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Columnista - 6 junio, 2023

El colibrí que necesita Valledupar

Que cada uno de nosotros haga su parte, es necesario y un imperioso operar para salir adelante.

Que cada uno de nosotros haga su parte, es necesario y un imperioso operar para salir adelante.

Quiero contarles la historia del colibrí, una bella fábula que nos invita a reflexionar y nos deja una gran enseñanza.

En uno de esos nefastos procesos que atentan contra el medio ambiente, una mano imprudente generó un incendio en medio del bosque, las llamas afectaban de manera cruel el entorno, los animales veían que su hábitat estaba en peligro.

El león, rey de la selva corría despavorido, el tigre, la jirafa, la pantera, buscaban refugio; el mono y su familia iban de rama en rama esquivando las llamas, hasta la tortuga ‘corría lentamente’. Dicen que con candela no hay perro flojo.

Las aves volaban y se ponían a salvo evitando que las llamas alcanzaran sus polluelos.

Detrás de todo ese enjambre de animales iba el hipopótamo con su robusto cuerpo, al igual que el elefante con su inmensa trompa y sus pasos lentos

De pronto, en un ir y venir se veía volar a un diminuto Colibrí; entre las densas nubes de humo   el pajarito llegaba a la orilla de un riachuelo, tomaba en su pequeño pico un poco de agua, luego volaba en dirección de las llamas se posaba sobre ellas y dejaba caer su pequeña carga de agua, una y otra vez se veía al Colibrí haciendo ese recorrido.

El elefante y los demás animales intrigados deciden investigar al pajarillo, pues les parecía un comportamiento bastante extraño:

¿Qué haces colibrí?, le preguntó el elefante.

Voy al lago – respondió él – tomó agua con el pico y la echó al fuego para apagar el incendio.

El elefante sonrió.

¿Estás loco? – le dijo. ¿Crees que vas a conseguir apagarlo con tu pequeño pico tú solo?

No – respondió el colibrí – yo sé que solo no puedo. Pero ese bosque es mi hogar.

Me alimenta, me da cobijo a mí y a mi familia, y le estoy agradecido por eso. Y lo ayudo a crecer polinizando sus flores. Soy parte de él y él es parte de mí. Sé que solo no puedo apagarlo, pero tengo que hacer mi parte.

En ese momento, los espíritus del bosque que escuchaban al colibrí, se sintieron conmovidos por la pequeña ave y su devoción hacia el bosque. Y milagrosamente enviaron un fuerte chaparrón, que terminó con el incendio.

Hoy, en este mundo que es devorado por el fuego de la perdición, de la corrupción, de la maldad y la desidia, es necesario entender que para salvar el mundo del holocausto es necesario que todos actuemos.

La responsabilidad no es de mi vecino, es mía; el compromiso no abraza a tu prójimo solamente, es tuyo también. No esperes a que otro haga. Hazlo tú. 

A Valledupar la queremos limpia, no la ensucies; a Valledupar la queremos verde, siembra un árbol, cuida el río; si queremos un buen gobernante escojamos al mejor.

Las abuelas indias contaban esta historia a sus nietos concluyendo:

“¿Quieres atraer los milagros a tu vida? ¡Haz tu parte!”

De eso se trata, de entender que la obligación para que las cosas funcionen no dependen exclusivamente de los demás, es responsabilidad propia, mía también. 

Empecemos por Valledupar, escoger bien el próximo alcalde, es la tarea, como la del colibrí. No escojamos los mismos lobos del cartel de la corrupción, disfrazados de corderos azules. Ya está bueno.  Sólo Eso.

Columnista
6 junio, 2023

El colibrí que necesita Valledupar

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Eduardo S. Ortega Vergara

Que cada uno de nosotros haga su parte, es necesario y un imperioso operar para salir adelante.


Que cada uno de nosotros haga su parte, es necesario y un imperioso operar para salir adelante.

Quiero contarles la historia del colibrí, una bella fábula que nos invita a reflexionar y nos deja una gran enseñanza.

En uno de esos nefastos procesos que atentan contra el medio ambiente, una mano imprudente generó un incendio en medio del bosque, las llamas afectaban de manera cruel el entorno, los animales veían que su hábitat estaba en peligro.

El león, rey de la selva corría despavorido, el tigre, la jirafa, la pantera, buscaban refugio; el mono y su familia iban de rama en rama esquivando las llamas, hasta la tortuga ‘corría lentamente’. Dicen que con candela no hay perro flojo.

Las aves volaban y se ponían a salvo evitando que las llamas alcanzaran sus polluelos.

Detrás de todo ese enjambre de animales iba el hipopótamo con su robusto cuerpo, al igual que el elefante con su inmensa trompa y sus pasos lentos

De pronto, en un ir y venir se veía volar a un diminuto Colibrí; entre las densas nubes de humo   el pajarito llegaba a la orilla de un riachuelo, tomaba en su pequeño pico un poco de agua, luego volaba en dirección de las llamas se posaba sobre ellas y dejaba caer su pequeña carga de agua, una y otra vez se veía al Colibrí haciendo ese recorrido.

El elefante y los demás animales intrigados deciden investigar al pajarillo, pues les parecía un comportamiento bastante extraño:

¿Qué haces colibrí?, le preguntó el elefante.

Voy al lago – respondió él – tomó agua con el pico y la echó al fuego para apagar el incendio.

El elefante sonrió.

¿Estás loco? – le dijo. ¿Crees que vas a conseguir apagarlo con tu pequeño pico tú solo?

No – respondió el colibrí – yo sé que solo no puedo. Pero ese bosque es mi hogar.

Me alimenta, me da cobijo a mí y a mi familia, y le estoy agradecido por eso. Y lo ayudo a crecer polinizando sus flores. Soy parte de él y él es parte de mí. Sé que solo no puedo apagarlo, pero tengo que hacer mi parte.

En ese momento, los espíritus del bosque que escuchaban al colibrí, se sintieron conmovidos por la pequeña ave y su devoción hacia el bosque. Y milagrosamente enviaron un fuerte chaparrón, que terminó con el incendio.

Hoy, en este mundo que es devorado por el fuego de la perdición, de la corrupción, de la maldad y la desidia, es necesario entender que para salvar el mundo del holocausto es necesario que todos actuemos.

La responsabilidad no es de mi vecino, es mía; el compromiso no abraza a tu prójimo solamente, es tuyo también. No esperes a que otro haga. Hazlo tú. 

A Valledupar la queremos limpia, no la ensucies; a Valledupar la queremos verde, siembra un árbol, cuida el río; si queremos un buen gobernante escojamos al mejor.

Las abuelas indias contaban esta historia a sus nietos concluyendo:

“¿Quieres atraer los milagros a tu vida? ¡Haz tu parte!”

De eso se trata, de entender que la obligación para que las cosas funcionen no dependen exclusivamente de los demás, es responsabilidad propia, mía también. 

Empecemos por Valledupar, escoger bien el próximo alcalde, es la tarea, como la del colibrí. No escojamos los mismos lobos del cartel de la corrupción, disfrazados de corderos azules. Ya está bueno.  Sólo Eso.