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Columnista - 25 agosto, 2024

El desgaste de la vida

La reina María fue la hija de Catalina y Enrique y llegó al trono después que su medio hermano menor muriera y no existiera un hombre en la línea de sucesión al trono.

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La necesidad femenina de un espacio propio y sin opresión, porque sería imposible seguir en un lugar donde las bases de su construcción tambalean ante la presencia de otro ser en la tierra. Los rumores del cuestionado mundo de la moda cuentan que ante la alta presencia femenina en la industria se piensa que la entrada de un hombre debe ser dejando atrás lo “masculino” para recurrir a la ‘feminización’ y encajar correctamente en este rompecabezas.

Pero esto parece otra represión a lo artístico por parte del hombre heteropatriarcal. La historia nos ha demostrado que siempre, de alguna manera, las mujeres han estado al frente y utilizando las armas a su disposición. Por eso, cuando se quiso rechazar lo femenino y lo decorativo, los hombres recurrieron a masculinizar su vestuario, porque la estrategia siempre ha sido reprimir la sexualidad, el deleite y la satisfacción femenina, para mantenerlas ahí, porque ser mujer incómoda.

El hombre creó el sistema bajo su punto de vista, donde el poder se concentró en un solo sexo o más bien en una sola persona. El estado de naturaleza, en este contexto y partiendo de la idea del crítico literario Jean Starobiniski, nos habla de una escena donde solo existe un individuo (un sujeto soberano), alguien autosuficiente, sin dependencias, saturado de amor por sí mismo y sin la necesidad de alguien más.

Donde no hay alguien más, no existe el problema de la igualdad, y ese estado ficticio parece la razón por la cuál los primeros cimientos de las bases económicas y políticas fueron hechas por hombres, porque ese individuo siempre fue masculino. El conflicto empieza cuando lo femenino quiere entrar a su orden social y político, reclamando derecho a la propiedad y el dominio, y dejando atrás tareas que los hombres por falta de tiempo no podían hacer, como cocinar, limpiar, crianza, coser…

Desconozco en qué condiciones históricas esta ficción tomó fuerza y se instaló en el imaginario colectivo, porque hoy en día que la mujer sale a trabajar y se pone en duda si las bases para la construcción de una familia están suficientemente fuertes con la mamá fuera del hogar, restándole importancia y responsabilidad a la imagen paterna dentro de la familia. Por eso es que en los diferentes hechos históricos es muy difícil ver el nombre de la mujer escrito en letras doradas, mostrándola como una heroína, conquistadora o reina (pero que no sea consorte).

La ley sálica impedía nombrar a una mujer como heredera, así fuera la primogénita del rey, esto no permitió la llegada de grandes mujeres a un trono. Una de las dinastías más grandes de la monarquía inglesa que marcó la Europa del siglo XV fue escrita por mujeres. Hoy en día podemos conocer la historia de los Tudor.

A través de sus personajes femeninos, gracias a escritoras como Philippa Gregory, que con sus libros han servido de inspiración para series como: The White Queen,The White Princess y The Spanish Princess, podemos conocer como Margaret Beaufort con su astucia política convierte a su hijo en Enrique VII, aunque ella era la descendiente directa; pero sin posibilidad de estar en el trono. Margaret con el tiempo obtuvo independencia jurídica y logró una comisión para administrar la justicia al norte de Inglaterra.

Elizabeth de York tenía el legítimo derecho al trono, a diferencia de quienes lo usurparon, porque era la primogénita del rey, pero por el simple hecho de ser mujer no lo podía reclamar, y lo más conveniente fue casarla con el nuevo rey Enrique VII, para que sus hijos en un futuro no se revelaran para
buscar ese derecho.

Catalina de Aragón, la primera esposa de Enrique VIII, no merecía ser consorte; ella merecía ser la reina. Tenía la actitud de liderazgo que al rey le faltaba; en una ocasión fue nombrada regente por el rey y en otra ocasión cabalgó embarazada y con armadura para dirigirse a las tropas, pero fue despreciada por no cumplir con su obligación de dar un heredero. La reina María fue la hija de Catalina y Enrique y llegó al trono después que su medio hermano menor muriera y no existiera un hombre en la línea de sucesión al trono.

A la reina María le sucedió su media hermana, la reina Isabel I, que nunca se casó para no tener que ceder el derecho a un hombre y fue conocida como ‘La reina virgen’. Pero ¿de dónde nace ese desprecio a la mujer, a lo que ella representa, y el desprecio a la moda, que se ha impregnado en la esencia de lo femenino?

La escritora colombiana Vanessa Rosales, en su podcast ‘Mujer Incómoda’, nos responde esa pregunta. “Estudiar la moda es estudiar lo femenino”. La iglesia católica, el cristianismo y sus versiones protestantes siempre han buscado contener, controlar y restringir las expresiones artísticas femeninas, porque han creado la ilusión de que lo sencillo es lo puro y natural, y es que ese descontento por la estética empieza con Adan y Eva, donde muestran a la mujer como la que originó el mal, y que el pecado que se comete provoca que se vuelvan conscientes de su desnudez y provoca que Dios les haga una investidura con pieles de animales.

En ese momento la moda para los judeocristianos es el recuerdo de la expulsión edénica y la caída del estado paradisiaco. En el podcast también se habla del desprecio de la filosofía hacia la moda. “El mundo pensante siempre se ha alejado de las expresiones estéticas, de la gastronomía, de los objetos bellos y de las decoraciones exuberantes porque la moda nos ata al cuerpo, y nos hace recordar que nuestra experiencia es corporal y la filosofía tiene como objetivo crear un estado de conciencia que nos aleje del cuerpo, y el dress fashionable nos hace llamativos; como lo femenino se construye como un objeto de especular para la mirada masculina y el pensamiento platónico habla que la simplicidad corporal eran demostraciones de una grandeza intelectual superior, el interés personal en la vestimenta nos pone en una situación de ser vistos por los otros, de ser objetos de miradas y la filosofía sufre de antipatía por esto, porque el filósofo no quiere ser el objetivo de la visión ajena, el quiere estudiar eso que está a su alrededor”.

Vanessa también habla de que la moda es hija del capitalismo porque representa una mano de obra predominantemente femenina explotada, que viene desde el inicio de las fábricas de ropa. La crítica a que la moda no respondiera a un principio de utilidad con las necesidades biológicas, como cubrirse del frío. Las sufragistas del siglo XIX criticaban el vestir del momento porque no les permitía moverse, porque se pensaba que se usaba para atraer, porque mostraba la dependencia económica al hombre, reforzaba la subordinación y se veía reducida la identidad a la apariencia (como la crítica de hoy en día con las redes sociales).

Dentro del estudio de Vanessa, también se encuentra que antes que se instaura un orden social, la mujer ya había tenido participación en la actividad económica para los hogares y, después de un proceso histórico, ciertas mujeres de clases sociales ya no necesitaban hacer labores domésticas y es aquí donde surge ese gran personal que hoy conocemos como ‘empleadas domésticas’ y esto mostrará la riqueza y estatus de las esposas que se podía ver a través de la ropa. En este punto la mujer enaltece el hogar y ella se vuelve el centro de él, haciéndose una extensión del poder social y adquisitivo del marido.

El desgaste de reprimir por no incluir solo nos ha complicado la existencia en el mundo político y facilitado la existencia en el mundo ficticio. Destruimos la idea de que somos dependientes de la otra, destruimos el vínculo social y, con él, el reconocimiento que ese ser se merece… En el siglo XXI, cualquier vida puede ser descartada, sin importar el género; en el momento de su muerte, solo se enfocan en el marco dominante en el que pudo estar esa persona, y esto le dará vida o muerte a la razón por la cual sucedió su suceso, pero la diferencia recae en el mundo que da por hecho que esto es algo reiterativo y es la manera en que suceden las cosas o en el mundo que rechaza estos actos desde antes que sucedan, porque esa conciencia de reconocer y aceptar a la mujer en la escena del estado natural,que hay más de un solo individuo con derechos, es la que nos dio puño y letra para sacar de ese estado de conciencia al mundo que nos rodeaba, y sólo creían que éramos alguien más en el mundo natural.

Columnista
25 agosto, 2024

El desgaste de la vida

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
valeria Gnecco

La reina María fue la hija de Catalina y Enrique y llegó al trono después que su medio hermano menor muriera y no existiera un hombre en la línea de sucesión al trono.


La necesidad femenina de un espacio propio y sin opresión, porque sería imposible seguir en un lugar donde las bases de su construcción tambalean ante la presencia de otro ser en la tierra. Los rumores del cuestionado mundo de la moda cuentan que ante la alta presencia femenina en la industria se piensa que la entrada de un hombre debe ser dejando atrás lo “masculino” para recurrir a la ‘feminización’ y encajar correctamente en este rompecabezas.

Pero esto parece otra represión a lo artístico por parte del hombre heteropatriarcal. La historia nos ha demostrado que siempre, de alguna manera, las mujeres han estado al frente y utilizando las armas a su disposición. Por eso, cuando se quiso rechazar lo femenino y lo decorativo, los hombres recurrieron a masculinizar su vestuario, porque la estrategia siempre ha sido reprimir la sexualidad, el deleite y la satisfacción femenina, para mantenerlas ahí, porque ser mujer incómoda.

El hombre creó el sistema bajo su punto de vista, donde el poder se concentró en un solo sexo o más bien en una sola persona. El estado de naturaleza, en este contexto y partiendo de la idea del crítico literario Jean Starobiniski, nos habla de una escena donde solo existe un individuo (un sujeto soberano), alguien autosuficiente, sin dependencias, saturado de amor por sí mismo y sin la necesidad de alguien más.

Donde no hay alguien más, no existe el problema de la igualdad, y ese estado ficticio parece la razón por la cuál los primeros cimientos de las bases económicas y políticas fueron hechas por hombres, porque ese individuo siempre fue masculino. El conflicto empieza cuando lo femenino quiere entrar a su orden social y político, reclamando derecho a la propiedad y el dominio, y dejando atrás tareas que los hombres por falta de tiempo no podían hacer, como cocinar, limpiar, crianza, coser…

Desconozco en qué condiciones históricas esta ficción tomó fuerza y se instaló en el imaginario colectivo, porque hoy en día que la mujer sale a trabajar y se pone en duda si las bases para la construcción de una familia están suficientemente fuertes con la mamá fuera del hogar, restándole importancia y responsabilidad a la imagen paterna dentro de la familia. Por eso es que en los diferentes hechos históricos es muy difícil ver el nombre de la mujer escrito en letras doradas, mostrándola como una heroína, conquistadora o reina (pero que no sea consorte).

La ley sálica impedía nombrar a una mujer como heredera, así fuera la primogénita del rey, esto no permitió la llegada de grandes mujeres a un trono. Una de las dinastías más grandes de la monarquía inglesa que marcó la Europa del siglo XV fue escrita por mujeres. Hoy en día podemos conocer la historia de los Tudor.

A través de sus personajes femeninos, gracias a escritoras como Philippa Gregory, que con sus libros han servido de inspiración para series como: The White Queen,The White Princess y The Spanish Princess, podemos conocer como Margaret Beaufort con su astucia política convierte a su hijo en Enrique VII, aunque ella era la descendiente directa; pero sin posibilidad de estar en el trono. Margaret con el tiempo obtuvo independencia jurídica y logró una comisión para administrar la justicia al norte de Inglaterra.

Elizabeth de York tenía el legítimo derecho al trono, a diferencia de quienes lo usurparon, porque era la primogénita del rey, pero por el simple hecho de ser mujer no lo podía reclamar, y lo más conveniente fue casarla con el nuevo rey Enrique VII, para que sus hijos en un futuro no se revelaran para
buscar ese derecho.

Catalina de Aragón, la primera esposa de Enrique VIII, no merecía ser consorte; ella merecía ser la reina. Tenía la actitud de liderazgo que al rey le faltaba; en una ocasión fue nombrada regente por el rey y en otra ocasión cabalgó embarazada y con armadura para dirigirse a las tropas, pero fue despreciada por no cumplir con su obligación de dar un heredero. La reina María fue la hija de Catalina y Enrique y llegó al trono después que su medio hermano menor muriera y no existiera un hombre en la línea de sucesión al trono.

A la reina María le sucedió su media hermana, la reina Isabel I, que nunca se casó para no tener que ceder el derecho a un hombre y fue conocida como ‘La reina virgen’. Pero ¿de dónde nace ese desprecio a la mujer, a lo que ella representa, y el desprecio a la moda, que se ha impregnado en la esencia de lo femenino?

La escritora colombiana Vanessa Rosales, en su podcast ‘Mujer Incómoda’, nos responde esa pregunta. “Estudiar la moda es estudiar lo femenino”. La iglesia católica, el cristianismo y sus versiones protestantes siempre han buscado contener, controlar y restringir las expresiones artísticas femeninas, porque han creado la ilusión de que lo sencillo es lo puro y natural, y es que ese descontento por la estética empieza con Adan y Eva, donde muestran a la mujer como la que originó el mal, y que el pecado que se comete provoca que se vuelvan conscientes de su desnudez y provoca que Dios les haga una investidura con pieles de animales.

En ese momento la moda para los judeocristianos es el recuerdo de la expulsión edénica y la caída del estado paradisiaco. En el podcast también se habla del desprecio de la filosofía hacia la moda. “El mundo pensante siempre se ha alejado de las expresiones estéticas, de la gastronomía, de los objetos bellos y de las decoraciones exuberantes porque la moda nos ata al cuerpo, y nos hace recordar que nuestra experiencia es corporal y la filosofía tiene como objetivo crear un estado de conciencia que nos aleje del cuerpo, y el dress fashionable nos hace llamativos; como lo femenino se construye como un objeto de especular para la mirada masculina y el pensamiento platónico habla que la simplicidad corporal eran demostraciones de una grandeza intelectual superior, el interés personal en la vestimenta nos pone en una situación de ser vistos por los otros, de ser objetos de miradas y la filosofía sufre de antipatía por esto, porque el filósofo no quiere ser el objetivo de la visión ajena, el quiere estudiar eso que está a su alrededor”.

Vanessa también habla de que la moda es hija del capitalismo porque representa una mano de obra predominantemente femenina explotada, que viene desde el inicio de las fábricas de ropa. La crítica a que la moda no respondiera a un principio de utilidad con las necesidades biológicas, como cubrirse del frío. Las sufragistas del siglo XIX criticaban el vestir del momento porque no les permitía moverse, porque se pensaba que se usaba para atraer, porque mostraba la dependencia económica al hombre, reforzaba la subordinación y se veía reducida la identidad a la apariencia (como la crítica de hoy en día con las redes sociales).

Dentro del estudio de Vanessa, también se encuentra que antes que se instaura un orden social, la mujer ya había tenido participación en la actividad económica para los hogares y, después de un proceso histórico, ciertas mujeres de clases sociales ya no necesitaban hacer labores domésticas y es aquí donde surge ese gran personal que hoy conocemos como ‘empleadas domésticas’ y esto mostrará la riqueza y estatus de las esposas que se podía ver a través de la ropa. En este punto la mujer enaltece el hogar y ella se vuelve el centro de él, haciéndose una extensión del poder social y adquisitivo del marido.

El desgaste de reprimir por no incluir solo nos ha complicado la existencia en el mundo político y facilitado la existencia en el mundo ficticio. Destruimos la idea de que somos dependientes de la otra, destruimos el vínculo social y, con él, el reconocimiento que ese ser se merece… En el siglo XXI, cualquier vida puede ser descartada, sin importar el género; en el momento de su muerte, solo se enfocan en el marco dominante en el que pudo estar esa persona, y esto le dará vida o muerte a la razón por la cual sucedió su suceso, pero la diferencia recae en el mundo que da por hecho que esto es algo reiterativo y es la manera en que suceden las cosas o en el mundo que rechaza estos actos desde antes que sucedan, porque esa conciencia de reconocer y aceptar a la mujer en la escena del estado natural,que hay más de un solo individuo con derechos, es la que nos dio puño y letra para sacar de ese estado de conciencia al mundo que nos rodeaba, y sólo creían que éramos alguien más en el mundo natural.