriella, dejan para deleite de quienes amamos nuestra música.