En este tiempo de incertidumbre, debido a la crisis de salud pública mundial impuesta por el covid-19, ha surgido una fuerza unánime que invita a reinventarse, a partir de iniciativas generadoras de cambios en los sectores económico, político, salud y social. La invitación devela cálculos y hábitos nuevos, explorando necesidades de repensar las situaciones en […]
En este tiempo de incertidumbre, debido a la crisis de salud pública mundial impuesta por el covid-19, ha surgido una fuerza unánime que invita a reinventarse, a partir de iniciativas generadoras de cambios en los sectores económico, político, salud y social. La invitación devela cálculos y hábitos nuevos, explorando necesidades de repensar las situaciones en medio de una profunda contracción económica y en la exploración hacia la rápida migración a las tecnologías digitales impulsadas por la pandemia.
Este llamado que impone un nuevo paradigma mundial, no tiene eco en el departamento del Cesar. Esta sordera me hace reflexionar sobre un pasaje del libro del magistral Gabriel García Márquez, “el general en su laberinto”, publicado en 1989. El nobel en esa novela hizo un llamado a la unidad continental desde una derrota humana que logra advertir los errores del héroe en su pasado. Lo más admirable es que este llamado al diálogo está expresado por la voz del Libertador cuando dice: “El no habernos compuesto con Santander nos ha perdido a todos” (p. 236). Lo que nos resulta tan difícil de entender en nuestra América es la palabra “todos”.
La dirigencia política del departamento del Cesar, tampoco ha entendido el significado de la palabra todos, cumplen roles individualistas, sin propósito y sin visión, son proclives a atender lo urgente, mientras frente a sus ojos estallan las irrupciones que se toman al mundo, pareciera que embelesados solo estuvieran interesados en amasar el botín, inclusive no comprenden el sentido exacto de la frustración ciudadana. Citando nuevamente la novela en comento de “Gabo”, cuando un Bolívar agotado dice, jugando ajedrez con fray Sebastián de Sigüenza: “El que almuerza con la soberbia cena con la vergüenza” (p. 202).
En la vergüenza navegan los dirigentes del departamento. Esta semana dos hechos de suma importancia uno político y otro económico perturbaron la zigzagueante tranquilidad de los habitantes del territorio. En primer lugar “Prodeco” presenta a consideración de la Agencia Nacional de Minería, una solicitud de autorización de suspensión de actividades de las minas de carbón térmico en Calenturitas y La Jagua; en segundo lugar, Luis Alberto Monsalvo, fue declarado culpable por la Corte Suprema de Justicia por el delito de corrupción al sufragante.
La decisión de Prodeco, está relacionada con la pandemia del covid-19 y la caída del precio internacional del carbón. Ambas situaciones requieren coordinación, vigilancia y, sobre todo, gestión. Como dije, a los dirigentes del departamento les estallan en sus ojos, hasta las situaciones con amplio tratamiento y documentación. Me refiero al desuso progresivo del carbón y los cuidados ambientales inmersos en el fenómeno de cambio climático. Por lo tanto, reitero que el Gobierno departamental, como autoridad principal y llamada a materializar y entender la noción de “todos”, pareciera que embelesado estuviera interesado en amasar el botín proveniente del Sistema General de Regalías, eso dan a entender, pues la reconversión minera la asimilan como una metáfora novelesca, soslayando que es la única alternativa apremiante para la economía y desarrollo del territorio.
Cada vez es más nebuloso el devenir administrativo del departamento del Cesar, el gobernador, Luis Alberto Monsalvo, divide su ejercicio como gobernante entre su despacho y los estrados judiciales, en paralelo se van desarrollando hechos económicos y de salud pública, que advierten anticipación. No celebro ni me alegro por el infortunio judicial que involucra al gobernador, no obstante, miro con preocupación la crítica situación del territorio. Concluyo anotando la frase siguiente: “lo correcto es correcto, incluso si todos están en contra. Y lo incorrecto es incorrecto, incluso si todos están a favor”
En este tiempo de incertidumbre, debido a la crisis de salud pública mundial impuesta por el covid-19, ha surgido una fuerza unánime que invita a reinventarse, a partir de iniciativas generadoras de cambios en los sectores económico, político, salud y social. La invitación devela cálculos y hábitos nuevos, explorando necesidades de repensar las situaciones en […]
En este tiempo de incertidumbre, debido a la crisis de salud pública mundial impuesta por el covid-19, ha surgido una fuerza unánime que invita a reinventarse, a partir de iniciativas generadoras de cambios en los sectores económico, político, salud y social. La invitación devela cálculos y hábitos nuevos, explorando necesidades de repensar las situaciones en medio de una profunda contracción económica y en la exploración hacia la rápida migración a las tecnologías digitales impulsadas por la pandemia.
Este llamado que impone un nuevo paradigma mundial, no tiene eco en el departamento del Cesar. Esta sordera me hace reflexionar sobre un pasaje del libro del magistral Gabriel García Márquez, “el general en su laberinto”, publicado en 1989. El nobel en esa novela hizo un llamado a la unidad continental desde una derrota humana que logra advertir los errores del héroe en su pasado. Lo más admirable es que este llamado al diálogo está expresado por la voz del Libertador cuando dice: “El no habernos compuesto con Santander nos ha perdido a todos” (p. 236). Lo que nos resulta tan difícil de entender en nuestra América es la palabra “todos”.
La dirigencia política del departamento del Cesar, tampoco ha entendido el significado de la palabra todos, cumplen roles individualistas, sin propósito y sin visión, son proclives a atender lo urgente, mientras frente a sus ojos estallan las irrupciones que se toman al mundo, pareciera que embelesados solo estuvieran interesados en amasar el botín, inclusive no comprenden el sentido exacto de la frustración ciudadana. Citando nuevamente la novela en comento de “Gabo”, cuando un Bolívar agotado dice, jugando ajedrez con fray Sebastián de Sigüenza: “El que almuerza con la soberbia cena con la vergüenza” (p. 202).
En la vergüenza navegan los dirigentes del departamento. Esta semana dos hechos de suma importancia uno político y otro económico perturbaron la zigzagueante tranquilidad de los habitantes del territorio. En primer lugar “Prodeco” presenta a consideración de la Agencia Nacional de Minería, una solicitud de autorización de suspensión de actividades de las minas de carbón térmico en Calenturitas y La Jagua; en segundo lugar, Luis Alberto Monsalvo, fue declarado culpable por la Corte Suprema de Justicia por el delito de corrupción al sufragante.
La decisión de Prodeco, está relacionada con la pandemia del covid-19 y la caída del precio internacional del carbón. Ambas situaciones requieren coordinación, vigilancia y, sobre todo, gestión. Como dije, a los dirigentes del departamento les estallan en sus ojos, hasta las situaciones con amplio tratamiento y documentación. Me refiero al desuso progresivo del carbón y los cuidados ambientales inmersos en el fenómeno de cambio climático. Por lo tanto, reitero que el Gobierno departamental, como autoridad principal y llamada a materializar y entender la noción de “todos”, pareciera que embelesado estuviera interesado en amasar el botín proveniente del Sistema General de Regalías, eso dan a entender, pues la reconversión minera la asimilan como una metáfora novelesca, soslayando que es la única alternativa apremiante para la economía y desarrollo del territorio.
Cada vez es más nebuloso el devenir administrativo del departamento del Cesar, el gobernador, Luis Alberto Monsalvo, divide su ejercicio como gobernante entre su despacho y los estrados judiciales, en paralelo se van desarrollando hechos económicos y de salud pública, que advierten anticipación. No celebro ni me alegro por el infortunio judicial que involucra al gobernador, no obstante, miro con preocupación la crítica situación del territorio. Concluyo anotando la frase siguiente: “lo correcto es correcto, incluso si todos están en contra. Y lo incorrecto es incorrecto, incluso si todos están a favor”