Definitivamente la relación con Venezuela es un circo diplomático. Todo comenzó cuando Duque, en sus primeros días de mandato, dijo que una de sus prioridades era desmotar la dictadura de Maduro, como si no tuviera suficientes problemas internos para asumir un desgaste que no le corresponde y que además, por odios ideológicos y personales, le […]
Definitivamente la relación con Venezuela es un circo diplomático. Todo comenzó cuando Duque, en sus primeros días de mandato, dijo que una de sus prioridades era desmotar la dictadura de Maduro, como si no tuviera suficientes problemas internos para asumir un desgaste que no le corresponde y que además, por odios ideológicos y personales, le ha causado muchos problemas; desde entonces, todo ha sido una función barata de principiantes, con actos como el de la ayuda humanitaria que iban a meter a la fuerza a Venezuela, pero terminó quemada y sin saber por quién, con puentes bloqueados por contenedores y luego, un concierto en el que los artistas, reunidos por un multimillonario, estaban a gran distancia, muy alejados de los asistentes, tampoco termino en nada, solo sirvió para montar un show con la tragedia de otros; además del excesivo respaldo a Juan Guaidó, quien se valió de los paracos para ingresar a Colombia por la trocha, contradiciendo todos los protocolos consulares. Han sido muchos los desaciertos de la diplomacia colombiana, dándole alas a Maduro para seguir siendo el dictador que intimida, insulta y pone condiciones cada vez que le da la gana, hasta el mismo exembajador en Washington, Pachito Santos, en una charla que le grabaron con la nueva canciller Claudia Blum, habla escuetamente del fracaso del tal cerco diplomático. Sobre la canciller, vale la pena acotar que fue una pésima elección, una mujer desconectada de la diplomacia internacional, que no sabe dónde está parada, solicitando consejos a Pachito Santos, que tampoco sabe dónde está parado. Blum ha demostrado en su corta estadía en el palacio de San Carlos que su nombramiento fue más por palanca del expresidente Uribe, que por sus capacidades y conocimientos en diplomacia.
Pero la gota que rebosó la copa fue la captura en Maracaibo de Aida Merlano y la salida en falso del gobierno al solicitar su extradición a Juan Guaidó, quien no tiene policía, no tiene gobierno, ni tampoco a Aida Merlano, un chistorete completo, situación que le sirvió a Nicolás Maduro para ridiculizar una vez más a Iván Duque y, por ende, a todo el pueblo colombiano. ¿Por qué ocurre todo esto? Porque Duque se obsesionó con la situación venezolana, que si bien es dolorosa y nos impacta, no podemos girar nuestra política internacional a resolver los problemas de una dictadura, que ni organismos multilaterales han logrado. Aunque no haya relaciones, podría haber un canal de comunicación entre dos países que tienen una frontera común muy extensa y muchos problemas por resolver; países como Palestina e Israel, en guerra, lo tienen; EE. UU., y Cuba, en el peor de los momentos, lo tuvieron; lo mismo EE. UU-. y Rusia. Pero, en fin, aquí suceden cosas como la de Aida Merlano y no hay con quien entenderse por la terquedad de un gobierno movido por pasiones. Ojalá Duque asuma tantos problemas de Colombia que no dan espera y se dedique a gobernar el país, que evite buscar enfrentamientos con los venezolanos que también deben solucionar sus propios líos.
Definitivamente la relación con Venezuela es un circo diplomático. Todo comenzó cuando Duque, en sus primeros días de mandato, dijo que una de sus prioridades era desmotar la dictadura de Maduro, como si no tuviera suficientes problemas internos para asumir un desgaste que no le corresponde y que además, por odios ideológicos y personales, le […]
Definitivamente la relación con Venezuela es un circo diplomático. Todo comenzó cuando Duque, en sus primeros días de mandato, dijo que una de sus prioridades era desmotar la dictadura de Maduro, como si no tuviera suficientes problemas internos para asumir un desgaste que no le corresponde y que además, por odios ideológicos y personales, le ha causado muchos problemas; desde entonces, todo ha sido una función barata de principiantes, con actos como el de la ayuda humanitaria que iban a meter a la fuerza a Venezuela, pero terminó quemada y sin saber por quién, con puentes bloqueados por contenedores y luego, un concierto en el que los artistas, reunidos por un multimillonario, estaban a gran distancia, muy alejados de los asistentes, tampoco termino en nada, solo sirvió para montar un show con la tragedia de otros; además del excesivo respaldo a Juan Guaidó, quien se valió de los paracos para ingresar a Colombia por la trocha, contradiciendo todos los protocolos consulares. Han sido muchos los desaciertos de la diplomacia colombiana, dándole alas a Maduro para seguir siendo el dictador que intimida, insulta y pone condiciones cada vez que le da la gana, hasta el mismo exembajador en Washington, Pachito Santos, en una charla que le grabaron con la nueva canciller Claudia Blum, habla escuetamente del fracaso del tal cerco diplomático. Sobre la canciller, vale la pena acotar que fue una pésima elección, una mujer desconectada de la diplomacia internacional, que no sabe dónde está parada, solicitando consejos a Pachito Santos, que tampoco sabe dónde está parado. Blum ha demostrado en su corta estadía en el palacio de San Carlos que su nombramiento fue más por palanca del expresidente Uribe, que por sus capacidades y conocimientos en diplomacia.
Pero la gota que rebosó la copa fue la captura en Maracaibo de Aida Merlano y la salida en falso del gobierno al solicitar su extradición a Juan Guaidó, quien no tiene policía, no tiene gobierno, ni tampoco a Aida Merlano, un chistorete completo, situación que le sirvió a Nicolás Maduro para ridiculizar una vez más a Iván Duque y, por ende, a todo el pueblo colombiano. ¿Por qué ocurre todo esto? Porque Duque se obsesionó con la situación venezolana, que si bien es dolorosa y nos impacta, no podemos girar nuestra política internacional a resolver los problemas de una dictadura, que ni organismos multilaterales han logrado. Aunque no haya relaciones, podría haber un canal de comunicación entre dos países que tienen una frontera común muy extensa y muchos problemas por resolver; países como Palestina e Israel, en guerra, lo tienen; EE. UU., y Cuba, en el peor de los momentos, lo tuvieron; lo mismo EE. UU-. y Rusia. Pero, en fin, aquí suceden cosas como la de Aida Merlano y no hay con quien entenderse por la terquedad de un gobierno movido por pasiones. Ojalá Duque asuma tantos problemas de Colombia que no dan espera y se dedique a gobernar el país, que evite buscar enfrentamientos con los venezolanos que también deben solucionar sus propios líos.