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Columnista - 28 diciembre, 2013

El cantor campesino

Por Julio Mario Celedón Crecí escuchando la música de Diomedes Diaz Maestre, desde que tengo uso de razón, mis oídos se acostumbraron a escuchar la voz de este hombre que sin ser la mejor, el sentimiento que le imprimía a su canto la convertían en una sublime melodía, mi padre fue quien me transmitió el […]

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Por Julio Mario Celedón

Crecí escuchando la música de Diomedes Diaz Maestre, desde que tengo uso de razón, mis oídos se acostumbraron a escuchar la voz de este hombre que sin ser la mejor, el sentimiento que le imprimía a su canto la convertían en una sublime melodía, mi padre fue quien me transmitió el gusto por la música de este monstruo, especialmente cuando grabó con el Gran “Colacho” Mendoza, además me acostumbré a verlo cotidianamente, dada su amistad y compadrazgo con Santos González Ramírez un vecino de toda la vida, padre de unos grandes amigos míos al cual el artista frecuentemente visitaba, en ese entonces Diomedes era un tipo sobrio, mucho más sociable, recuerdo que vestía muy elegante, siempre con lentes oscuros de las mejores marcas, siempre saludada a la muchachera con mucho cariño y una inmensa sonrisa. Fue un ser único, un genio, un fenómeno de la naturaleza y como él mismo lo decía “Como él no nace otro, si nace no se cría y si se cría se vuelve loco” una hombre que nació en medio de la pobreza y que le tocó trabajar desde muy chico, como pastor de chivos y pajarero (quien espanta las aves para que no arrasen con los cultivos) y el cual muy a pesar de la fama siempre mantuvo su espíritu provinciano, su alma campesina y una sencillez a flor de piel, la grandeza de Diomedes y su poder de convocatoria no tienen igual, aun después de muerto siguió congregando en torno a él multitudes, la fotografía aérea del sepelio de Diomedes es algo impresionante, para los que no la han visto y darles una descripción gráfica, fue algo muy semejante a esas multitudinarias manifestaciones políticas del comandante Chávez en Venezuela, en donde solo se alcanza a divisar un mar de gente, en su último adiós lo acompañaron personas de todos los estratos y condiciones, de todas las regiones de Colombia, incluso bajaron indígenas de la Sierra Nevada, los cuales exteriorizaron su admiración y respeto por alguien que siempre les manifestó un profundo cariño, dado que Diomedes llevaba en sus genes sangre indígena, además de que convivió con ellos en la Sierra durante su niñez.

En el país jamás se había visto un sepelio tan concurrido y creo que pasarán muchas décadas antes de que algo así vuelva a ocurrir.

Diomedes fue un monstruo en el arte musical, gran compositor, cantante y artista, tenía un carisma sin igual, su música traspasó fronteras y llegó a los más recónditos lugares y a todos los niveles sociales, lo cierto es que “El Cacique de la Junta” se convirtió en inmortal, ahora sus canciones se volverán perennes, himnos del vallenato como “Cariñito de mi vida”(de su autoría) y grabada por Rafael Orozco, “Fantasía”, “Camino largo”, “Mensaje de Navidad”, entre otros muchos clásicos inmortalizados por él, ahora se escucharan mucho más. Si desean conocer muchos aspectos interesantes de su vida, les recomiendo leer el texto biográfico “Un muchacho llamado Diomedes” de la autoría del Periodista e investigador Luis Mendoza Sierra, un libro muy bien escrito y bastante interesante. Dios te tenga en la gloria Cacique, un fuerte abrazo a la Señora Elvira, a Patricia, Rafael Santos, Martín Elías y demás hijos y familiares.

Columnista
28 diciembre, 2013

El cantor campesino

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Julio Mario Celedon

Por Julio Mario Celedón Crecí escuchando la música de Diomedes Diaz Maestre, desde que tengo uso de razón, mis oídos se acostumbraron a escuchar la voz de este hombre que sin ser la mejor, el sentimiento que le imprimía a su canto la convertían en una sublime melodía, mi padre fue quien me transmitió el […]


Por Julio Mario Celedón

Crecí escuchando la música de Diomedes Diaz Maestre, desde que tengo uso de razón, mis oídos se acostumbraron a escuchar la voz de este hombre que sin ser la mejor, el sentimiento que le imprimía a su canto la convertían en una sublime melodía, mi padre fue quien me transmitió el gusto por la música de este monstruo, especialmente cuando grabó con el Gran “Colacho” Mendoza, además me acostumbré a verlo cotidianamente, dada su amistad y compadrazgo con Santos González Ramírez un vecino de toda la vida, padre de unos grandes amigos míos al cual el artista frecuentemente visitaba, en ese entonces Diomedes era un tipo sobrio, mucho más sociable, recuerdo que vestía muy elegante, siempre con lentes oscuros de las mejores marcas, siempre saludada a la muchachera con mucho cariño y una inmensa sonrisa. Fue un ser único, un genio, un fenómeno de la naturaleza y como él mismo lo decía “Como él no nace otro, si nace no se cría y si se cría se vuelve loco” una hombre que nació en medio de la pobreza y que le tocó trabajar desde muy chico, como pastor de chivos y pajarero (quien espanta las aves para que no arrasen con los cultivos) y el cual muy a pesar de la fama siempre mantuvo su espíritu provinciano, su alma campesina y una sencillez a flor de piel, la grandeza de Diomedes y su poder de convocatoria no tienen igual, aun después de muerto siguió congregando en torno a él multitudes, la fotografía aérea del sepelio de Diomedes es algo impresionante, para los que no la han visto y darles una descripción gráfica, fue algo muy semejante a esas multitudinarias manifestaciones políticas del comandante Chávez en Venezuela, en donde solo se alcanza a divisar un mar de gente, en su último adiós lo acompañaron personas de todos los estratos y condiciones, de todas las regiones de Colombia, incluso bajaron indígenas de la Sierra Nevada, los cuales exteriorizaron su admiración y respeto por alguien que siempre les manifestó un profundo cariño, dado que Diomedes llevaba en sus genes sangre indígena, además de que convivió con ellos en la Sierra durante su niñez.

En el país jamás se había visto un sepelio tan concurrido y creo que pasarán muchas décadas antes de que algo así vuelva a ocurrir.

Diomedes fue un monstruo en el arte musical, gran compositor, cantante y artista, tenía un carisma sin igual, su música traspasó fronteras y llegó a los más recónditos lugares y a todos los niveles sociales, lo cierto es que “El Cacique de la Junta” se convirtió en inmortal, ahora sus canciones se volverán perennes, himnos del vallenato como “Cariñito de mi vida”(de su autoría) y grabada por Rafael Orozco, “Fantasía”, “Camino largo”, “Mensaje de Navidad”, entre otros muchos clásicos inmortalizados por él, ahora se escucharan mucho más. Si desean conocer muchos aspectos interesantes de su vida, les recomiendo leer el texto biográfico “Un muchacho llamado Diomedes” de la autoría del Periodista e investigador Luis Mendoza Sierra, un libro muy bien escrito y bastante interesante. Dios te tenga en la gloria Cacique, un fuerte abrazo a la Señora Elvira, a Patricia, Rafael Santos, Martín Elías y demás hijos y familiares.