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Columnista - 19 diciembre, 2022

El ala diplomática de los hijos de la ‘Vieja’ Sara

En El Plan, un hermoso pueblo de La Guajira, vivió Sara María Salas Baquero, la 'Vieja' Sara, madre de los famosos juglares Emiliano Zuleta y Toño Salas, quienes, con Rafael Escalona, Poncho Cotes y otros amigos convirtieron su casa en un arca musical de encuentros y parrandas.

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En El Plan, un hermoso pueblo de La Guajira, vivió Sara María Salas Baquero, la ‘Vieja’ Sara, madre de los famosos juglares Emiliano Zuleta y Toño Salas, quienes, con Rafael Escalona, Poncho Cotes y otros amigos convirtieron su casa en un arca musical de encuentros y parrandas.

Unos parientes de la ‘Vieja’ Sara, que por estos días llegaron a visitar a mi señora Belky Salas Barrios por el fallecimiento de su hermano Elvis Manjarrez Barrios, aprovecharon para recordar anécdotas familiares y las generosas cualidades de Andrés Salas Araujo, uno de los nueve hijos de la Vieja Sara con Rafael Araujo, abnegado agricultor y aficionado a los caballos.

Andrés (1922-1984) nació y vivió en El Plan. De su madre no heredó tradición musical; de su padre, la vocación por la agricultura y la pasión por los caballos. Y de ambos, las cualidades de la decencia, de servir a los demás y atender a los visitantes.

Sus hermanos Emiliano, Toño y Carlos fueron agricultores y heredaron la vena musical de su madre. Andrés se dedicó de tiempo completo a la agricultura en su hacienda ‘El Piñal’, donde vivía con su esposa Fidelia Muegues y sus hijos; cultivaba piña, café, aguacate, guineo y malanga, y también tenía gallinas, cerdos y un corral con vacas de ordeño. Andrés, todos los sábados en su caballo, con la elegancia de buen jinete viajaba con su escudero Aroldo Corzo, a La Jagua del Pilar donde vivían sus hermanas Rafaela, Matilde y Santa, y a las tres les llevaba provisiones de sus cultivos. En La Jagua formó su segundo hogar con Adelaida Barrios, de esa unión nacieron seis hijos, entre ellos, Belky, quien desde hace 41 años es mi señora, mi musa, mi ‘Flor’ de aurora.

La profesora Marielsy Zequeira, sobrina política de Carlos Salas, dice: “El señor Andrés representó el ala diplomática de los hijos de la Vieja Sara; no fue difícil para él, todo lo acompañaba; la simpatía, su porte de buen mozo, como decían nuestras abuelas. Su decencia, sus amistades, su liderazgo cívico, miembro activo del Partido Conservador, una tradición familiar materna, con el respaldo de esa militancia varias veces fue corregidor e inspector del corregimiento de El Plan. Pero su capacidad de servicio no tenía distingo político, tuvo buenas relaciones con líderes políticos y gremiales de La Guajira y el Cesar. Era un magnífico anfitrión, y dueño de una risa contagiosa, tenía la chispa para sacar un chiste de cualquier hecho, y de trato amable con personas mayores y los niños”.

Franca Durán Salas, una de sus sobrinas, enfatiza su don de servicio y la disposición para ayudar. “Fue buen ser humano y buen familiar. Sobresalía como líder conciliador en problemas de familias o particulares. Era cariñoso. En gesto de gratitud a su vida y a sus bondades, sus hijos y sobrinos le han puesto a la prole su nombre. Más de veinte llevan el Andrés de primero o de segundo. En mujeres hay más de seis Andreas y tres Andreinas”.

Por José Atuesta Mindiola

Columnista
19 diciembre, 2022

El ala diplomática de los hijos de la ‘Vieja’ Sara

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
José Atuesta Mindiola

En El Plan, un hermoso pueblo de La Guajira, vivió Sara María Salas Baquero, la 'Vieja' Sara, madre de los famosos juglares Emiliano Zuleta y Toño Salas, quienes, con Rafael Escalona, Poncho Cotes y otros amigos convirtieron su casa en un arca musical de encuentros y parrandas.


En El Plan, un hermoso pueblo de La Guajira, vivió Sara María Salas Baquero, la ‘Vieja’ Sara, madre de los famosos juglares Emiliano Zuleta y Toño Salas, quienes, con Rafael Escalona, Poncho Cotes y otros amigos convirtieron su casa en un arca musical de encuentros y parrandas.

Unos parientes de la ‘Vieja’ Sara, que por estos días llegaron a visitar a mi señora Belky Salas Barrios por el fallecimiento de su hermano Elvis Manjarrez Barrios, aprovecharon para recordar anécdotas familiares y las generosas cualidades de Andrés Salas Araujo, uno de los nueve hijos de la Vieja Sara con Rafael Araujo, abnegado agricultor y aficionado a los caballos.

Andrés (1922-1984) nació y vivió en El Plan. De su madre no heredó tradición musical; de su padre, la vocación por la agricultura y la pasión por los caballos. Y de ambos, las cualidades de la decencia, de servir a los demás y atender a los visitantes.

Sus hermanos Emiliano, Toño y Carlos fueron agricultores y heredaron la vena musical de su madre. Andrés se dedicó de tiempo completo a la agricultura en su hacienda ‘El Piñal’, donde vivía con su esposa Fidelia Muegues y sus hijos; cultivaba piña, café, aguacate, guineo y malanga, y también tenía gallinas, cerdos y un corral con vacas de ordeño. Andrés, todos los sábados en su caballo, con la elegancia de buen jinete viajaba con su escudero Aroldo Corzo, a La Jagua del Pilar donde vivían sus hermanas Rafaela, Matilde y Santa, y a las tres les llevaba provisiones de sus cultivos. En La Jagua formó su segundo hogar con Adelaida Barrios, de esa unión nacieron seis hijos, entre ellos, Belky, quien desde hace 41 años es mi señora, mi musa, mi ‘Flor’ de aurora.

La profesora Marielsy Zequeira, sobrina política de Carlos Salas, dice: “El señor Andrés representó el ala diplomática de los hijos de la Vieja Sara; no fue difícil para él, todo lo acompañaba; la simpatía, su porte de buen mozo, como decían nuestras abuelas. Su decencia, sus amistades, su liderazgo cívico, miembro activo del Partido Conservador, una tradición familiar materna, con el respaldo de esa militancia varias veces fue corregidor e inspector del corregimiento de El Plan. Pero su capacidad de servicio no tenía distingo político, tuvo buenas relaciones con líderes políticos y gremiales de La Guajira y el Cesar. Era un magnífico anfitrión, y dueño de una risa contagiosa, tenía la chispa para sacar un chiste de cualquier hecho, y de trato amable con personas mayores y los niños”.

Franca Durán Salas, una de sus sobrinas, enfatiza su don de servicio y la disposición para ayudar. “Fue buen ser humano y buen familiar. Sobresalía como líder conciliador en problemas de familias o particulares. Era cariñoso. En gesto de gratitud a su vida y a sus bondades, sus hijos y sobrinos le han puesto a la prole su nombre. Más de veinte llevan el Andrés de primero o de segundo. En mujeres hay más de seis Andreas y tres Andreinas”.

Por José Atuesta Mindiola