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Columnista - 17 noviembre, 2011

El Cesar napoleónico

Por: Andrés E. Quintero Olmos Un gran economista* escribía en 1995 “Si el capital se hubiera desplazado hacia la agricultura con anterioridad y/o si la acumulación de capital se hubiera desplazado más pronto hacia un modo más intensivo en capital humano, Colombia no habría alcanzado, en la fase intermedia de su transformación, niveles de desigualdad […]

Por: Andrés E. Quintero Olmos

Un gran economista* escribía en 1995 “Si el capital se hubiera desplazado hacia la agricultura con anterioridad y/o si la acumulación de capital se hubiera desplazado más pronto hacia un modo más intensivo en capital humano, Colombia no habría alcanzado, en la fase intermedia de su transformación, niveles de desigualdad tan notable en la esfera internacional”. Palabras más vigentes que nunca. El Cesar necesita interiorizar estos preceptos en aras de reducir la desigualdad social presente. Nunca es tarde. Para esto, necesitamos hacer dos cosas: invertir en agricultura y/o en formación para que los cesarenses agrícolamente sean capaces de competir con el mundo. Aunque estos pensamientos pueden sonar como una perogrullada, lo importante no es tanto la idea sino su implementación. Aquí vienen algunas propuestas.

Después de tantos años de agricultura feudal, en nuestro departamento hemos acumulado un saber mayoritariamente empírico, la agricultura. Este, aunque precario, es un gigante dormido. ¡Despertémoslo! ¡Industrialicémoslo! Pero no a través de latifundios en pro de enriquecer los terratenientes y sus vacas gordas, como se hizo a lo largo y ancho del país durante las últimas décadas (sólo basta con citar el desastre de Agro Ingreso Seguro), sino en aras de desarrollar la productividad de nuestros campesinos, maximizando y democratizando los minifundios (como en el eje cafetero). No esperemos que el Estado central redistribuya las tierras más fértiles o aumente el presupuesto local del SENA. Necesitamos que el departamento tomé las riendas. La Gobernación debería crear una entidad tipo SENA pero departamental dotándola de presupuesto local. También debería comprar grandes cantidades de tierras y dividirlas en minifundios y otorgárselas -bajo alquiler o venta- a los campesinos con el objetivo de democratizar el uso de las tierras.
No entiendo cómo gran parte del presupuesto en educación y formación departamental no se concentre en formaciones agrícolas que es lo que el Cesar tiene como ventaja comparativa. Especialicemos nuestra economía. ¿Cómo? Apoyando a nuestros campesinos tanto en su formación como en sus procesos de producción. Por un lado, ofreciéndoles, desde la Gobernación, formaciones, microcréditos, prestaciones jurídicas, creando cooperativas y hasta permitiendo que el departamento entre en participación en sus negocios.
Por otro lado, el Gobernador tiene que ser el embajador de nuestros productos agrícolas y de nuestras potencialidades económicas. ¡Hay que dejar la pasividad pública en lo económico! El mismo tiene que promocionar tanto turística como comercialmente nuestro departamento: el mandatario departamental tiene que viajar por el mundo en víspera de encontrar inversionistas extranjeros que le apuesten a nuestra región tanto en formación como creación de empleo. No podemos esperar que el Estado central nos haga ese favorcito. Seamos más audaces y proactivos. Es deber del sector público sustituir al sector privado cuando éste no ha logrado ni crear empleos ni capitalizar nuestro talento humano. Pretendamos ser más que nuestra región y más que nuestro país. Tengamos, como toda empresa frente al mercado, ambición napoleónica.
Andrés E. Quintero Olmos

Twitter: @QuinteroOlmos Email: [email protected]

*Juan Luis Londoño de La Cuesta

Columnista
17 noviembre, 2011

El Cesar napoleónico

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Andrés E. Quintero Olmos

Por: Andrés E. Quintero Olmos Un gran economista* escribía en 1995 “Si el capital se hubiera desplazado hacia la agricultura con anterioridad y/o si la acumulación de capital se hubiera desplazado más pronto hacia un modo más intensivo en capital humano, Colombia no habría alcanzado, en la fase intermedia de su transformación, niveles de desigualdad […]


Por: Andrés E. Quintero Olmos

Un gran economista* escribía en 1995 “Si el capital se hubiera desplazado hacia la agricultura con anterioridad y/o si la acumulación de capital se hubiera desplazado más pronto hacia un modo más intensivo en capital humano, Colombia no habría alcanzado, en la fase intermedia de su transformación, niveles de desigualdad tan notable en la esfera internacional”. Palabras más vigentes que nunca. El Cesar necesita interiorizar estos preceptos en aras de reducir la desigualdad social presente. Nunca es tarde. Para esto, necesitamos hacer dos cosas: invertir en agricultura y/o en formación para que los cesarenses agrícolamente sean capaces de competir con el mundo. Aunque estos pensamientos pueden sonar como una perogrullada, lo importante no es tanto la idea sino su implementación. Aquí vienen algunas propuestas.

Después de tantos años de agricultura feudal, en nuestro departamento hemos acumulado un saber mayoritariamente empírico, la agricultura. Este, aunque precario, es un gigante dormido. ¡Despertémoslo! ¡Industrialicémoslo! Pero no a través de latifundios en pro de enriquecer los terratenientes y sus vacas gordas, como se hizo a lo largo y ancho del país durante las últimas décadas (sólo basta con citar el desastre de Agro Ingreso Seguro), sino en aras de desarrollar la productividad de nuestros campesinos, maximizando y democratizando los minifundios (como en el eje cafetero). No esperemos que el Estado central redistribuya las tierras más fértiles o aumente el presupuesto local del SENA. Necesitamos que el departamento tomé las riendas. La Gobernación debería crear una entidad tipo SENA pero departamental dotándola de presupuesto local. También debería comprar grandes cantidades de tierras y dividirlas en minifundios y otorgárselas -bajo alquiler o venta- a los campesinos con el objetivo de democratizar el uso de las tierras.
No entiendo cómo gran parte del presupuesto en educación y formación departamental no se concentre en formaciones agrícolas que es lo que el Cesar tiene como ventaja comparativa. Especialicemos nuestra economía. ¿Cómo? Apoyando a nuestros campesinos tanto en su formación como en sus procesos de producción. Por un lado, ofreciéndoles, desde la Gobernación, formaciones, microcréditos, prestaciones jurídicas, creando cooperativas y hasta permitiendo que el departamento entre en participación en sus negocios.
Por otro lado, el Gobernador tiene que ser el embajador de nuestros productos agrícolas y de nuestras potencialidades económicas. ¡Hay que dejar la pasividad pública en lo económico! El mismo tiene que promocionar tanto turística como comercialmente nuestro departamento: el mandatario departamental tiene que viajar por el mundo en víspera de encontrar inversionistas extranjeros que le apuesten a nuestra región tanto en formación como creación de empleo. No podemos esperar que el Estado central nos haga ese favorcito. Seamos más audaces y proactivos. Es deber del sector público sustituir al sector privado cuando éste no ha logrado ni crear empleos ni capitalizar nuestro talento humano. Pretendamos ser más que nuestra región y más que nuestro país. Tengamos, como toda empresa frente al mercado, ambición napoleónica.
Andrés E. Quintero Olmos

Twitter: @QuinteroOlmos Email: [email protected]

*Juan Luis Londoño de La Cuesta