Una vez más, como lo ha hecho Fedegán durante décadas, el 39º Congreso Nacional de Ganaderos puso sobre sobre la mesa la consigna de que “la paz de Colombia pasa necesariamente por la recuperación del campo”.
Una vez más, como lo ha hecho Fedegán durante décadas, el 39º Congreso Nacional de Ganaderos puso sobre sobre la mesa la consigna de que “la paz de Colombia pasa necesariamente por la recuperación del campo”.
Por ello, en mi intervención le planteé al presidente Petro, primero, que a pesar de las diferencias ideológicas, en el propósito de convertir al campo en prioridad de la política pública para hacer de Colombia una potencia agroalimentaria, es donde nos identificamos y donde podemos hacer causa común.
Segundo, que el Acuerdo firmado con Fedegán para facilitar la compra de tierras y acompañar el proceso, puede ser un gran piloto que parta la historia de la reforma agraria, más no de la que solo convierte a campesinos pobres sin tierra en campesinos pobres con un título de propiedad.
Tercero, que el éxito de ese gran piloto solo es posible a partir de la integralidad, entendida como la acción conjunta del Estado y el sector privado para emprender una recuperación integral, que incluya vías, riego y energía, capacitación y asistencia técnica, crédito y acceso a mercados, pero también escuelas y hospitales, conectividad, recreación y cultura, y todo aquello cuya carencia conforma la “pobreza multidimensional”, la que se vive en el campo, donde todo falta.
Cuarto, que si el Gobierno, con el acompañamiento de Fedegán en este caso, logra sacar adelante ese gran piloto de reforma agraria, habrá iniciado un proceso muy importante: la consolidación de una nueva clase media rural, que empuje la economía campesina, genere empleo y evite la desbandada de sus jóvenes, para que nunca más el campo sea sinónimo de abandono, de violencia y de pobreza.
Y quinto, que si el “Gobierno del Cambio” quiere demostrarle al país que su consigna no es apenas un discurso, tiene en la recuperación del campo la mejor oportunidad para hacerlo, un reto enorme y hoy agigantado por la destrucción inclemente del invierno; un reto cuyo primer paso es el piloto que proponemos, de una reforma agraria verdaderamente integral que, además, sea el camino a la paz total, la que no se queda en el silencio de los fusiles, sino en el bienestar para millones de colombianos que viven en el entorno rural.
Los ganaderos, que asistieron masivamente a su Congreso Nacional, con cerca de 2.000 presentes en el acto de instalación, se sumaron a la propuesta de Fedegán, pues, como le manifesté también al presidente, si al campo le va bien, a los ganaderos nos va bien y, por lo tanto, haremos lo que esté de nuestra parte para contribuir a que así sea.
Trabajaremos conjuntamente con el Gobierno en sacar adelante este propósito común, lo que no obsta para que, con el respeto debido a las instituciones de la democracia, pero con la independencia de siempre, sigamos defendiendo todos los intereses y expectativas de los ganaderos colombianos.
José Félix Lafaurie Rivera
Una vez más, como lo ha hecho Fedegán durante décadas, el 39º Congreso Nacional de Ganaderos puso sobre sobre la mesa la consigna de que “la paz de Colombia pasa necesariamente por la recuperación del campo”.
Una vez más, como lo ha hecho Fedegán durante décadas, el 39º Congreso Nacional de Ganaderos puso sobre sobre la mesa la consigna de que “la paz de Colombia pasa necesariamente por la recuperación del campo”.
Por ello, en mi intervención le planteé al presidente Petro, primero, que a pesar de las diferencias ideológicas, en el propósito de convertir al campo en prioridad de la política pública para hacer de Colombia una potencia agroalimentaria, es donde nos identificamos y donde podemos hacer causa común.
Segundo, que el Acuerdo firmado con Fedegán para facilitar la compra de tierras y acompañar el proceso, puede ser un gran piloto que parta la historia de la reforma agraria, más no de la que solo convierte a campesinos pobres sin tierra en campesinos pobres con un título de propiedad.
Tercero, que el éxito de ese gran piloto solo es posible a partir de la integralidad, entendida como la acción conjunta del Estado y el sector privado para emprender una recuperación integral, que incluya vías, riego y energía, capacitación y asistencia técnica, crédito y acceso a mercados, pero también escuelas y hospitales, conectividad, recreación y cultura, y todo aquello cuya carencia conforma la “pobreza multidimensional”, la que se vive en el campo, donde todo falta.
Cuarto, que si el Gobierno, con el acompañamiento de Fedegán en este caso, logra sacar adelante ese gran piloto de reforma agraria, habrá iniciado un proceso muy importante: la consolidación de una nueva clase media rural, que empuje la economía campesina, genere empleo y evite la desbandada de sus jóvenes, para que nunca más el campo sea sinónimo de abandono, de violencia y de pobreza.
Y quinto, que si el “Gobierno del Cambio” quiere demostrarle al país que su consigna no es apenas un discurso, tiene en la recuperación del campo la mejor oportunidad para hacerlo, un reto enorme y hoy agigantado por la destrucción inclemente del invierno; un reto cuyo primer paso es el piloto que proponemos, de una reforma agraria verdaderamente integral que, además, sea el camino a la paz total, la que no se queda en el silencio de los fusiles, sino en el bienestar para millones de colombianos que viven en el entorno rural.
Los ganaderos, que asistieron masivamente a su Congreso Nacional, con cerca de 2.000 presentes en el acto de instalación, se sumaron a la propuesta de Fedegán, pues, como le manifesté también al presidente, si al campo le va bien, a los ganaderos nos va bien y, por lo tanto, haremos lo que esté de nuestra parte para contribuir a que así sea.
Trabajaremos conjuntamente con el Gobierno en sacar adelante este propósito común, lo que no obsta para que, con el respeto debido a las instituciones de la democracia, pero con la independencia de siempre, sigamos defendiendo todos los intereses y expectativas de los ganaderos colombianos.
José Félix Lafaurie Rivera