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Columnista - 3 enero, 2022

El ahijado y el padrino

El 30 de diciembre la Asamblea departamental cerró el año notificándonos que es una corporación en ruinas. 

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Estamos asistiendo a los hechos más deprimentes de nuestras instituciones. El 30 de diciembre la Asamblea departamental cerró el año notificándonos que es una corporación en ruinas. 

Eligieron, como estaba previsto, al señor Juan Francisco Villazón Tafur como contralor departamental. Desde que se abrió la convocatoria Radio Guatapurí había advertido que era el favorito para ganar el concurso y no es que el medio tenga cualidades de adivino, lo que ocurre es que el fétido olor del proceso de elección de contralor municipal se sentía en todos los rincones del Cesar.

En su intervención, el señor Villazón Tafur afirmó que recuperaría la confianza del órgano de control fiscal, pero es parte de ese vacío discurso de un político, que habla para sí mismo y no para los ciudadanos. 

Es mentira que se recuperará una entidad que dejó de cumplir su misión hace mucho tiempo. Villazón será, sin temor a equivocarme, un contralor de bolsillo más como sus antecesores.

Su cercanía con el gobernador Monsalvo es inocultable, en las redes del nuevo contralor aparecen diversas fotos con el mandatario a quien deberá controlar llamándolo “padrino” y con el señor José Alfredo Gnecco llamándolo “mi senador”, siendo esto una demostración de “amistad íntima” entre el nuevo  contralor y su vigilado, figura propia de una causal de recusación contemplada en la Ley 1564 del 2012 en el numeral 9 del artículo 141. Sería bueno que el nuevo contralor repasara esa norma.

Por otro lado, la elección en sí misma está plagada de vicios, por un lado los descarados impedimentos del presidente de la Asamblea, Jorge Barros Gnecco, para no votar en la elección de contralor, pero no tiene reparos para dirigir todo el proceso.

Por otro lado, el proceso de elección tiene los rasgos propios de un concurso de méritos así el presidente de la Asamblea insista en que es una convocatoria pública, claro, es que el “honorable” diputado no conoce principios constitucionales como la primacía de la realidad sobre la forma.

Puede darle el nombre que quiera a ese proceso, pero si reúne las características propias de un concurso de méritos, como la calificación y orden de aspirantes por puntaje, debió primar precisamente el mérito y no la mediocridad, en ese caso el elegido debió ser el señor Edgardo Santiago, quien obtuvo el mayor puntaje, pero la mayoría de los diputados decidieron votar por el tercero, situación que coloca en riesgo la permanencia de Villazón como contralor Departamental, como puede verse en la Sentencia del 15 de diciembre del 2016 del Consejo de Estado, que anula la elección del contralor Municipal de Valledupar escogido en el año 2015. Esto también deberían leerlo el señor Villazón Tafur y los diputados que lo escogieron.

Lo cierto es que la Contraloría Departamental del Cesar está atrapada en un juego de intereses que impide una escogencia transparente, en lugar de eso se está premiando la proximidad con el grupo político que ha gobernado el Cesar desde el 2012. 

Recordemos que para ello los escogidos deben ser primos, esposos de parientes y en esta ocasión un ahijado que de ninguna manera vigilará las actuaciones de su padrino.

Carlos Andrés Añez

Columnista
3 enero, 2022

El ahijado y el padrino

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Carlos Andrés Añez Maestre

El 30 de diciembre la Asamblea departamental cerró el año notificándonos que es una corporación en ruinas. 


Estamos asistiendo a los hechos más deprimentes de nuestras instituciones. El 30 de diciembre la Asamblea departamental cerró el año notificándonos que es una corporación en ruinas. 

Eligieron, como estaba previsto, al señor Juan Francisco Villazón Tafur como contralor departamental. Desde que se abrió la convocatoria Radio Guatapurí había advertido que era el favorito para ganar el concurso y no es que el medio tenga cualidades de adivino, lo que ocurre es que el fétido olor del proceso de elección de contralor municipal se sentía en todos los rincones del Cesar.

En su intervención, el señor Villazón Tafur afirmó que recuperaría la confianza del órgano de control fiscal, pero es parte de ese vacío discurso de un político, que habla para sí mismo y no para los ciudadanos. 

Es mentira que se recuperará una entidad que dejó de cumplir su misión hace mucho tiempo. Villazón será, sin temor a equivocarme, un contralor de bolsillo más como sus antecesores.

Su cercanía con el gobernador Monsalvo es inocultable, en las redes del nuevo contralor aparecen diversas fotos con el mandatario a quien deberá controlar llamándolo “padrino” y con el señor José Alfredo Gnecco llamándolo “mi senador”, siendo esto una demostración de “amistad íntima” entre el nuevo  contralor y su vigilado, figura propia de una causal de recusación contemplada en la Ley 1564 del 2012 en el numeral 9 del artículo 141. Sería bueno que el nuevo contralor repasara esa norma.

Por otro lado, la elección en sí misma está plagada de vicios, por un lado los descarados impedimentos del presidente de la Asamblea, Jorge Barros Gnecco, para no votar en la elección de contralor, pero no tiene reparos para dirigir todo el proceso.

Por otro lado, el proceso de elección tiene los rasgos propios de un concurso de méritos así el presidente de la Asamblea insista en que es una convocatoria pública, claro, es que el “honorable” diputado no conoce principios constitucionales como la primacía de la realidad sobre la forma.

Puede darle el nombre que quiera a ese proceso, pero si reúne las características propias de un concurso de méritos, como la calificación y orden de aspirantes por puntaje, debió primar precisamente el mérito y no la mediocridad, en ese caso el elegido debió ser el señor Edgardo Santiago, quien obtuvo el mayor puntaje, pero la mayoría de los diputados decidieron votar por el tercero, situación que coloca en riesgo la permanencia de Villazón como contralor Departamental, como puede verse en la Sentencia del 15 de diciembre del 2016 del Consejo de Estado, que anula la elección del contralor Municipal de Valledupar escogido en el año 2015. Esto también deberían leerlo el señor Villazón Tafur y los diputados que lo escogieron.

Lo cierto es que la Contraloría Departamental del Cesar está atrapada en un juego de intereses que impide una escogencia transparente, en lugar de eso se está premiando la proximidad con el grupo político que ha gobernado el Cesar desde el 2012. 

Recordemos que para ello los escogidos deben ser primos, esposos de parientes y en esta ocasión un ahijado que de ninguna manera vigilará las actuaciones de su padrino.

Carlos Andrés Añez