No se puede permitir que pase desapercibido el ‘Día del Campesino’ cuando estamos en una región con vocación agrícola. En Valledupar y el Cesar un alto porcentaje de la población vive de la actividad agropecuaria, muy a pesar de que en los últimos tiempos esta tiende a disminuir.
No se puede permitir que pase desapercibido el ‘Día del Campesino’ cuando estamos en una región con vocación agrícola. En Valledupar y el Cesar un alto porcentaje de la población vive de la actividad agropecuaria, muy a pesar de que en los últimos tiempos esta tiende a disminuir.
Debemos reconocer y valorar la importancia de aquellos que trabajan la tierra para proveernos de alimentos. Contamos con una región con un potencial agrícola significativo que merece ser fortalecido y aprovechado al máximo.
Por épocas nuestra región se caracterizó por contar con una despensa agrícola autosuficiente, aquí se producían los alimentos agrícolas básicos de la canasta familiar, pero esa producción ha venido cediendo terreno frente a otras actividades económicas como consecuencia del desplazamiento masivo de la gente del campo hacia los centros urbanos. Esa situación merece un análisis y definir las acciones a seguir.
Todo debe apuntar a que seamos autosuficientes en razón a que si se logra consolidar nuestra despensa agrícola se estaría garantizando no solo la seguridad alimentaria de la región, sino que también impulsa su economía y contribuye a la equidad social. En primer lugar, se requiere invertir en infraestructuras y tecnologías agrícolas que permitan aumentar la productividad y la eficiencia en el campo. Esto incluye la mejora de sistemas de riego, la implementación de prácticas agrícolas sostenibles y la adopción de tecnologías innovadoras que optimicen los procesos de siembra, cultivo y cosecha.
Además, urge promover la formación y capacitación de los agricultores en técnicas agrícolas modernas y en el manejo adecuado de recursos naturales. La educación y la extensión agrícola son herramientas poderosas para empoderar a los campesinos y mejorar sus prácticas, lo que a su vez se traduce en una mayor calidad y cantidad de productos agrícolas. En especial en la juventud de escasos recursos económicos que hoy, en su mayoría, solo ve en el mototaxismo una opción de ingresos y por ello con desdén mira hacia el campo.
Si algo se requiere es que en nuestra zona rural haya de todo, eso que llaman ‘bienes públicos’: centros de salud, escuelas, institutos técnicos, lugares de deportes y recreación, excelentes vías, en fin, ‘gimnasios y discotecas en el campo’ para que los jóvenes no salgan atraídos por el agite y las novias de la ciudad.
Ese tipo de acciones ayudarían a fomentar la agricultura familiar y campesina, reconociendo su importancia para la seguridad alimentaria y la conservación del medio ambiente. Esto implica brindar apoyo financiero y técnico a los pequeños productores, así como garantizar su acceso a mejores mercados.
A propósito, sería bueno echarle una mirada al banco de maquinaria verde que en el año 2022 la Gobernación del Cesar, con el apoyo del Ministerio de Agricultura, entregó a los municipios de Valledupar, Chiriguaná, La Jagua de Ibirico, y San Martín, esa inversión al día de hoy debería estar arrojando buenos resultados para nuestros campesinos, lo cual estimularía a muchos para decidirse por el campo. Pero no se sabe nada al respecto.
Las vías son prioritarias, más y mejores vías y no olvidemos que 10.000 campesinos y sus familias esperan las 100.000 hectáreas que se pronostican comprará el presente gobierno en el Cesar. Eso hay que apurarlo.
No se puede permitir que pase desapercibido el ‘Día del Campesino’ cuando estamos en una región con vocación agrícola. En Valledupar y el Cesar un alto porcentaje de la población vive de la actividad agropecuaria, muy a pesar de que en los últimos tiempos esta tiende a disminuir.
No se puede permitir que pase desapercibido el ‘Día del Campesino’ cuando estamos en una región con vocación agrícola. En Valledupar y el Cesar un alto porcentaje de la población vive de la actividad agropecuaria, muy a pesar de que en los últimos tiempos esta tiende a disminuir.
Debemos reconocer y valorar la importancia de aquellos que trabajan la tierra para proveernos de alimentos. Contamos con una región con un potencial agrícola significativo que merece ser fortalecido y aprovechado al máximo.
Por épocas nuestra región se caracterizó por contar con una despensa agrícola autosuficiente, aquí se producían los alimentos agrícolas básicos de la canasta familiar, pero esa producción ha venido cediendo terreno frente a otras actividades económicas como consecuencia del desplazamiento masivo de la gente del campo hacia los centros urbanos. Esa situación merece un análisis y definir las acciones a seguir.
Todo debe apuntar a que seamos autosuficientes en razón a que si se logra consolidar nuestra despensa agrícola se estaría garantizando no solo la seguridad alimentaria de la región, sino que también impulsa su economía y contribuye a la equidad social. En primer lugar, se requiere invertir en infraestructuras y tecnologías agrícolas que permitan aumentar la productividad y la eficiencia en el campo. Esto incluye la mejora de sistemas de riego, la implementación de prácticas agrícolas sostenibles y la adopción de tecnologías innovadoras que optimicen los procesos de siembra, cultivo y cosecha.
Además, urge promover la formación y capacitación de los agricultores en técnicas agrícolas modernas y en el manejo adecuado de recursos naturales. La educación y la extensión agrícola son herramientas poderosas para empoderar a los campesinos y mejorar sus prácticas, lo que a su vez se traduce en una mayor calidad y cantidad de productos agrícolas. En especial en la juventud de escasos recursos económicos que hoy, en su mayoría, solo ve en el mototaxismo una opción de ingresos y por ello con desdén mira hacia el campo.
Si algo se requiere es que en nuestra zona rural haya de todo, eso que llaman ‘bienes públicos’: centros de salud, escuelas, institutos técnicos, lugares de deportes y recreación, excelentes vías, en fin, ‘gimnasios y discotecas en el campo’ para que los jóvenes no salgan atraídos por el agite y las novias de la ciudad.
Ese tipo de acciones ayudarían a fomentar la agricultura familiar y campesina, reconociendo su importancia para la seguridad alimentaria y la conservación del medio ambiente. Esto implica brindar apoyo financiero y técnico a los pequeños productores, así como garantizar su acceso a mejores mercados.
A propósito, sería bueno echarle una mirada al banco de maquinaria verde que en el año 2022 la Gobernación del Cesar, con el apoyo del Ministerio de Agricultura, entregó a los municipios de Valledupar, Chiriguaná, La Jagua de Ibirico, y San Martín, esa inversión al día de hoy debería estar arrojando buenos resultados para nuestros campesinos, lo cual estimularía a muchos para decidirse por el campo. Pero no se sabe nada al respecto.
Las vías son prioritarias, más y mejores vías y no olvidemos que 10.000 campesinos y sus familias esperan las 100.000 hectáreas que se pronostican comprará el presente gobierno en el Cesar. Eso hay que apurarlo.