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Columnista - 10 junio, 2019

El asunto no es la dosis mínima

En ocho páginas la Corte Constitucional tumbó la prohibición sobre el consumo de alcohol y drogas en los parques. Dice que existen otros medios para garantizar la tranquilidad del espacio público. Asimismo, indica que el decomiso y las multas por consumir alcohol y drogas en espacio público “no es un medio justificable” para la búsqueda […]

En ocho páginas la Corte Constitucional tumbó la prohibición sobre el consumo de alcohol y drogas en los parques.

Dice que existen otros medios para garantizar la tranquilidad del espacio público. Asimismo, indica que el decomiso y las multas por consumir alcohol y drogas en espacio público “no es un medio justificable” para la búsqueda de la tranquilidad y las relaciones respetuosas, “por cuanto existen otros medios de policía en el mismo Código que permiten alcanzar los fines buscados sin imponer una amplia restricción a la libertad”. 

Refrenda entonces la Corte su argumento sobre la dosis mínima como libre desarrollo de la personalidad y la libertad.

Dice también el alto tribunal que en el Código de Policía no se esgrimen elementos de juicio que establezcan una relación causal directa entre el consumo y la destrucción o irrespeto a la integridad del espacio público.

La medida por tanto de decomiso y multa impone una prohibición a realizar una actividad que “en sí misma no está excluida del ordenamiento jurídico, y lo hace de forma amplia y genérica en todo el espacio público”, incluso la extiende a espacios privados y la Corte advierte, en este sentido, que entonces se están imponiendo restricciones significativas a las libertades de las personas.

Lo que la Corte le está diciendo al Estado es que el asunto no está en perseguir y frenar las libertades de los consumidores y que no es tan fácil sumar cifras de combate al narcotráfico imputándole responsabilidades al consumo mínimo y libre de alcohol o drogas en espacio público.

Le está diciendo que un consumidor no es un delincuente y que cuando se trata de drogas bien puede ir a buscar a los expendedores y grandes redes para desmantelarlas y no conformarse con una labor policial de atosigamiento a quienes consumen, porque no es en los adictos donde están las toneladas que representan duros golpes al narcotráfico.

Y buscando en los parques no van a lavar la obligación que tienen de acabar con semejante desastre del que este país ha vivido y por el que sigue muriendo.

El Estado debe proteger la dignidad de las personas y, adictos o en recreación, el ejercicio es lo mismo.

Las políticas del Estado deben estar encaminadas a prevenir el consumo, a dotar de herramientas y protocolos a colegios, familias y la sociedad en general sobre el consumo de drogas y alcohol.

Pero un Estado que en esta materia no presenta programas, ni continuidades, no puede venir luego a simplemente vigilar y castigar una dignidad que antes no ha cuidado. Este es el asunto esencial.

Y para atenderlo y exigirlo a las instituciones deberíamos ponernos serios y dejar de hacer chistes sobre si podemos tener sexo en el parque, o si consumir drogas y alcohol en la vía pública no está prohibido, pero comer empanadas sí. Es bien fácil e irresponsable esconder lo esencial detrás de un chiste pendejo.

Columnista
10 junio, 2019

El asunto no es la dosis mínima

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
María Angélica Pumarejo

En ocho páginas la Corte Constitucional tumbó la prohibición sobre el consumo de alcohol y drogas en los parques. Dice que existen otros medios para garantizar la tranquilidad del espacio público. Asimismo, indica que el decomiso y las multas por consumir alcohol y drogas en espacio público “no es un medio justificable” para la búsqueda […]


En ocho páginas la Corte Constitucional tumbó la prohibición sobre el consumo de alcohol y drogas en los parques.

Dice que existen otros medios para garantizar la tranquilidad del espacio público. Asimismo, indica que el decomiso y las multas por consumir alcohol y drogas en espacio público “no es un medio justificable” para la búsqueda de la tranquilidad y las relaciones respetuosas, “por cuanto existen otros medios de policía en el mismo Código que permiten alcanzar los fines buscados sin imponer una amplia restricción a la libertad”. 

Refrenda entonces la Corte su argumento sobre la dosis mínima como libre desarrollo de la personalidad y la libertad.

Dice también el alto tribunal que en el Código de Policía no se esgrimen elementos de juicio que establezcan una relación causal directa entre el consumo y la destrucción o irrespeto a la integridad del espacio público.

La medida por tanto de decomiso y multa impone una prohibición a realizar una actividad que “en sí misma no está excluida del ordenamiento jurídico, y lo hace de forma amplia y genérica en todo el espacio público”, incluso la extiende a espacios privados y la Corte advierte, en este sentido, que entonces se están imponiendo restricciones significativas a las libertades de las personas.

Lo que la Corte le está diciendo al Estado es que el asunto no está en perseguir y frenar las libertades de los consumidores y que no es tan fácil sumar cifras de combate al narcotráfico imputándole responsabilidades al consumo mínimo y libre de alcohol o drogas en espacio público.

Le está diciendo que un consumidor no es un delincuente y que cuando se trata de drogas bien puede ir a buscar a los expendedores y grandes redes para desmantelarlas y no conformarse con una labor policial de atosigamiento a quienes consumen, porque no es en los adictos donde están las toneladas que representan duros golpes al narcotráfico.

Y buscando en los parques no van a lavar la obligación que tienen de acabar con semejante desastre del que este país ha vivido y por el que sigue muriendo.

El Estado debe proteger la dignidad de las personas y, adictos o en recreación, el ejercicio es lo mismo.

Las políticas del Estado deben estar encaminadas a prevenir el consumo, a dotar de herramientas y protocolos a colegios, familias y la sociedad en general sobre el consumo de drogas y alcohol.

Pero un Estado que en esta materia no presenta programas, ni continuidades, no puede venir luego a simplemente vigilar y castigar una dignidad que antes no ha cuidado. Este es el asunto esencial.

Y para atenderlo y exigirlo a las instituciones deberíamos ponernos serios y dejar de hacer chistes sobre si podemos tener sexo en el parque, o si consumir drogas y alcohol en la vía pública no está prohibido, pero comer empanadas sí. Es bien fácil e irresponsable esconder lo esencial detrás de un chiste pendejo.