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Columnista - 21 julio, 2019

El caso del rompe vidrios

¿Cómo explicar y entender la no judicialización del hombre que robaba y rompía los vidrios de carros a mujeres conductoras indefensas? El caso ocurrió en Bogotá, causó indignación nacional y hasta el presidente Duque repudió el hecho. Los colombianos expresan no tener confianza en los administradores de justicia que como en estos hechos su accionar […]

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¿Cómo explicar y entender la no judicialización del hombre que robaba y rompía los vidrios de carros a mujeres conductoras indefensas? El caso ocurrió en Bogotá, causó indignación nacional y hasta el presidente Duque repudió el hecho. Los colombianos expresan no tener confianza en los administradores de justicia que como en estos hechos su accionar produjo rechazo nacional; a futuro esperamos se corrija y asuman el rumbo en la aplicación de la verdadera justicia, que ameritan los casos que conocen. Se insiste a la ciudadanía la importancia de presentar las denuncias, para que no resulte la impunidad; se denuncia y sucede igual, quedan los procesados cobijados con exceso de garantías y además libres.

Un medio de comunicación televisivo inició una encuesta sobre la valerosa actuación de la mujer afectada por el hurto, denunciando al rompe vidrios; recibiendo respaldo total por su acertada decisión ayer; hoy, ¿cómo quedará ella y las mujeres que votaron respaldándola? Quedarán completamente desilusionadas. También, se realizó una rueda de prensa, donde el secretario de Seguridad y Policía Nacional anunciaba con bombos y platillos la pronta captura del rompe vidrios. A las pocas horas estos, como la mayoría del pueblo colombiano, quedamos desencantados al saber que el implicado había quedado en libertad; los esfuerzos fueron pisoteados.

Estos acontecimientos enlutan y degradan el clima armonioso de cualquier sociedad, teniendo en cuenta que sus protagonistas mezclan conductas perturbadoras, que afectan la dignidad. Es inadmisible desde todo punto de vista que el choque frontal entre las Cortes y el poder Judicial ocasione enfrentamientos desestabilizadores, que neutralizan el ejercicio de una verdadera justicia y crean descontento como actualmente sucede. Esta es una real fotografía de la verdad que nutre al país, causa desmanes y erosiona el cimiento ético de la sociedad; factor que evidencia que se requieren instrumentos rigurosos, en el orden jurídico; prácticamente en el caso del rompe vidrios le dieron licencia patentada para seguir delinquiendo; concretamente, robó pero no causó daños físicos a la mujer, es el argumento que presenta la parte judicial. Ella declaró el inmenso pavor que le produjo el rompe vidrios, le toco dejarse atracar para no ser lesionada; ahora expresa: “Estoy muerta del pánico, temo por mi vida”. La afectada manifestó en su denuncia que se le violentó a su honra y bienes; las autoridades judiciales argumentan que no fue así.

Esos desadaptados sociales no valoran la conducta del conocimiento en materia de prohibición dentro del marco normativo, que es la base del consenso social. El testimonio materializado ante la retina de miles de observadores en el escenario de los hechos, protagoniza un retrato crudo, excesivo y brutal, con el que convivimos y no se le dan los ajustes pertinentes. Estas situaciones nos llevan a una reflexión, a una propuesta de acción que vaya articulada a la concientización de la sociedad; sobre todo al pensamiento anárquico de esta generación impetuosa, que crece desbordada y sin control, que ojalá se incorpore a programas de entendimiento, donde la tolerancia y el respeto al semejante, sean pilares para armonizar el comportamiento social que debe ser priorizado con carácter de urgencia.

Columnista
21 julio, 2019

El caso del rompe vidrios

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Jairo Franco Salas

¿Cómo explicar y entender la no judicialización del hombre que robaba y rompía los vidrios de carros a mujeres conductoras indefensas? El caso ocurrió en Bogotá, causó indignación nacional y hasta el presidente Duque repudió el hecho. Los colombianos expresan no tener confianza en los administradores de justicia que como en estos hechos su accionar […]


¿Cómo explicar y entender la no judicialización del hombre que robaba y rompía los vidrios de carros a mujeres conductoras indefensas? El caso ocurrió en Bogotá, causó indignación nacional y hasta el presidente Duque repudió el hecho. Los colombianos expresan no tener confianza en los administradores de justicia que como en estos hechos su accionar produjo rechazo nacional; a futuro esperamos se corrija y asuman el rumbo en la aplicación de la verdadera justicia, que ameritan los casos que conocen. Se insiste a la ciudadanía la importancia de presentar las denuncias, para que no resulte la impunidad; se denuncia y sucede igual, quedan los procesados cobijados con exceso de garantías y además libres.

Un medio de comunicación televisivo inició una encuesta sobre la valerosa actuación de la mujer afectada por el hurto, denunciando al rompe vidrios; recibiendo respaldo total por su acertada decisión ayer; hoy, ¿cómo quedará ella y las mujeres que votaron respaldándola? Quedarán completamente desilusionadas. También, se realizó una rueda de prensa, donde el secretario de Seguridad y Policía Nacional anunciaba con bombos y platillos la pronta captura del rompe vidrios. A las pocas horas estos, como la mayoría del pueblo colombiano, quedamos desencantados al saber que el implicado había quedado en libertad; los esfuerzos fueron pisoteados.

Estos acontecimientos enlutan y degradan el clima armonioso de cualquier sociedad, teniendo en cuenta que sus protagonistas mezclan conductas perturbadoras, que afectan la dignidad. Es inadmisible desde todo punto de vista que el choque frontal entre las Cortes y el poder Judicial ocasione enfrentamientos desestabilizadores, que neutralizan el ejercicio de una verdadera justicia y crean descontento como actualmente sucede. Esta es una real fotografía de la verdad que nutre al país, causa desmanes y erosiona el cimiento ético de la sociedad; factor que evidencia que se requieren instrumentos rigurosos, en el orden jurídico; prácticamente en el caso del rompe vidrios le dieron licencia patentada para seguir delinquiendo; concretamente, robó pero no causó daños físicos a la mujer, es el argumento que presenta la parte judicial. Ella declaró el inmenso pavor que le produjo el rompe vidrios, le toco dejarse atracar para no ser lesionada; ahora expresa: “Estoy muerta del pánico, temo por mi vida”. La afectada manifestó en su denuncia que se le violentó a su honra y bienes; las autoridades judiciales argumentan que no fue así.

Esos desadaptados sociales no valoran la conducta del conocimiento en materia de prohibición dentro del marco normativo, que es la base del consenso social. El testimonio materializado ante la retina de miles de observadores en el escenario de los hechos, protagoniza un retrato crudo, excesivo y brutal, con el que convivimos y no se le dan los ajustes pertinentes. Estas situaciones nos llevan a una reflexión, a una propuesta de acción que vaya articulada a la concientización de la sociedad; sobre todo al pensamiento anárquico de esta generación impetuosa, que crece desbordada y sin control, que ojalá se incorpore a programas de entendimiento, donde la tolerancia y el respeto al semejante, sean pilares para armonizar el comportamiento social que debe ser priorizado con carácter de urgencia.