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Columnista - 16 enero, 2014

El cerco a Petro

Álvaro Gómez definió al Régimen como el modo de hacer la política en Colombia: entramado de relaciones basadas en mutuos favores, donde priman los intereses personales, las ansias de enriquecimiento, de conservación de poderes y áreas de influencia.

Por Raúl Bermúdez Márquez

Álvaro Gómez definió al Régimen como el modo de hacer la política en Colombia: entramado de relaciones basadas en mutuos favores, donde priman los intereses personales, las ansias de enriquecimiento, de conservación de poderes y áreas de influencia.

“Es más poderoso y más duradero que los elementos que lo integran. A él pertenecen con diferente importancia, pero con igual espíritu de sumisión, el Congreso, los partidos políticos, la burocracia, naturalmente; la prensa oficialista, los grupos económicos más hábiles, los contratistas…

El gobierno es dentro del Régimen el gran dispensador de favores, pero, a su vez, es el gran prisionero”. Precisamente ese Régimen desde el 9 de diciembre pasado, inició el asalto final a uno de los fortines que desde el 1 de enero de 2012 había perdido: la Alcaldía de Bogotá. Ese día de diciembre, blandía como preciado trofeo, el fallo del procurador que destituía a Gustavo Petro y lo inhabilitaba por 15 años para el ejercicio de cargos públicos. Era el epílogo de una estrategia de cerco y asedio a una administración que había decidido enfrentar a las mafias cuyo sistema sanguíneo se nutre del erario público. El cerco cubrió todos los flancos.

1. El Concejo de Bogotá donde aún anidan integrantes del cartel de la contratación.

2. El personero y el contralor.

3. Empresarios de gran influencia dispuestos a no ceder en sus exorbitantes ganancias.

4. Contratistas del Distrito que se sintieron huérfanos.

5. El matoneo mediático de las grandes cadenas privadas que sirve de caja de resonancia a los propósitos del Régimen.

6. Dirigentes políticos a los que todo lo que huela a profundizar la democracia o lograr la paz les sabe a cacho y por eso promovieron la revocatoria.

7. Encuestas tendenciosas que jamás registraron los verdaderos índices de favorabilidad del alcalde.

8. Organismos de control influenciados por la crema y nata del Régimen.

(Para corroborarlo dicho, remito al lector a las declaraciones de Emilio Tapias y Manuel Sánchez). Sin embargo, Petro resiste y como demócrata acude a la única combinación posible: las multitudes indignadas pero pacíficas que han copado la plaza de Bolívar para reiterar el apoyo a una gestión que en medio del cerco, tiene logros importantes, y los recursos jurídicos que la Constitución y la Ley le otorgan.

La histórica tutela proferida por un magistrado que suspende provisionalmente los efectos del fallo del Procurador y la recurrencia a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos para solicitar una medida cautelar son sus mejores cartas hoy. Con todo, Petro es un ganador.

El fallo del Procurador paradójicamente lo catapultó como una fuerte opción presidencial después de la reelección de Santos, pues la inhabilidad, por absurda e inconstitucional, caerá como un castillo de naipes.

Columnista
16 enero, 2014

El cerco a Petro

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Raúl Bermúdez Márquez

Álvaro Gómez definió al Régimen como el modo de hacer la política en Colombia: entramado de relaciones basadas en mutuos favores, donde priman los intereses personales, las ansias de enriquecimiento, de conservación de poderes y áreas de influencia.


Por Raúl Bermúdez Márquez

Álvaro Gómez definió al Régimen como el modo de hacer la política en Colombia: entramado de relaciones basadas en mutuos favores, donde priman los intereses personales, las ansias de enriquecimiento, de conservación de poderes y áreas de influencia.

“Es más poderoso y más duradero que los elementos que lo integran. A él pertenecen con diferente importancia, pero con igual espíritu de sumisión, el Congreso, los partidos políticos, la burocracia, naturalmente; la prensa oficialista, los grupos económicos más hábiles, los contratistas…

El gobierno es dentro del Régimen el gran dispensador de favores, pero, a su vez, es el gran prisionero”. Precisamente ese Régimen desde el 9 de diciembre pasado, inició el asalto final a uno de los fortines que desde el 1 de enero de 2012 había perdido: la Alcaldía de Bogotá. Ese día de diciembre, blandía como preciado trofeo, el fallo del procurador que destituía a Gustavo Petro y lo inhabilitaba por 15 años para el ejercicio de cargos públicos. Era el epílogo de una estrategia de cerco y asedio a una administración que había decidido enfrentar a las mafias cuyo sistema sanguíneo se nutre del erario público. El cerco cubrió todos los flancos.

1. El Concejo de Bogotá donde aún anidan integrantes del cartel de la contratación.

2. El personero y el contralor.

3. Empresarios de gran influencia dispuestos a no ceder en sus exorbitantes ganancias.

4. Contratistas del Distrito que se sintieron huérfanos.

5. El matoneo mediático de las grandes cadenas privadas que sirve de caja de resonancia a los propósitos del Régimen.

6. Dirigentes políticos a los que todo lo que huela a profundizar la democracia o lograr la paz les sabe a cacho y por eso promovieron la revocatoria.

7. Encuestas tendenciosas que jamás registraron los verdaderos índices de favorabilidad del alcalde.

8. Organismos de control influenciados por la crema y nata del Régimen.

(Para corroborarlo dicho, remito al lector a las declaraciones de Emilio Tapias y Manuel Sánchez). Sin embargo, Petro resiste y como demócrata acude a la única combinación posible: las multitudes indignadas pero pacíficas que han copado la plaza de Bolívar para reiterar el apoyo a una gestión que en medio del cerco, tiene logros importantes, y los recursos jurídicos que la Constitución y la Ley le otorgan.

La histórica tutela proferida por un magistrado que suspende provisionalmente los efectos del fallo del Procurador y la recurrencia a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos para solicitar una medida cautelar son sus mejores cartas hoy. Con todo, Petro es un ganador.

El fallo del Procurador paradójicamente lo catapultó como una fuerte opción presidencial después de la reelección de Santos, pues la inhabilidad, por absurda e inconstitucional, caerá como un castillo de naipes.