El aumento de la demanda en alimentos y materias primas en los mercados internacionales, sumado al alza sostenible de los precios de los commodities y el dólar por encima de los $3.600, han motivado a muchos inversionistas nacionales y extranjeros mirar al campo como una opción rentable de negocio. La variedad de climas y suelos, […]
El aumento de la demanda en alimentos y materias primas en los mercados internacionales, sumado al alza sostenible de los precios de los commodities y el dólar por encima de los $3.600, han motivado a muchos inversionistas nacionales y extranjeros mirar al campo como una opción rentable de negocio.
La variedad de climas y suelos, sumado a la ubicación estratégica de nuestro país, permite atender la demanda de alimentos y materias primas durante todo el año y en menor tiempo de los mercados de Europa, Asia, Estados Unidos, los países de América Latina y el Caribe. En Miami, por ejemplo, se dan el lujo de servirse a la hora del almuerzo un buen filete de tilapia fresca que llegó por la mañana desde Neiva.
En los fríos inviernos de diciembre y enero podemos llenar las neveras de los neoyorquinos, madrileños o parisinos, con frutas y verduras frescas desde Cundinamarca, Boyacá y Tolima. Y tan pronto logremos implementar el sistema oficial de inspección, vigilancia y control de la carne, destinados para el consumo humano y los requisitos sanitarios y de inocuidad, entraremos a las grandes ligas de las exportaciones de carne bovina en el mundo.
Claramente, la reactivación de la economía mundial post pandemia de coronavirus está impulsando una nueva era de crecimiento que demandará muchos productos básicos debido a que los gobiernos están priorizando la creación de empleos y la sostenibilidad medioambiental en lugar de concentrarse en la estabilidad fiscal.
La demanda de maíz en la China para alimentar su hato ganadero y el boom de los biocombustibles están elevando el precio de los cereales y de las oleaginosas. De igual manera, el apetito por las energías renovables en varios países de Europa, Asia y Estados Unidos, está poniendo el ojo en los biocombustibles producidos a partir de fuentes agrícolas.
En nuestra firma hemos venido observando cómo el alza de los precios ha disparado los márgenes netos de utilidad por encima del 40 % en producciones donde existe una buena enmienda de suelos, semillas certificadas, buen sistema de riego, mecanización del cultivo y buenas prácticas agrícolas. La palma de aceite, cacao, maíz, soya, yuca industrial, banano, pasifloras, aguacate has, la carne bovina y los forestales, siguen siendo las mejores alternativas de negocio.
Desafortunadamente en Colombia tenemos muchas trabas que desmotivan la inversión en el agro. Cuando colaboré en la campaña presidencial de Duque sugerí una política pública que redujera la carga tributaria, resolviera el problema de inseguridad jurídica en la propiedad rural, otorgara un incentivo a las costosas tarifas servicios públicos, triplicara el presupuesto de la inversión pública en presas, canales de riego y vías terciarias, instituyeran las escuelas de emprendimiento rural y fortaleciera la seguridad en el campo. Es lo mínimo que requiere un inversionista nacional o extranjero para desarrollar grandes proyectos agrícolas, ganadero o forestal de exportación.
Estos superciclos de precios por encima de la tendencia pueden durar entre 10 y 20 años, y no se presentan todos los días. Si el gobierno se pone a trabajar desde ya en estas líneas se pueden lograr grandes desarrollos en zonas agrícolas como la Altillanura, Eje cafetero, Urabá antioqueño y región Caribe.
El aumento de la demanda en alimentos y materias primas en los mercados internacionales, sumado al alza sostenible de los precios de los commodities y el dólar por encima de los $3.600, han motivado a muchos inversionistas nacionales y extranjeros mirar al campo como una opción rentable de negocio. La variedad de climas y suelos, […]
El aumento de la demanda en alimentos y materias primas en los mercados internacionales, sumado al alza sostenible de los precios de los commodities y el dólar por encima de los $3.600, han motivado a muchos inversionistas nacionales y extranjeros mirar al campo como una opción rentable de negocio.
La variedad de climas y suelos, sumado a la ubicación estratégica de nuestro país, permite atender la demanda de alimentos y materias primas durante todo el año y en menor tiempo de los mercados de Europa, Asia, Estados Unidos, los países de América Latina y el Caribe. En Miami, por ejemplo, se dan el lujo de servirse a la hora del almuerzo un buen filete de tilapia fresca que llegó por la mañana desde Neiva.
En los fríos inviernos de diciembre y enero podemos llenar las neveras de los neoyorquinos, madrileños o parisinos, con frutas y verduras frescas desde Cundinamarca, Boyacá y Tolima. Y tan pronto logremos implementar el sistema oficial de inspección, vigilancia y control de la carne, destinados para el consumo humano y los requisitos sanitarios y de inocuidad, entraremos a las grandes ligas de las exportaciones de carne bovina en el mundo.
Claramente, la reactivación de la economía mundial post pandemia de coronavirus está impulsando una nueva era de crecimiento que demandará muchos productos básicos debido a que los gobiernos están priorizando la creación de empleos y la sostenibilidad medioambiental en lugar de concentrarse en la estabilidad fiscal.
La demanda de maíz en la China para alimentar su hato ganadero y el boom de los biocombustibles están elevando el precio de los cereales y de las oleaginosas. De igual manera, el apetito por las energías renovables en varios países de Europa, Asia y Estados Unidos, está poniendo el ojo en los biocombustibles producidos a partir de fuentes agrícolas.
En nuestra firma hemos venido observando cómo el alza de los precios ha disparado los márgenes netos de utilidad por encima del 40 % en producciones donde existe una buena enmienda de suelos, semillas certificadas, buen sistema de riego, mecanización del cultivo y buenas prácticas agrícolas. La palma de aceite, cacao, maíz, soya, yuca industrial, banano, pasifloras, aguacate has, la carne bovina y los forestales, siguen siendo las mejores alternativas de negocio.
Desafortunadamente en Colombia tenemos muchas trabas que desmotivan la inversión en el agro. Cuando colaboré en la campaña presidencial de Duque sugerí una política pública que redujera la carga tributaria, resolviera el problema de inseguridad jurídica en la propiedad rural, otorgara un incentivo a las costosas tarifas servicios públicos, triplicara el presupuesto de la inversión pública en presas, canales de riego y vías terciarias, instituyeran las escuelas de emprendimiento rural y fortaleciera la seguridad en el campo. Es lo mínimo que requiere un inversionista nacional o extranjero para desarrollar grandes proyectos agrícolas, ganadero o forestal de exportación.
Estos superciclos de precios por encima de la tendencia pueden durar entre 10 y 20 años, y no se presentan todos los días. Si el gobierno se pone a trabajar desde ya en estas líneas se pueden lograr grandes desarrollos en zonas agrícolas como la Altillanura, Eje cafetero, Urabá antioqueño y región Caribe.