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Columnista - 1 diciembre, 2021

¡El costo de poner Orden!

Dicen los entendidos que poner la casa de gobierno municipal en orden por lo general tiene su costo político, sin embargo dicho costo con el pasar del tiempo se debe ir convirtiendo en un logro representativo cuando el ciudadano del común empieza a ver los resultados del cambio. Fiel ejemplo de ello han sido ciudades […]

Dicen los entendidos que poner la casa de gobierno municipal en orden por lo general tiene su costo político, sin embargo dicho costo con el pasar del tiempo se debe ir convirtiendo en un logro representativo cuando el ciudadano del común empieza a ver los resultados del cambio.

Fiel ejemplo de ello han sido ciudades como Barranquilla y Montería, cuya transformación ha tenido una secuencia de doce (12) años de gobiernos con la misma senda política y con el mismo objetivo de cambiar la forma de gobernar y administrar lo público.

Nada de esto fue fácil para las ciudades en mención, los primeros en oponerse a decisiones trascendentales y apolíticas fueron los contradictores y opositores (muy similar a Valledupar), quienes de forma ágil aprovecharon cierto inconformismo acumulado con la clase política tradicional y aprovecharon para pescar en río revuelto a cambio de posicionar su imagen como defensores de la comunidad.

Con el pasar de los años y el avance de estas ciudades, el mismo pueblo fue reconociendo de forma positiva las decisiones apolíticas de cada mandatario de turno.

Lo mismo pasará en Valledupar con el tema de Emdupar. Será el tiempo quien juzgue las decisiones del hoy alcalde Mello Castro Gonzales. Cuando el ciudadano del común empiece a ver la mejoría del servicio, la calidad y la cobertura vendrá el reconocimiento.

Hoy bajo una tormenta de críticas se ha querido politizar una decisión meramente técnica y convertirla en una contienda política. Emdupar no es la primera, ni la última empresa en el país que busca un aliado estratégico para fortalecerse y salir de la crisis en la que se encuentra. En el mundo empresarial ese tipo de alianzas son las más comunes para aunar esfuerzos y salir adelante.

Mezclar la política con lo técnico es como tratar de unir el agua con el aceite, las decisiones técnicas son basadas en estudios y cifras altamente valoradas, mientras que lo político solo busca favorecer la imagen salvadora de cierto sector opositor.

Poner en orden una empresa como Emdupar no ha sido una decisión tomada a la carrera, solo basta conocer la estructura financiera de Emdupar, donde paradójicamente se reciben más ingresos operacionales por concepto del servicio de alcantarillado que por concepto del servicio de acueducto.

Esto desde el punto de vista financiero muestra que es una situación anormal en este tipo de empresas, teniendo en cuenta que el 80 % del costo de operación viene del servicio de agua potable. También hay que sumarle la alta carga laboral sindicalizada que tiene la entidad, con beneficios que rayan en lo absurdo y que solo tienen la finalidad de desangrar a la empresa.

Hoy muchos salen a señalar la solución planteada, pero esos mismos que hoy critican adeudan el servicio recibido. Solo hay que tener en cuenta que la cartera por cobrar por servicios supera los $85.000 millones; hoy, en promedio, un usuario demora en pagar su factura casi 532 días. Con esas cifras e indicadores es imposible sostener cualquier operación en una empresa.

La situación de iliquidez se acrecentó mucho más en la pandemia del covid-19, cuando por situaciones de salud pública se le prohibió desde el Gobierno nacional a este tipo de empresas la suspensión del servicio, lo que generó que las cifras de iliquidez crecieran más rápidamente y por ende el pasivo a la fecha se convirtiera en imposible de pagar con las cifras actuales de recaudo.

Sectores políticos claman desde su tribuna la intervención de la superintendencia como única salida –para ellos sería su trofeo-  y se oponen a que llegue un socio estratégico, hoy por hoy, más que necesario, con experiencia técnica y con capacidad económica amplia y disponible para poner el orden que necesita.  

El alcalde, fiel a su estilo pausado y mesurado, ha tomado la decisión correcta desde el punto de vista técnico y financiero, avalado con diferentes estudios y conceptos que indican que en el corto y mediano plazo se verán los resultados esperados. El Orden implica cambiar la forma absurda como se venía manejando la empresa, esto a muchos no les ha gustado pero al final quién ganará la ciudad. 

[email protected]

Columnista
1 diciembre, 2021

¡El costo de poner Orden!

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
José Alejandro Fuentes

Dicen los entendidos que poner la casa de gobierno municipal en orden por lo general tiene su costo político, sin embargo dicho costo con el pasar del tiempo se debe ir convirtiendo en un logro representativo cuando el ciudadano del común empieza a ver los resultados del cambio. Fiel ejemplo de ello han sido ciudades […]


Dicen los entendidos que poner la casa de gobierno municipal en orden por lo general tiene su costo político, sin embargo dicho costo con el pasar del tiempo se debe ir convirtiendo en un logro representativo cuando el ciudadano del común empieza a ver los resultados del cambio.

Fiel ejemplo de ello han sido ciudades como Barranquilla y Montería, cuya transformación ha tenido una secuencia de doce (12) años de gobiernos con la misma senda política y con el mismo objetivo de cambiar la forma de gobernar y administrar lo público.

Nada de esto fue fácil para las ciudades en mención, los primeros en oponerse a decisiones trascendentales y apolíticas fueron los contradictores y opositores (muy similar a Valledupar), quienes de forma ágil aprovecharon cierto inconformismo acumulado con la clase política tradicional y aprovecharon para pescar en río revuelto a cambio de posicionar su imagen como defensores de la comunidad.

Con el pasar de los años y el avance de estas ciudades, el mismo pueblo fue reconociendo de forma positiva las decisiones apolíticas de cada mandatario de turno.

Lo mismo pasará en Valledupar con el tema de Emdupar. Será el tiempo quien juzgue las decisiones del hoy alcalde Mello Castro Gonzales. Cuando el ciudadano del común empiece a ver la mejoría del servicio, la calidad y la cobertura vendrá el reconocimiento.

Hoy bajo una tormenta de críticas se ha querido politizar una decisión meramente técnica y convertirla en una contienda política. Emdupar no es la primera, ni la última empresa en el país que busca un aliado estratégico para fortalecerse y salir de la crisis en la que se encuentra. En el mundo empresarial ese tipo de alianzas son las más comunes para aunar esfuerzos y salir adelante.

Mezclar la política con lo técnico es como tratar de unir el agua con el aceite, las decisiones técnicas son basadas en estudios y cifras altamente valoradas, mientras que lo político solo busca favorecer la imagen salvadora de cierto sector opositor.

Poner en orden una empresa como Emdupar no ha sido una decisión tomada a la carrera, solo basta conocer la estructura financiera de Emdupar, donde paradójicamente se reciben más ingresos operacionales por concepto del servicio de alcantarillado que por concepto del servicio de acueducto.

Esto desde el punto de vista financiero muestra que es una situación anormal en este tipo de empresas, teniendo en cuenta que el 80 % del costo de operación viene del servicio de agua potable. También hay que sumarle la alta carga laboral sindicalizada que tiene la entidad, con beneficios que rayan en lo absurdo y que solo tienen la finalidad de desangrar a la empresa.

Hoy muchos salen a señalar la solución planteada, pero esos mismos que hoy critican adeudan el servicio recibido. Solo hay que tener en cuenta que la cartera por cobrar por servicios supera los $85.000 millones; hoy, en promedio, un usuario demora en pagar su factura casi 532 días. Con esas cifras e indicadores es imposible sostener cualquier operación en una empresa.

La situación de iliquidez se acrecentó mucho más en la pandemia del covid-19, cuando por situaciones de salud pública se le prohibió desde el Gobierno nacional a este tipo de empresas la suspensión del servicio, lo que generó que las cifras de iliquidez crecieran más rápidamente y por ende el pasivo a la fecha se convirtiera en imposible de pagar con las cifras actuales de recaudo.

Sectores políticos claman desde su tribuna la intervención de la superintendencia como única salida –para ellos sería su trofeo-  y se oponen a que llegue un socio estratégico, hoy por hoy, más que necesario, con experiencia técnica y con capacidad económica amplia y disponible para poner el orden que necesita.  

El alcalde, fiel a su estilo pausado y mesurado, ha tomado la decisión correcta desde el punto de vista técnico y financiero, avalado con diferentes estudios y conceptos que indican que en el corto y mediano plazo se verán los resultados esperados. El Orden implica cambiar la forma absurda como se venía manejando la empresa, esto a muchos no les ha gustado pero al final quién ganará la ciudad. 

[email protected]