El reto que asume el Presidente de Colombia frente al tema de la paz, no es nada fácil, pues en Colombia tenemos grupos guerrilleros como: el ELN y las disidencias de las Farc también conocida como La Nueva Marquetalia, estructuras criminales como: El Clan del Golfo, Los Pachenca, Los rastrojos etc.
El reto que asume el Presidente de Colombia frente al tema de la paz, no es nada fácil, pues en Colombia tenemos grupos guerrilleros como: el ELN y las disidencias de las Farc también conocida como La Nueva Marquetalia, estructuras criminales como: El Clan del Golfo, Los Pachenca, Los rastrojos etc. Que con su accionar delictivo siembran la zozobra en territorios como El Catatumbo, Córdoba, Antioquia, Magdalena Medio, Nariño, Chocó y Cauca. Nuestras Fuerzas Armadas han dado de baja a varios cabecillas de estas organizaciones, pero no se logra desmantelar la estructura, pues fatalmente se cumple con el refrán: “A rey muerto, rey puesto”. La lección es muy clara: No porque se haya dado de baja a Pablo Escobar, se acaba con el negocio del narcotráfico, que es el trasfondo de todo este entramado. Otra lección que podemos extraer del pasado: La paz hay que hacerla con todas las estructuras criminales.
A través del Acuerdo de la Habana (Cuba), se logró la desmovilización de casi la totalidad de las Farc, pero quedó el ELN; con el paso del tiempo, esta organización se fortaleció y hoy es un dolor de cabeza mayúsculo. Si se llegara a negociar la desmovilización del ELN, probablemente se fortalecerán estructuras como la del Clan del Golfo, por ejemplo, y continuaremos sumidos en el círculo vicioso ¿Qué hacer? Consideramos que hay que iniciar cuanto antes los diálogos con la subversión y con los GAOR (Grupos Armados Organizados), con los primeros en procura de lograr su desmovilización, y con los demás en procura de un sometimiento a la justicia, pues lo que ocurre es que los cabecillas de estas organizaciones como es el caso de alias Otoniel, son extraditados a los EE.UU, y los delitos tales como: homicidios, torturas, extorsión, sobornos, reclutamiento de menores, lavado de activos, delitos sexuales, entre otros, junto con las víctimas de estos crímenes, se quedan durmiendo el sueño de los justos.
Consideramos que es hora de entrar en una negociación con estos grupos donde, a cambio de unos beneficios de orden legal, se logre un mínimo de justicia y reparación de las víctimas, pero sobre todo se conozca la verdad de sus crímenes, se entreguen las armas y las rutas del narcotráfico, se delaten a sus cómplices, se entreguen los bienes que ilícitamente adquirieron a través del lavado de activos etc.
No obstante, al tío Sam, esta negociación le producirá urticaria, pues para ellos lo único válido es la extradición, y no entenderán que, a pesar de ella, el negocio no se acaba, por el contrario, cada vez se hace más lucrativo, habrá que explicarle que, el artículo 22 de nuestra Carta Política expresa: “La paz es un derecho y un deber de obligatorio cumplimiento”. Y que esta norma constitucional hace parte de los derechos fundamentales de los colombianos, y por último habrá que citar el Pacto Internacional de los Derechos Civiles y Políticos ratificado por Colombia mediante la Ley 74 de 1968 Artículo 1° “Todos los pueblos tienen derecho a la libre determinación”. Ahora bien ¿Lo entenderán?
Cita de cierre: “Felices los que trabajan por la paz, porque se llamarán hijos de Dios”. Mateo: Capítulo 5 versículo 9.
Por Darío Arregocés Baute
El reto que asume el Presidente de Colombia frente al tema de la paz, no es nada fácil, pues en Colombia tenemos grupos guerrilleros como: el ELN y las disidencias de las Farc también conocida como La Nueva Marquetalia, estructuras criminales como: El Clan del Golfo, Los Pachenca, Los rastrojos etc.
El reto que asume el Presidente de Colombia frente al tema de la paz, no es nada fácil, pues en Colombia tenemos grupos guerrilleros como: el ELN y las disidencias de las Farc también conocida como La Nueva Marquetalia, estructuras criminales como: El Clan del Golfo, Los Pachenca, Los rastrojos etc. Que con su accionar delictivo siembran la zozobra en territorios como El Catatumbo, Córdoba, Antioquia, Magdalena Medio, Nariño, Chocó y Cauca. Nuestras Fuerzas Armadas han dado de baja a varios cabecillas de estas organizaciones, pero no se logra desmantelar la estructura, pues fatalmente se cumple con el refrán: “A rey muerto, rey puesto”. La lección es muy clara: No porque se haya dado de baja a Pablo Escobar, se acaba con el negocio del narcotráfico, que es el trasfondo de todo este entramado. Otra lección que podemos extraer del pasado: La paz hay que hacerla con todas las estructuras criminales.
A través del Acuerdo de la Habana (Cuba), se logró la desmovilización de casi la totalidad de las Farc, pero quedó el ELN; con el paso del tiempo, esta organización se fortaleció y hoy es un dolor de cabeza mayúsculo. Si se llegara a negociar la desmovilización del ELN, probablemente se fortalecerán estructuras como la del Clan del Golfo, por ejemplo, y continuaremos sumidos en el círculo vicioso ¿Qué hacer? Consideramos que hay que iniciar cuanto antes los diálogos con la subversión y con los GAOR (Grupos Armados Organizados), con los primeros en procura de lograr su desmovilización, y con los demás en procura de un sometimiento a la justicia, pues lo que ocurre es que los cabecillas de estas organizaciones como es el caso de alias Otoniel, son extraditados a los EE.UU, y los delitos tales como: homicidios, torturas, extorsión, sobornos, reclutamiento de menores, lavado de activos, delitos sexuales, entre otros, junto con las víctimas de estos crímenes, se quedan durmiendo el sueño de los justos.
Consideramos que es hora de entrar en una negociación con estos grupos donde, a cambio de unos beneficios de orden legal, se logre un mínimo de justicia y reparación de las víctimas, pero sobre todo se conozca la verdad de sus crímenes, se entreguen las armas y las rutas del narcotráfico, se delaten a sus cómplices, se entreguen los bienes que ilícitamente adquirieron a través del lavado de activos etc.
No obstante, al tío Sam, esta negociación le producirá urticaria, pues para ellos lo único válido es la extradición, y no entenderán que, a pesar de ella, el negocio no se acaba, por el contrario, cada vez se hace más lucrativo, habrá que explicarle que, el artículo 22 de nuestra Carta Política expresa: “La paz es un derecho y un deber de obligatorio cumplimiento”. Y que esta norma constitucional hace parte de los derechos fundamentales de los colombianos, y por último habrá que citar el Pacto Internacional de los Derechos Civiles y Políticos ratificado por Colombia mediante la Ley 74 de 1968 Artículo 1° “Todos los pueblos tienen derecho a la libre determinación”. Ahora bien ¿Lo entenderán?
Cita de cierre: “Felices los que trabajan por la paz, porque se llamarán hijos de Dios”. Mateo: Capítulo 5 versículo 9.
Por Darío Arregocés Baute