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Columnista - 1 junio, 2023

El cambio es ahora o volverán las masacres

Los sectores reaccionarios y ultraderechistas que han mantenido al país en statu quo, no han podido asimilar su derrota en las urnas, no han entendido que la conciencia ciudadana está cambiando y mirando las cosas desde otra perspectiva.

Los sectores reaccionarios y ultraderechistas que han mantenido al país en statu quo, no han podido asimilar su derrota en las urnas, no han entendido que la conciencia ciudadana está cambiando y mirando las cosas desde otra perspectiva. Su odio a todo lo que represente cambio es patético, nada les gusta de lo que está proponiendo el sector que ganó las elecciones; aquí lo que se mueve es una lucha infernal de intereses y están dispuestos a recuperar la dirección del Estado así sea a sangre y fuego, sus estructuras para institucionales están intactas, y si lo logran, allí será el llorar y el crujir de dientes de todos los que de una u otra forma contribuimos para que perdieran el poder que se creían escriturado. 

La Colombia profunda, la que los derrotó en franca lid y contra todo pronóstico, deberá reivindicar esa voluntad de triunfo en las elecciones de octubre; el electorado de Gustavo Petro no es un accidente, es real y conseguido en una lucha dialéctica durante 30 años a expensas de su propia vida que debe conservarse incólume; en aquellas regiones donde obtuvo mayorías, y el Cesar y Valledupar fueron unas de esas, mantenerlas es una obligación patriótica. 

Mientras en alcaldías y gobernaciones de estas regiones no haya cambios, la continuidad de los gobiernos alternativos estará en ciernes; el triunfo electoral en las regiones debe ser una consigna innegociable. Pero, tenemos dos problemas: 1) Somos una federación de partidos y grupos que nos movemos horizontalmente sin direccionamiento nacional, fruto del espontaneísmo que surgió de una voluntad de cambio y no existe una jerarquía que conduzca el debate y perfile candidatos, hay muchos egos y falsas categorías de pureza partidista, pero pocos tienen votos, estos son de Petro. Esta es una paradoja, aquí nunca hemos tenido candidatos de izquierda; ahora, muchos que siempre han votado por las maquinarias de los partidos convencionales, hoy se consideran puros ideológicamente. Esto se opone al concepto de “Frente Amplio” que permitió el triunfo de Petro. 

En cierta época, a esos nuevos éticos de la coherencia ideológica los llamaron fariseos. “El que se sienta sin pecado que lance la primera piedra”. Bajo esta categoría, no veo cuáles puedan ser los motivos para vetar aspirantes que, por su perfil profesional y experiencia, hayan ocupado cargos públicos en el pasado. 2) Heredamos de los partidos tradicionales la figura del “jefe” ese que imponía disciplina, señuelos de la esclavitud. Nosotros quedamos como cometa sin cola porque desde el gobierno central no se han trazado líneas de organización política. 

Estas falencias hay que superarlas por el bien del Cesar que es un departamento “paria”, medido por sus indicadores socioeconómicos; su crecimiento en sus 54 años es plano, pese al boom arrocero, el algodonero, el marimbero y el de la minería, y pese a ser la región que más regalías recibe desde 2012, después del Meta; no hemos tenido dolientes, solo pillaje; su dirigencia es un fósil que construyó sus fortunas y poder político con el erario. Es el único departamento con tasas crecientes de mortalidad materna; de cada 100 trabajadores 85 son informales, el desempleo nos abruma; con La Guajira y el Chocó somos coleros. 

Valledupar, la otrora ‘Sopresa Caribe’, no puede con sus problemas y está agobiada; también muestra altas tasas de mortalidad materna e infantil, de desnutrición infantil y embarazo adolescente; altos niveles de inseguridad y suicidio; 70 de cada 100 trabajadores son informales, ninguno de sus indicadores sociales es para mostrar. La única industria creciente en Valledupar son las bombas de gasolina en barrios residenciales y cuyos dueños son algunos exalcaldes y exfuncionarios. Estos dos entes territoriales necesitan un cambio generacional y terapia ética dentro su estructura administrativa y una gran dosis de moral pública. Sin embargo, se asoman los mismos, personas vinculadas a procesos judiciales y los que proponen la botada masiva de trabajadores si se llega a aprobar la reforma laboral. Esta es una asonada, este es el plan B de Vargas Lleras que también tiene su 1ª línea.

Columnista
1 junio, 2023

El cambio es ahora o volverán las masacres

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Luis Napoleón de Armas P.

Los sectores reaccionarios y ultraderechistas que han mantenido al país en statu quo, no han podido asimilar su derrota en las urnas, no han entendido que la conciencia ciudadana está cambiando y mirando las cosas desde otra perspectiva.


Los sectores reaccionarios y ultraderechistas que han mantenido al país en statu quo, no han podido asimilar su derrota en las urnas, no han entendido que la conciencia ciudadana está cambiando y mirando las cosas desde otra perspectiva. Su odio a todo lo que represente cambio es patético, nada les gusta de lo que está proponiendo el sector que ganó las elecciones; aquí lo que se mueve es una lucha infernal de intereses y están dispuestos a recuperar la dirección del Estado así sea a sangre y fuego, sus estructuras para institucionales están intactas, y si lo logran, allí será el llorar y el crujir de dientes de todos los que de una u otra forma contribuimos para que perdieran el poder que se creían escriturado. 

La Colombia profunda, la que los derrotó en franca lid y contra todo pronóstico, deberá reivindicar esa voluntad de triunfo en las elecciones de octubre; el electorado de Gustavo Petro no es un accidente, es real y conseguido en una lucha dialéctica durante 30 años a expensas de su propia vida que debe conservarse incólume; en aquellas regiones donde obtuvo mayorías, y el Cesar y Valledupar fueron unas de esas, mantenerlas es una obligación patriótica. 

Mientras en alcaldías y gobernaciones de estas regiones no haya cambios, la continuidad de los gobiernos alternativos estará en ciernes; el triunfo electoral en las regiones debe ser una consigna innegociable. Pero, tenemos dos problemas: 1) Somos una federación de partidos y grupos que nos movemos horizontalmente sin direccionamiento nacional, fruto del espontaneísmo que surgió de una voluntad de cambio y no existe una jerarquía que conduzca el debate y perfile candidatos, hay muchos egos y falsas categorías de pureza partidista, pero pocos tienen votos, estos son de Petro. Esta es una paradoja, aquí nunca hemos tenido candidatos de izquierda; ahora, muchos que siempre han votado por las maquinarias de los partidos convencionales, hoy se consideran puros ideológicamente. Esto se opone al concepto de “Frente Amplio” que permitió el triunfo de Petro. 

En cierta época, a esos nuevos éticos de la coherencia ideológica los llamaron fariseos. “El que se sienta sin pecado que lance la primera piedra”. Bajo esta categoría, no veo cuáles puedan ser los motivos para vetar aspirantes que, por su perfil profesional y experiencia, hayan ocupado cargos públicos en el pasado. 2) Heredamos de los partidos tradicionales la figura del “jefe” ese que imponía disciplina, señuelos de la esclavitud. Nosotros quedamos como cometa sin cola porque desde el gobierno central no se han trazado líneas de organización política. 

Estas falencias hay que superarlas por el bien del Cesar que es un departamento “paria”, medido por sus indicadores socioeconómicos; su crecimiento en sus 54 años es plano, pese al boom arrocero, el algodonero, el marimbero y el de la minería, y pese a ser la región que más regalías recibe desde 2012, después del Meta; no hemos tenido dolientes, solo pillaje; su dirigencia es un fósil que construyó sus fortunas y poder político con el erario. Es el único departamento con tasas crecientes de mortalidad materna; de cada 100 trabajadores 85 son informales, el desempleo nos abruma; con La Guajira y el Chocó somos coleros. 

Valledupar, la otrora ‘Sopresa Caribe’, no puede con sus problemas y está agobiada; también muestra altas tasas de mortalidad materna e infantil, de desnutrición infantil y embarazo adolescente; altos niveles de inseguridad y suicidio; 70 de cada 100 trabajadores son informales, ninguno de sus indicadores sociales es para mostrar. La única industria creciente en Valledupar son las bombas de gasolina en barrios residenciales y cuyos dueños son algunos exalcaldes y exfuncionarios. Estos dos entes territoriales necesitan un cambio generacional y terapia ética dentro su estructura administrativa y una gran dosis de moral pública. Sin embargo, se asoman los mismos, personas vinculadas a procesos judiciales y los que proponen la botada masiva de trabajadores si se llega a aprobar la reforma laboral. Esta es una asonada, este es el plan B de Vargas Lleras que también tiene su 1ª línea.