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Columnista - 11 abril, 2023

El calvario de los pueblos de Colombia

Está irrigado por las aguas turbias del río Cauca que baja lento a su encuentro con el río Magdalena, antes de llegar a Magangué.

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Ahora en Semana Santa, tuve la dicha de visitar Buena Vista, un corregimiento de Achí Bolívar, por allá por el sur de este maravilloso departamento.

Está irrigado por las aguas turbias del río Cauca que baja lento a su encuentro con el río Magdalena, antes de llegar a Magangué.

Estas tierras vieron nacer a mi madre y con ella, tuve la fortuna desde muy niño, de disfrutar las delicias que suele brindar la naturaleza: río, frutas, flora y fauna de muchas clases; que permitieron que mi corazón se anclara en esta hermosa población.

José Joaquín Vergara y María de los Reyes Reyes son el tronco de una familia, Vergara Reyes, que han escrito una historia bonita alrededor de ‘Moscú’, una porción de tierra desde donde se proveía el sustento y la economía familiar.

Allí en ‘Moscú’, la finquita, había espacio para el pastoreo, unas cuantas reses y el levante de cerdo, gallinas, patos, pavo; había mango, patilla, melón, cacao, mafufo, guineo, plátano criollo. El queso, arroz, la yuca y el suero no podían faltar para el sustento diario.

Hoy que vuelvo a visitar la familia; Ospi, mi tío, y sus hijos, Lacides, Delia y Luzma Vergara Miranda, su esposo Huber y mis sobrinas y ahijada, le hacen la vida a uno tan agradable y placentera que realmente se le olvidan los problemas que en esta población como en cualquier otra de Colombia se padece por las malas administraciones.

Se trabaja a media marcha en obras de adecuación de las vías que tienen un atraso de más de cien años, la gente se vuelve vieja esperando mejoría.

Hasta hace algunos años esta población, Buena Vista, no tenía luz, no tenía agua potable y desde luego el saneamiento básico era cosa de no saberse ni implementarse. 

Y se vive como en otrora, bajo el régimen del paramilitarismo, que someten al pueblo por sus propias leyes y justicia, si a eso se le puede llamar justicia.

Por ejemplo, en Achí, la cabecera municipal, sufrió los embates de este flagelo, pues esas manos inescrupulosas, para presionar, dejaron sin gas a toda la población en Semana Santa. Esto era de no creer, pero las redes sociales y los medios que se utilizan en favor de estos ‘señores’ abiertamente decían que el pueblo estaba sin gas para obligar a pagar ‘las cuotas’ a las que someten a todo el mundo. 

Qué curioso y qué triste estas prácticas de sometimiento al estado por estos grupos armados ilegales.

Veíamos en estas poblaciones ribereñas, la dinámica de la economía informal tocando todos los sectores, vimos la población campesina, agotada, viendo pasar sus años de manera inexorable, poniéndose cada día más vieja y las esperanzas, chapoteando en el agua, sumergidas en un remolino de infortunios del cual no puede salir. 

Disfrutamos la Semana Santa en familia, el gozo de volver, de ver ese brillo de alegría en los ojos de los que esperan paciente a que la redención llegue; pero pudimos observar el calvario, que, como Jesús, padecen hace muchos años la gente del pueblo. 

El campesino, el agricultor, el panelero incipiente, el de la chalupa, el que ordeña dos vaquitas y de allí saca para el sustento de su familia, hay tristeza y desesperanza; sigue el calvario.

Ojalá las promesas en este año politiquero se analicen bien, mucho cuidado pobre pueblo.

Escojamos por fin algo bueno y rechacemos todo acto violento. Queremos vivir en paz. Sólo Eso.

Por Eduardo Santos Ortega Vergara

Columnista
11 abril, 2023

El calvario de los pueblos de Colombia

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Eduardo S. Ortega Vergara

Está irrigado por las aguas turbias del río Cauca que baja lento a su encuentro con el río Magdalena, antes de llegar a Magangué.


Ahora en Semana Santa, tuve la dicha de visitar Buena Vista, un corregimiento de Achí Bolívar, por allá por el sur de este maravilloso departamento.

Está irrigado por las aguas turbias del río Cauca que baja lento a su encuentro con el río Magdalena, antes de llegar a Magangué.

Estas tierras vieron nacer a mi madre y con ella, tuve la fortuna desde muy niño, de disfrutar las delicias que suele brindar la naturaleza: río, frutas, flora y fauna de muchas clases; que permitieron que mi corazón se anclara en esta hermosa población.

José Joaquín Vergara y María de los Reyes Reyes son el tronco de una familia, Vergara Reyes, que han escrito una historia bonita alrededor de ‘Moscú’, una porción de tierra desde donde se proveía el sustento y la economía familiar.

Allí en ‘Moscú’, la finquita, había espacio para el pastoreo, unas cuantas reses y el levante de cerdo, gallinas, patos, pavo; había mango, patilla, melón, cacao, mafufo, guineo, plátano criollo. El queso, arroz, la yuca y el suero no podían faltar para el sustento diario.

Hoy que vuelvo a visitar la familia; Ospi, mi tío, y sus hijos, Lacides, Delia y Luzma Vergara Miranda, su esposo Huber y mis sobrinas y ahijada, le hacen la vida a uno tan agradable y placentera que realmente se le olvidan los problemas que en esta población como en cualquier otra de Colombia se padece por las malas administraciones.

Se trabaja a media marcha en obras de adecuación de las vías que tienen un atraso de más de cien años, la gente se vuelve vieja esperando mejoría.

Hasta hace algunos años esta población, Buena Vista, no tenía luz, no tenía agua potable y desde luego el saneamiento básico era cosa de no saberse ni implementarse. 

Y se vive como en otrora, bajo el régimen del paramilitarismo, que someten al pueblo por sus propias leyes y justicia, si a eso se le puede llamar justicia.

Por ejemplo, en Achí, la cabecera municipal, sufrió los embates de este flagelo, pues esas manos inescrupulosas, para presionar, dejaron sin gas a toda la población en Semana Santa. Esto era de no creer, pero las redes sociales y los medios que se utilizan en favor de estos ‘señores’ abiertamente decían que el pueblo estaba sin gas para obligar a pagar ‘las cuotas’ a las que someten a todo el mundo. 

Qué curioso y qué triste estas prácticas de sometimiento al estado por estos grupos armados ilegales.

Veíamos en estas poblaciones ribereñas, la dinámica de la economía informal tocando todos los sectores, vimos la población campesina, agotada, viendo pasar sus años de manera inexorable, poniéndose cada día más vieja y las esperanzas, chapoteando en el agua, sumergidas en un remolino de infortunios del cual no puede salir. 

Disfrutamos la Semana Santa en familia, el gozo de volver, de ver ese brillo de alegría en los ojos de los que esperan paciente a que la redención llegue; pero pudimos observar el calvario, que, como Jesús, padecen hace muchos años la gente del pueblo. 

El campesino, el agricultor, el panelero incipiente, el de la chalupa, el que ordeña dos vaquitas y de allí saca para el sustento de su familia, hay tristeza y desesperanza; sigue el calvario.

Ojalá las promesas en este año politiquero se analicen bien, mucho cuidado pobre pueblo.

Escojamos por fin algo bueno y rechacemos todo acto violento. Queremos vivir en paz. Sólo Eso.

Por Eduardo Santos Ortega Vergara