El Comité Internacional de la Cruz Roja, en un documento de diciembre pasado, “considera que hay al menos cinco conflictos armados no internacionales (CANIS) en Colombia” y probablemente un sexto con “otros actores armados que se reclaman herederos de las Farc-EP”. Para el Estado es legítimo utilizar la fuerza contra los grupos que participan en […]
El Comité Internacional de la Cruz Roja, en un documento de diciembre pasado, “considera que hay al menos cinco conflictos armados no internacionales (CANIS) en Colombia” y probablemente un sexto con “otros actores armados que se reclaman herederos de las Farc-EP”.
Para el Estado es legítimo utilizar la fuerza contra los grupos que participan en un CANI “en el marco del Derecho Internacional Humanitario (DIH)”. En ese marco, para los Estados es lícito usar unas armas y desplegar unos niveles de intensidad en el uso de la fuerza que no serían tolerables a la luz de los derechos humanos.
Así que, en contra del discurso santista y de la izquierda, y como lo hemos afirmado en muchas ocasiones, en Colombia no solo no hay “paz”, sino que:
¿Postconflicto? Definitivamente no, apenas un posacuerdo que, desde varios sentidos, hace aún más difícil la acción del Estado y plantea nuevos desafíos.
El Comité Internacional de la Cruz Roja, en un documento de diciembre pasado, “considera que hay al menos cinco conflictos armados no internacionales (CANIS) en Colombia” y probablemente un sexto con “otros actores armados que se reclaman herederos de las Farc-EP”. Para el Estado es legítimo utilizar la fuerza contra los grupos que participan en […]
El Comité Internacional de la Cruz Roja, en un documento de diciembre pasado, “considera que hay al menos cinco conflictos armados no internacionales (CANIS) en Colombia” y probablemente un sexto con “otros actores armados que se reclaman herederos de las Farc-EP”.
Para el Estado es legítimo utilizar la fuerza contra los grupos que participan en un CANI “en el marco del Derecho Internacional Humanitario (DIH)”. En ese marco, para los Estados es lícito usar unas armas y desplegar unos niveles de intensidad en el uso de la fuerza que no serían tolerables a la luz de los derechos humanos.
Así que, en contra del discurso santista y de la izquierda, y como lo hemos afirmado en muchas ocasiones, en Colombia no solo no hay “paz”, sino que:
¿Postconflicto? Definitivamente no, apenas un posacuerdo que, desde varios sentidos, hace aún más difícil la acción del Estado y plantea nuevos desafíos.