Este año se acabará la pandemia’, así rotulé mi columna del pasado jueves, tal vez para algunos de mis lectores sería un desatino, para otros quizá demasiado optimismo. Lo cierto es que ya el número de casos cotidianos con pruebas covid-19 positivas está disminuyendo, con apenas dos meses y pocos días de estar inoculando las […]
Este año se acabará la pandemia’, así rotulé mi columna del pasado jueves, tal vez para algunos de mis lectores sería un desatino, para otros quizá demasiado optimismo. Lo cierto es que ya el número de casos cotidianos con pruebas covid-19 positivas está disminuyendo, con apenas dos meses y pocos días de estar inoculando las vacunas en los países que comenzaron a aplicarlas en diciembre del 2020.
En nuestro país donde la vacunación empezó el 17 del mes en curso, los casos positivos han bajado considerablemente, también la cantidad de muertos, obviamente, no es por efectos de la vacunación. En todo caso, es que faltando 4 días para que finalice el segundo mes del 2021, en todo el mundo es notorio el declive de la pandemia, aunque en muchos países más pobre todavía no han iniciado la aplicación de vacunas anticovid-19.
Tomando la hipótesis de que el 85 % de los contagiados por el SARS-CoV-2 son asintomáticos y si le agregamos la copiosa desobediencia de los protocolos de bioseguridad, la lógica es que la humanidad ha adquirido inmunidad de rebaño que, sin duda alguna, se arraigará con la vacunación masiva, a pesar de ir muy lenta por el inconveniente de que la demanda de las vacunas supera la producción, la que pronto se ajustará con los buenos resultados que obtengan las otras farmacéuticas que tienen en investigación vacunas contra covid-19, entre las más avanzadas tenemos las de Janssen, CureVac y Novavax. En fin, hay más de medio centenar de vacunas en ensayo que, indudablemente, son necesarias porque el SARS-CoV-2 quedará endémico y siempre habrá gente para vacunar y protegerla.
Retomando el título de esta columna: ‘El costo del desaire al autocuidado’, si la humanidad se hubiera autocuidado, el año 2020 no habría sido tan desastroso. El costo de la desobediencia social ha sido inmenso en lo económico, en pérdidas de vidas humanas, no solo por covid-19 sino también por el abandono de las otras patologías, cuyas atenciones tardías comprenden más muertes y mayores gastos. Y qué decir de las secuelas físicas y psicológicas de quienes padecen covid-19 grave, del trastorno de la educación formal, de la alteración del funcionamiento de la justicia y demás desorganizaciones productivas y administrativas que tardarán un tiempo largo en recomponerse pagando más impuestos, cuyos pagos y cumplimientos serán muy difíciles y, por ende, también provocarán funestas consecuencias.
Especialmente, en nuestro país, cuya dirigencia política y empresarial es despiadada con la población trabajadora honesta. No en vano, desde hace bastante tiempo Colombia ocupa puestos deshonrosos en los ranking mundiales de corrupción, de pobreza, de narcotráfico, de mala educación, violación de los derechos humanos, desigualdades, etc., etc…
Alarmante la salud del ‘Jilguero de América’. Jorge Oñate González, también conocido como ‘El Jilguero de América’, uno de los ídolos entre los grandes intérpretes de la gloriosa música vallenata, permaneció 36 días hospitalizado en Valledupar con terapia intensiva que requirió traqueostomía, para mejor soporte ventilatorio de sus pulmones afectados por covid-19 grave, con evolución de pronóstico reservado.El pasado martes fue trasladado a Medellín en avión ambulancia, en estado crítico agravado por pancreatitis aguda. Se encuentra hospitalizado en un hospital dotado con alto nivel tecnológico y profesionales especializados que trabajan integrados en equipo, idóneo para realizarles a los pacientes los tratamientos médicos y procedimientos quirúrgicos indicados. En Valledupar y en todo el país estamos orándole a Dios por la salud de tan genial cantante. Amén.
Este año se acabará la pandemia’, así rotulé mi columna del pasado jueves, tal vez para algunos de mis lectores sería un desatino, para otros quizá demasiado optimismo. Lo cierto es que ya el número de casos cotidianos con pruebas covid-19 positivas está disminuyendo, con apenas dos meses y pocos días de estar inoculando las […]
Este año se acabará la pandemia’, así rotulé mi columna del pasado jueves, tal vez para algunos de mis lectores sería un desatino, para otros quizá demasiado optimismo. Lo cierto es que ya el número de casos cotidianos con pruebas covid-19 positivas está disminuyendo, con apenas dos meses y pocos días de estar inoculando las vacunas en los países que comenzaron a aplicarlas en diciembre del 2020.
En nuestro país donde la vacunación empezó el 17 del mes en curso, los casos positivos han bajado considerablemente, también la cantidad de muertos, obviamente, no es por efectos de la vacunación. En todo caso, es que faltando 4 días para que finalice el segundo mes del 2021, en todo el mundo es notorio el declive de la pandemia, aunque en muchos países más pobre todavía no han iniciado la aplicación de vacunas anticovid-19.
Tomando la hipótesis de que el 85 % de los contagiados por el SARS-CoV-2 son asintomáticos y si le agregamos la copiosa desobediencia de los protocolos de bioseguridad, la lógica es que la humanidad ha adquirido inmunidad de rebaño que, sin duda alguna, se arraigará con la vacunación masiva, a pesar de ir muy lenta por el inconveniente de que la demanda de las vacunas supera la producción, la que pronto se ajustará con los buenos resultados que obtengan las otras farmacéuticas que tienen en investigación vacunas contra covid-19, entre las más avanzadas tenemos las de Janssen, CureVac y Novavax. En fin, hay más de medio centenar de vacunas en ensayo que, indudablemente, son necesarias porque el SARS-CoV-2 quedará endémico y siempre habrá gente para vacunar y protegerla.
Retomando el título de esta columna: ‘El costo del desaire al autocuidado’, si la humanidad se hubiera autocuidado, el año 2020 no habría sido tan desastroso. El costo de la desobediencia social ha sido inmenso en lo económico, en pérdidas de vidas humanas, no solo por covid-19 sino también por el abandono de las otras patologías, cuyas atenciones tardías comprenden más muertes y mayores gastos. Y qué decir de las secuelas físicas y psicológicas de quienes padecen covid-19 grave, del trastorno de la educación formal, de la alteración del funcionamiento de la justicia y demás desorganizaciones productivas y administrativas que tardarán un tiempo largo en recomponerse pagando más impuestos, cuyos pagos y cumplimientos serán muy difíciles y, por ende, también provocarán funestas consecuencias.
Especialmente, en nuestro país, cuya dirigencia política y empresarial es despiadada con la población trabajadora honesta. No en vano, desde hace bastante tiempo Colombia ocupa puestos deshonrosos en los ranking mundiales de corrupción, de pobreza, de narcotráfico, de mala educación, violación de los derechos humanos, desigualdades, etc., etc…
Alarmante la salud del ‘Jilguero de América’. Jorge Oñate González, también conocido como ‘El Jilguero de América’, uno de los ídolos entre los grandes intérpretes de la gloriosa música vallenata, permaneció 36 días hospitalizado en Valledupar con terapia intensiva que requirió traqueostomía, para mejor soporte ventilatorio de sus pulmones afectados por covid-19 grave, con evolución de pronóstico reservado.El pasado martes fue trasladado a Medellín en avión ambulancia, en estado crítico agravado por pancreatitis aguda. Se encuentra hospitalizado en un hospital dotado con alto nivel tecnológico y profesionales especializados que trabajan integrados en equipo, idóneo para realizarles a los pacientes los tratamientos médicos y procedimientos quirúrgicos indicados. En Valledupar y en todo el país estamos orándole a Dios por la salud de tan genial cantante. Amén.