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General - 6 febrero, 2023

“En el Cesar se requieren estudios y diseños de los proyectos de riego”: Carlos Eduardo Campo

Carlos Eduardo Campo, exsecretario de Agricultura del Cesar, y actualmente director nacional de Alianzas de Panaca, con la que pretende promover el agroturismo cultural en el Cesar y La Guajira, acaba de ser admitido en el MIT, la prestigiosa universidad norteamericana.

Carlos Eduardo Campo, exsecretario de Agricultura del Cesar.
Carlos Eduardo Campo, exsecretario de Agricultura del Cesar.

¿Qué requiere el Cesar en materia de agua para el agro?
Colombia es uno de los 7 países que pueden expandir su área cultivable sin afectar el desarrollo sostenible con un potencial de 39 millones de hectáreas de frontera agrícola, en donde actualmente solo utiliza siete millones de hectáreas en áreas cultivables, lo que lo vuelve un país que debe aportar a la demanda mundial de alimentos. Pero aun es más categórico si entendemos que tiene 18.4 millones de hectáreas de potencial hídrico, utilizando apenas 1.100.000 hectáreas.
Para dimensionar esto, la frontera agrícola de Colombia es del tamaño en superficie del área total sumada de Alemania y Bélgica.
El Cesar es un protagonista de ello por tener en sus dos millones doscientas mil hectáreas (22.000 kilómetros cuadrados) casi un millón en altura, que hacen que tanto la Sierra Nevada de Santa Marta como la Serranía del Perijá sean sistemas de producción de agua.
Esto hace que tengamos un gran potencial tanto en aguas superficiales, como en acuíferos y ríos subterráneos. El Cesar está parado, en el 37.5% de su superficie, en una laguna de agua, que son acuíferos de porosidad primaria, y una capacidad de irrigación de aguas superficiales a través de las cuencas que deben protegerse de ríos muy importantes en el norte, centro y sur del departamento.
Lo que necesita el Cesar es embalsar sus ríos para conservar sus cauces, haciendo megadistritos de riegos estratégicos de doble propósito, verdaderas 5G hídricas, que aseguren agua para requerimientos humanos y para la producción de alimentos, tales como Besotes en el norte, Marimondas en el centro y Lebrija en el sur del departamento.
Pero la verdadera revolución hídrica debe venir de aprovechar las 860.000 hectáreas de acuíferos primarios, con incentivos como el ICR y líneas especiales de crédito de fomento, especializados para el aprovechamiento del agua, con bienes de capital transformadores y dirigidos fortalecer la oferta de alimentos. Cada aumento de un punto porcentual en el costo de alimentos, empuja en el mundo 10 millones de personas a la pobreza extrema según el Banco Mundial.

¿Cuál fue el objetivo del lanzamiento de un Plan de Irrigación?
Entregar las bases por medio de una ordenanza de la Asamblea Departamental de políticas públicas para que ocurra una verdadera revolución hídrica en el Cesar, que permita, con el ordenamiento territorial, fortalecer las cadenas de alimentos, siempre bajo la premisa de producir conservando y conservar produciendo.

El sector privado del Cesar recibió el Plan de Irrigación Departamental como una oportunidad para producir y trabajar por el segundo Objetivo de Desarrollo Sostenible en la agenda mundial: Hambre Cero.

Si el Gobierno nacional dijera: “Hay tantos miles de millones de pesos”, ¿dónde están los proyectos concretos y diseñados para aprovecharlos?
No están. El Plan de Irrigación explora la potencialidad hídrica del departamento; ahora, póngalo en negrilla lo que digo para que resalte: los mandatarios locales tienen una herramienta de dimensión en El Plan, pero si quieren hacer cosas de mayor impacto deben transformarlo en proyectos concretos en etapa de diseño a nivel de factibilidad. No quedarnos en palabras o deseos. Invertir en eso para obtener financiación. Así, guardadas proporciones, hacen sus diseños los propietarios cuando deciden hacer adecuación de su propia tierra y dotarla con agua.
Al darle a nuestros productores del campo incentivos en tasas subsidiadas y líneas de tiempo, harán proyectos sostenibles, mezclando el aprovechamiento del agua con energías alternativas como la solar y la eólica. Implementando el Plan de Desarrollo Agropecuario con Enfoque Territorial, que también se adoptó legalmente, y que elaboramos en la Gobernación con la FAO y la Agencia de Desarrollo Rural.
Colombia debería ver los riegos sostenibles intraprediales como un servicio ambiental que merece incentivos adicionales amparados en la conservación y producción de alimentos limpios. El Cesar y el sur de La Guajira tienen una estantería especial en la producción de alimentos. Y alimentos se escribe con la ‘a’ de agua.

General
6 febrero, 2023

“En el Cesar se requieren estudios y diseños de los proyectos de riego”: Carlos Eduardo Campo

Carlos Eduardo Campo, exsecretario de Agricultura del Cesar, y actualmente director nacional de Alianzas de Panaca, con la que pretende promover el agroturismo cultural en el Cesar y La Guajira, acaba de ser admitido en el MIT, la prestigiosa universidad norteamericana.


Carlos Eduardo Campo, exsecretario de Agricultura del Cesar.
Carlos Eduardo Campo, exsecretario de Agricultura del Cesar.

¿Qué requiere el Cesar en materia de agua para el agro?
Colombia es uno de los 7 países que pueden expandir su área cultivable sin afectar el desarrollo sostenible con un potencial de 39 millones de hectáreas de frontera agrícola, en donde actualmente solo utiliza siete millones de hectáreas en áreas cultivables, lo que lo vuelve un país que debe aportar a la demanda mundial de alimentos. Pero aun es más categórico si entendemos que tiene 18.4 millones de hectáreas de potencial hídrico, utilizando apenas 1.100.000 hectáreas.
Para dimensionar esto, la frontera agrícola de Colombia es del tamaño en superficie del área total sumada de Alemania y Bélgica.
El Cesar es un protagonista de ello por tener en sus dos millones doscientas mil hectáreas (22.000 kilómetros cuadrados) casi un millón en altura, que hacen que tanto la Sierra Nevada de Santa Marta como la Serranía del Perijá sean sistemas de producción de agua.
Esto hace que tengamos un gran potencial tanto en aguas superficiales, como en acuíferos y ríos subterráneos. El Cesar está parado, en el 37.5% de su superficie, en una laguna de agua, que son acuíferos de porosidad primaria, y una capacidad de irrigación de aguas superficiales a través de las cuencas que deben protegerse de ríos muy importantes en el norte, centro y sur del departamento.
Lo que necesita el Cesar es embalsar sus ríos para conservar sus cauces, haciendo megadistritos de riegos estratégicos de doble propósito, verdaderas 5G hídricas, que aseguren agua para requerimientos humanos y para la producción de alimentos, tales como Besotes en el norte, Marimondas en el centro y Lebrija en el sur del departamento.
Pero la verdadera revolución hídrica debe venir de aprovechar las 860.000 hectáreas de acuíferos primarios, con incentivos como el ICR y líneas especiales de crédito de fomento, especializados para el aprovechamiento del agua, con bienes de capital transformadores y dirigidos fortalecer la oferta de alimentos. Cada aumento de un punto porcentual en el costo de alimentos, empuja en el mundo 10 millones de personas a la pobreza extrema según el Banco Mundial.

¿Cuál fue el objetivo del lanzamiento de un Plan de Irrigación?
Entregar las bases por medio de una ordenanza de la Asamblea Departamental de políticas públicas para que ocurra una verdadera revolución hídrica en el Cesar, que permita, con el ordenamiento territorial, fortalecer las cadenas de alimentos, siempre bajo la premisa de producir conservando y conservar produciendo.

El sector privado del Cesar recibió el Plan de Irrigación Departamental como una oportunidad para producir y trabajar por el segundo Objetivo de Desarrollo Sostenible en la agenda mundial: Hambre Cero.

Si el Gobierno nacional dijera: “Hay tantos miles de millones de pesos”, ¿dónde están los proyectos concretos y diseñados para aprovecharlos?
No están. El Plan de Irrigación explora la potencialidad hídrica del departamento; ahora, póngalo en negrilla lo que digo para que resalte: los mandatarios locales tienen una herramienta de dimensión en El Plan, pero si quieren hacer cosas de mayor impacto deben transformarlo en proyectos concretos en etapa de diseño a nivel de factibilidad. No quedarnos en palabras o deseos. Invertir en eso para obtener financiación. Así, guardadas proporciones, hacen sus diseños los propietarios cuando deciden hacer adecuación de su propia tierra y dotarla con agua.
Al darle a nuestros productores del campo incentivos en tasas subsidiadas y líneas de tiempo, harán proyectos sostenibles, mezclando el aprovechamiento del agua con energías alternativas como la solar y la eólica. Implementando el Plan de Desarrollo Agropecuario con Enfoque Territorial, que también se adoptó legalmente, y que elaboramos en la Gobernación con la FAO y la Agencia de Desarrollo Rural.
Colombia debería ver los riegos sostenibles intraprediales como un servicio ambiental que merece incentivos adicionales amparados en la conservación y producción de alimentos limpios. El Cesar y el sur de La Guajira tienen una estantería especial en la producción de alimentos. Y alimentos se escribe con la ‘a’ de agua.