Este 10 de junio se cumplen siete años de la entrada en vigencia de la Ley de Víctimas, norma que, por primera vez en la historia del país, reconoció la responsabilidad del Estado con los sobrevivientes de más de cinco décadas de conflicto y estableció medidas concretas para su atención y reparación integral. Para llegar […]
Este 10 de junio se cumplen siete años de la entrada en vigencia de la Ley de Víctimas, norma que, por primera vez en la historia del país, reconoció la responsabilidad del Estado con los sobrevivientes de más de cinco décadas de conflicto y estableció medidas concretas para su atención y reparación integral.
Para llegar a la expedición de esa ley, las víctimas ya habíamos recorrido un largo camino, algunas por décadas, para lograr desde el simple reconocimiento de nuestra condición hasta el pleno restablecimiento de nuestros derechos. Con la Ley, obtuvimos ese reconocimiento que buscábamos, pero el camino hacia la reivindicación de nuestros derechos aún estaba por delante.
En los últimos siete años, el Gobierno y las víctimas hemos recorrido juntos este camino. Por supuesto, no ha sido una relación exenta de dificultades y de desencuentros. No siempre ha sido fácil ponerse de acuerdo sobre lo que las víctimas esperan y lo que la realidad, especialmente la presupuestal, impone. Por supuesto, también hemos cometido errores.
Pero hay algo en lo que siempre hemos estado de acuerdo, en caminar juntos. Como lo dijo el Presidente Santos, al sancionar la Ley, “si hemos tenido víctimas, si aún siguen produciéndose víctimas, vamos a ubicarnos y a pararnos en la orilla que nos corresponde: ¡al lado de ellas, de su parte, abrazando y comprendiendo su sufrimiento!”.
Siempre hemos sabido cuál es la orilla que nos corresponde, la de las víctimas. Es por nosotras que se firmó el acuerdo con las Farc y es por nosotras que se debe seguir implementando para que, como decimos las víctimas, “a nadie más le pase lo que a nosotras nos pasó”.
Es normal, ante un próximo cambio de Gobierno y a falta de solo tres años para que concluya la vigencia de la Ley de Víctimas, que algunas sientan incertidumbre, pero el camino de los sobrevivientes del conflicto no ha terminado. Aún queda mucho por avanzar y las víctimas, que por décadas tuvieron que enfrentarse solas al rechazo y a la indiferencia, no van a detenerse ahora. Lo importante es que el país ahora sabe que debe caminar a su lado.
Por Yolanda Pinto Afanador *Directora Unidad para las Víctimas
Este 10 de junio se cumplen siete años de la entrada en vigencia de la Ley de Víctimas, norma que, por primera vez en la historia del país, reconoció la responsabilidad del Estado con los sobrevivientes de más de cinco décadas de conflicto y estableció medidas concretas para su atención y reparación integral. Para llegar […]
Este 10 de junio se cumplen siete años de la entrada en vigencia de la Ley de Víctimas, norma que, por primera vez en la historia del país, reconoció la responsabilidad del Estado con los sobrevivientes de más de cinco décadas de conflicto y estableció medidas concretas para su atención y reparación integral.
Para llegar a la expedición de esa ley, las víctimas ya habíamos recorrido un largo camino, algunas por décadas, para lograr desde el simple reconocimiento de nuestra condición hasta el pleno restablecimiento de nuestros derechos. Con la Ley, obtuvimos ese reconocimiento que buscábamos, pero el camino hacia la reivindicación de nuestros derechos aún estaba por delante.
En los últimos siete años, el Gobierno y las víctimas hemos recorrido juntos este camino. Por supuesto, no ha sido una relación exenta de dificultades y de desencuentros. No siempre ha sido fácil ponerse de acuerdo sobre lo que las víctimas esperan y lo que la realidad, especialmente la presupuestal, impone. Por supuesto, también hemos cometido errores.
Pero hay algo en lo que siempre hemos estado de acuerdo, en caminar juntos. Como lo dijo el Presidente Santos, al sancionar la Ley, “si hemos tenido víctimas, si aún siguen produciéndose víctimas, vamos a ubicarnos y a pararnos en la orilla que nos corresponde: ¡al lado de ellas, de su parte, abrazando y comprendiendo su sufrimiento!”.
Siempre hemos sabido cuál es la orilla que nos corresponde, la de las víctimas. Es por nosotras que se firmó el acuerdo con las Farc y es por nosotras que se debe seguir implementando para que, como decimos las víctimas, “a nadie más le pase lo que a nosotras nos pasó”.
Es normal, ante un próximo cambio de Gobierno y a falta de solo tres años para que concluya la vigencia de la Ley de Víctimas, que algunas sientan incertidumbre, pero el camino de los sobrevivientes del conflicto no ha terminado. Aún queda mucho por avanzar y las víctimas, que por décadas tuvieron que enfrentarse solas al rechazo y a la indiferencia, no van a detenerse ahora. Lo importante es que el país ahora sabe que debe caminar a su lado.
Por Yolanda Pinto Afanador *Directora Unidad para las Víctimas