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Columnista - 24 abril, 2015

El circo

Por física flojera, un “dejao” que me invade, tal vez por la edad y las preocupaciones, no fui al magno evento realizado por el Ministerio de Agricultura denominado Agroencuentro, donde asistieron aproximadamente 5.000 mil personas y se gastaron más o menos $5.000.000.000, es decir un paquete por persona. Me arrepiento de no haber ido a […]

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Por física flojera, un “dejao” que me invade, tal vez por la edad y las preocupaciones, no fui al magno evento realizado por el Ministerio de Agricultura denominado Agroencuentro, donde asistieron aproximadamente 5.000 mil personas y se gastaron más o menos $5.000.000.000, es decir un paquete por persona. Me arrepiento de no haber ido a que me gastaran siquiera un peso y departir un rato con los amigos que asistieron, para tomarme un vino o un whisky con Carlitos Murgas, intercambiar ideas con Pepe Félix o reclamarle al Negro Amaris por no haberme mandado el lomo del toro campeón que quizás ya pasaron al papayo y oír hablar y pontificar a muchos que se creen sabios.

Me he prometido que de ahora en adelante asistiré a cuanto fundingue o circo haya, tal como lo hace Alfonso Araujo Cotes o Pepe Castro a pesar de los 90 que llevan encima o como lo hizo Aníbal Martínez hasta los últimos días de su existencia; diferente el doctor José Antonio Murgas, recién operado y en cero kilometro como un Toyota nuevo y con una lucidez mental envidiable, solo opina en las terrazas de su casa y en la de Johnny Pérez, sacando el pecho, alzando los brazos gaitanescamente, abriendo los ojos y gritando para convencer a todo el mundo, pero especialmente a Pacho Fuentes, pero eso no pasa de ahí, más hago yo escribiendo esta columna sin decir nada, pero que algo digo y algo voy a decir del Agroencuentro: eso fue un derroche de dinero innecesario, un circo que ya se trastió con su carpa a otra parte, a donde vinieron más de 500 empleados a viaticar por cinco días, donde no dejaron sino promesas, diferente al Atlántico que le dejan billones para obras.

Yo creía que de la abultada cartera que maneja el Ministerio de Agricultura, de $5 billones dejarían una esquirla para comenzar ya el Reservorio de Los Besotes o que el Banco Agrario suprimiría el rosario de requisitos absurdos que le exigen a sus clientes para un pequeño crédito y que para reactivar, no resucitar, el algodón que ya se murió, le dirían al agricultor que pusiera la tierra y el Estado le instalaba riego y le ayudaba a pagar la luz que es un cáncer que nadie aguanta.

Me dicen los entendidos que están sufriendo el rigor de este largo verano, que la percepción es que alguien está en plena campaña política con ínfulas de llegar a la silla de Bolívar, porque ya hace rato el Cauca no moja y es hora de retomar el poder que tantas veces han manejado con los Mosquera, López, Valencia y Arboleda, entre otros.

Lo digo yo, que no digo nada, pero también lo dice el joven empresario ganadero Luis Eduardo Campo Cuello, el curtido dirigente agropecuario Dagoberto Poveda, el ex médico y ahora importante ganadero Pedro Rodríguez, Presidente del gremio y se lo oigo decir a todo el mundo, pero deseo leer los comentarios de Pepe Félix y de los directivos del sector agrícola y como me gustaría leer los planteamientos serios, eso sí, sesudos del doctor José Antonio Murgas Aponte, pero no en las terrazas sino para la opinión pública.

***
Otra vez la horrible parca golpeó a la familia Romero Churio en Guacoche y esta vez se llevó a mi compadre Arístides. Yo, Mercy, mis hijos y María Luisa somos solidarios con su dolor y le pedimos a Dios que lo acoja en su seno.

Columnista
24 abril, 2015

El circo

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
José M. Aponte Martínez

Por física flojera, un “dejao” que me invade, tal vez por la edad y las preocupaciones, no fui al magno evento realizado por el Ministerio de Agricultura denominado Agroencuentro, donde asistieron aproximadamente 5.000 mil personas y se gastaron más o menos $5.000.000.000, es decir un paquete por persona. Me arrepiento de no haber ido a […]


Por física flojera, un “dejao” que me invade, tal vez por la edad y las preocupaciones, no fui al magno evento realizado por el Ministerio de Agricultura denominado Agroencuentro, donde asistieron aproximadamente 5.000 mil personas y se gastaron más o menos $5.000.000.000, es decir un paquete por persona. Me arrepiento de no haber ido a que me gastaran siquiera un peso y departir un rato con los amigos que asistieron, para tomarme un vino o un whisky con Carlitos Murgas, intercambiar ideas con Pepe Félix o reclamarle al Negro Amaris por no haberme mandado el lomo del toro campeón que quizás ya pasaron al papayo y oír hablar y pontificar a muchos que se creen sabios.

Me he prometido que de ahora en adelante asistiré a cuanto fundingue o circo haya, tal como lo hace Alfonso Araujo Cotes o Pepe Castro a pesar de los 90 que llevan encima o como lo hizo Aníbal Martínez hasta los últimos días de su existencia; diferente el doctor José Antonio Murgas, recién operado y en cero kilometro como un Toyota nuevo y con una lucidez mental envidiable, solo opina en las terrazas de su casa y en la de Johnny Pérez, sacando el pecho, alzando los brazos gaitanescamente, abriendo los ojos y gritando para convencer a todo el mundo, pero especialmente a Pacho Fuentes, pero eso no pasa de ahí, más hago yo escribiendo esta columna sin decir nada, pero que algo digo y algo voy a decir del Agroencuentro: eso fue un derroche de dinero innecesario, un circo que ya se trastió con su carpa a otra parte, a donde vinieron más de 500 empleados a viaticar por cinco días, donde no dejaron sino promesas, diferente al Atlántico que le dejan billones para obras.

Yo creía que de la abultada cartera que maneja el Ministerio de Agricultura, de $5 billones dejarían una esquirla para comenzar ya el Reservorio de Los Besotes o que el Banco Agrario suprimiría el rosario de requisitos absurdos que le exigen a sus clientes para un pequeño crédito y que para reactivar, no resucitar, el algodón que ya se murió, le dirían al agricultor que pusiera la tierra y el Estado le instalaba riego y le ayudaba a pagar la luz que es un cáncer que nadie aguanta.

Me dicen los entendidos que están sufriendo el rigor de este largo verano, que la percepción es que alguien está en plena campaña política con ínfulas de llegar a la silla de Bolívar, porque ya hace rato el Cauca no moja y es hora de retomar el poder que tantas veces han manejado con los Mosquera, López, Valencia y Arboleda, entre otros.

Lo digo yo, que no digo nada, pero también lo dice el joven empresario ganadero Luis Eduardo Campo Cuello, el curtido dirigente agropecuario Dagoberto Poveda, el ex médico y ahora importante ganadero Pedro Rodríguez, Presidente del gremio y se lo oigo decir a todo el mundo, pero deseo leer los comentarios de Pepe Félix y de los directivos del sector agrícola y como me gustaría leer los planteamientos serios, eso sí, sesudos del doctor José Antonio Murgas Aponte, pero no en las terrazas sino para la opinión pública.

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Otra vez la horrible parca golpeó a la familia Romero Churio en Guacoche y esta vez se llevó a mi compadre Arístides. Yo, Mercy, mis hijos y María Luisa somos solidarios con su dolor y le pedimos a Dios que lo acoja en su seno.