Los presidentes son un fenómeno electoral y casi siempre son impuestos por tradición familiar o por los mismos partidos tradicionales. En Colombia han sido esas mismas familias, herederas, en las que desde muy jóvenes los preparan para que ese cargo no salga de esos núcleos familiares. Los López, padre e hijo, los LLeras, los Pastrana, […]
Los presidentes son un fenómeno electoral y casi siempre son impuestos por tradición familiar o por los mismos partidos tradicionales. En Colombia han sido esas mismas familias, herederas, en las que desde muy jóvenes los preparan para que ese cargo no salga de esos núcleos familiares. Los López, padre e hijo, los LLeras, los Pastrana, también padre e hijo, los Santos presidentes y vice presidente, y otros más. Ellos pasan a la historia como ex presidentes, pero esa obra buena o mala que hicieron no perdurará. Cuando gobiernan están vigentes, después pocos los recuerdan por las mismas razones o por los cambios generacionales.
Como van a poner en los nuevos billetes de 100 mil pesos próximos a circular, al señor Carlos LLeras Restrepo, con un color político definido y abuelo del actual vicepresidente, que de paso le servirá como publicidad política para su aspiración presidencial que no tiene reversa, y que ratifica lo antes dicho. Si para estas personas que tomaron esa desacertada decisión no les dice nada el perfil del hombre más grande en la historia del país en los últimos años, como los es nuestro premio Nobel Gabriel García Márquez, reconocido en todo el globo terráqueo y que su noble obra literaria perdurará por siempre de generación en generación.
Si este señor expresidente (que de alguna manera se tendrá que relacionar con la barbarie del bipartidismo), como otros tantos que hay en Colombia, viene en el mencionado billete y si es por el orden jerárquico a Gabo, deberían ponerlo en cualquier símbolo patrio como colombiano ejemplar. Expresidentes hay y habrá muchos, pero Gabo es y será uno solo para orgullo de Colombia.
Por Julio Rojas Buendía
Los presidentes son un fenómeno electoral y casi siempre son impuestos por tradición familiar o por los mismos partidos tradicionales. En Colombia han sido esas mismas familias, herederas, en las que desde muy jóvenes los preparan para que ese cargo no salga de esos núcleos familiares. Los López, padre e hijo, los LLeras, los Pastrana, […]
Los presidentes son un fenómeno electoral y casi siempre son impuestos por tradición familiar o por los mismos partidos tradicionales. En Colombia han sido esas mismas familias, herederas, en las que desde muy jóvenes los preparan para que ese cargo no salga de esos núcleos familiares. Los López, padre e hijo, los LLeras, los Pastrana, también padre e hijo, los Santos presidentes y vice presidente, y otros más. Ellos pasan a la historia como ex presidentes, pero esa obra buena o mala que hicieron no perdurará. Cuando gobiernan están vigentes, después pocos los recuerdan por las mismas razones o por los cambios generacionales.
Como van a poner en los nuevos billetes de 100 mil pesos próximos a circular, al señor Carlos LLeras Restrepo, con un color político definido y abuelo del actual vicepresidente, que de paso le servirá como publicidad política para su aspiración presidencial que no tiene reversa, y que ratifica lo antes dicho. Si para estas personas que tomaron esa desacertada decisión no les dice nada el perfil del hombre más grande en la historia del país en los últimos años, como los es nuestro premio Nobel Gabriel García Márquez, reconocido en todo el globo terráqueo y que su noble obra literaria perdurará por siempre de generación en generación.
Si este señor expresidente (que de alguna manera se tendrá que relacionar con la barbarie del bipartidismo), como otros tantos que hay en Colombia, viene en el mencionado billete y si es por el orden jerárquico a Gabo, deberían ponerlo en cualquier símbolo patrio como colombiano ejemplar. Expresidentes hay y habrá muchos, pero Gabo es y será uno solo para orgullo de Colombia.
Por Julio Rojas Buendía