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Editorial - 10 diciembre, 2021

El capitalismo reina en Venezuela

Sabíamos, lo hemos dicho,  que el régimen económico venezolano es una caricatura, un adefesio, una demostración de que una cosas es lo que se ofrece y se pregona por los políticos audaces, con mágicas consignas, y otra la administración de los bienes y recursos, de la gente, del tiempo y de los procesos. 

“La mayoría de venezolanos antes no conseguía los productos y ahora, que abundan, no puede pagarlos. Entonces trabajan el doble, y en lo que hay”. Así describió, en un radiante reportaje, el  enviado especial de la BBC la situación económica y social de Venezuela. El periodista ha vuelto, se encuentra sorprendido, y titula: ‘Cómo la economía socialista de Venezuela acabó convertida en un ‘capitalismo de bodega’.

Sabíamos, lo hemos dicho,  que el régimen económico venezolano es una caricatura, un adefesio, una demostración de que una cosas es lo que se ofrece y se pregona por los políticos audaces, con mágicas consignas, y otra la administración de los bienes y recursos, de la gente, del tiempo y de los procesos. 

“Fue ahí cuando entendí que la Venezuela donde viví entre 2013 y 2017, plagada de colas para comprar productos básicos subsidiados, ya no es la misma: la escasez y los controles de precios ya no están y la moneda de uso más frecuente —en el país del antiimperialismo— es el dólar: viejos y magullados billetes de 1, 5 y 10 dólares que han generado un pequeño boom económico. Y los Hershey’s (chocolates exclusivos) se consiguen, pero la gente como Rada, que son la inmensa mayoría, sigue sin poder acceder a lo básico, mucho menos a lo deseado. La vida del venezolano pasó de ser una odisea para conseguir una bolsa de harina —con la que hacen las imprescindibles arepas— a otra para ganarse unos dólares adicionales.

La gente gana más plata ofreciendo alimentos, repuestos y electrodomésticos usados que trabajando en una empresa formal. El rebusque y los segundos y terceros trabajos —lo que acá llaman ‘tigritos’— se han disparado como la inflación y proliferado como los dólares” . 

Se podría decir que la informalidad es un mal latinoamericano. No hay duda. En Colombia y en nuestra región Caribe prolifera, la diferencia es que aquí no estamos pregonando que hay un régimen socialista de punta (del Siglo XXI) cuando lo que se exhibe es un capitalismo más que salvaje, y con un nivel de inequidad que nos supera. 

“…Según la última Encuesta Nacional de Condiciones de Vida, de la Universidad Católica, el 95 % de los venezolanos son pobres, el 70 % está en pobreza extrema,  y la desigualdad es más aguda que en Colombia y Brasil, los dos países más inequitativos del mundo.

En una nación que llegó a tener una clase media consolidada, hoy la desigualdad está en cada esquina. Me pasó en un restaurante que los meseros hablaban de los 10 o 15 dólares que ganaron en un ‘tigrito’ al tiempo que en la mesa de al lado escuché a empresarios alardear de sus inversiones por US$100.000”.  Según informa antier Bloomberg, la producción de petróleo se acerca al millón de barriles día.   

La otra gran descripción: “En apenas tres años, uno de los Estados más grandes de América Latina, el petro-Estado venezolano, pasó de ser omnipresente a casi irrelevante; mantiene subsidios y misiones sociales, pero en bolívares; es un empleador de tres millones de personas que no ganan más de US$10 dólares y paga pensiones que no alcanzan para más de tres chocolates”.

Editorial
10 diciembre, 2021

El capitalismo reina en Venezuela

Sabíamos, lo hemos dicho,  que el régimen económico venezolano es una caricatura, un adefesio, una demostración de que una cosas es lo que se ofrece y se pregona por los políticos audaces, con mágicas consignas, y otra la administración de los bienes y recursos, de la gente, del tiempo y de los procesos. 


“La mayoría de venezolanos antes no conseguía los productos y ahora, que abundan, no puede pagarlos. Entonces trabajan el doble, y en lo que hay”. Así describió, en un radiante reportaje, el  enviado especial de la BBC la situación económica y social de Venezuela. El periodista ha vuelto, se encuentra sorprendido, y titula: ‘Cómo la economía socialista de Venezuela acabó convertida en un ‘capitalismo de bodega’.

Sabíamos, lo hemos dicho,  que el régimen económico venezolano es una caricatura, un adefesio, una demostración de que una cosas es lo que se ofrece y se pregona por los políticos audaces, con mágicas consignas, y otra la administración de los bienes y recursos, de la gente, del tiempo y de los procesos. 

“Fue ahí cuando entendí que la Venezuela donde viví entre 2013 y 2017, plagada de colas para comprar productos básicos subsidiados, ya no es la misma: la escasez y los controles de precios ya no están y la moneda de uso más frecuente —en el país del antiimperialismo— es el dólar: viejos y magullados billetes de 1, 5 y 10 dólares que han generado un pequeño boom económico. Y los Hershey’s (chocolates exclusivos) se consiguen, pero la gente como Rada, que son la inmensa mayoría, sigue sin poder acceder a lo básico, mucho menos a lo deseado. La vida del venezolano pasó de ser una odisea para conseguir una bolsa de harina —con la que hacen las imprescindibles arepas— a otra para ganarse unos dólares adicionales.

La gente gana más plata ofreciendo alimentos, repuestos y electrodomésticos usados que trabajando en una empresa formal. El rebusque y los segundos y terceros trabajos —lo que acá llaman ‘tigritos’— se han disparado como la inflación y proliferado como los dólares” . 

Se podría decir que la informalidad es un mal latinoamericano. No hay duda. En Colombia y en nuestra región Caribe prolifera, la diferencia es que aquí no estamos pregonando que hay un régimen socialista de punta (del Siglo XXI) cuando lo que se exhibe es un capitalismo más que salvaje, y con un nivel de inequidad que nos supera. 

“…Según la última Encuesta Nacional de Condiciones de Vida, de la Universidad Católica, el 95 % de los venezolanos son pobres, el 70 % está en pobreza extrema,  y la desigualdad es más aguda que en Colombia y Brasil, los dos países más inequitativos del mundo.

En una nación que llegó a tener una clase media consolidada, hoy la desigualdad está en cada esquina. Me pasó en un restaurante que los meseros hablaban de los 10 o 15 dólares que ganaron en un ‘tigrito’ al tiempo que en la mesa de al lado escuché a empresarios alardear de sus inversiones por US$100.000”.  Según informa antier Bloomberg, la producción de petróleo se acerca al millón de barriles día.   

La otra gran descripción: “En apenas tres años, uno de los Estados más grandes de América Latina, el petro-Estado venezolano, pasó de ser omnipresente a casi irrelevante; mantiene subsidios y misiones sociales, pero en bolívares; es un empleador de tres millones de personas que no ganan más de US$10 dólares y paga pensiones que no alcanzan para más de tres chocolates”.