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Columnista - 17 diciembre, 2015

El acuerdo de París, camino de la esperanza

A pesar de algunas muestras de escepticismo, el 12 de diciembre fue firmado el acuerdo de París por los representantes de 196 gobiernos en la búsqueda de ponerle freno al calentamiento global. Este firme compromiso, consensuado, histórico y prudente, es suficiente para devolver la esperanza después del pasado fracaso de Copenhague. Para este siglo el […]

A pesar de algunas muestras de escepticismo, el 12 de diciembre fue firmado el acuerdo de París por los representantes de 196 gobiernos en la búsqueda de ponerle freno al calentamiento global. Este firme compromiso, consensuado, histórico y prudente, es suficiente para devolver la esperanza después del pasado fracaso de Copenhague. Para este siglo el calentamiento no debe sobrepasar los dos grados Celsius en relación con la temperatura de la Tierra en la época preindustrial.

Además, el acuerdo establece un sistema de financiación de 100 mil millones de dólares anuales después del año 2020, con el fin de apoyar a los países con menos recursos para adaptarse a los efectos del cambio climático.

Uno de los aspectos más relevantes es que por primera vez un acuerdo sobre el calentamiento global tiene efectos vinculantes para los estados firmantes, es decir, que los países adquieren compromisos jurídicos y están obligados a cumplir los mismos.

La fuerza del acuerdo está en los mecanismos con el que periódicamente se revisen los compromisos de cada país para colocarle presión internacional a la obligación de cumplir con los esfuerzos que sean necesarios. El calentamiento global es el problema de mayor importancia en la actualidad para la humanidad y se reconoce que hay que enfrentarlo con medidas radicales. Las cosas en París no fueron nada fáciles y se presentaron discrepancias marcadas, como era de esperase, entre los países desarrollados especialmente Estados Unidos, China, India y algunos otros países emergentes. Pero no es el momento de encender las velas sin pensar en el fin de la era de las energías fósiles por energía limpias, innovación y desarrollo sostenible.

Esperamos con optimismo que el texto final del acuerdo no sea solo un compendio de buenas intenciones.

Hoy ya se tiene un camino trazado que es muy valioso y el interrogante ahora es con qué velocidad se va a recorrer.

La clave está en la gente y en la grandeza de los gobernantes de la sociedad civil. No se necesita ver de cerca la hecatombe que se anuncia para reaccionar. Sin duda alguna, la alta política tiene la palabra y un papel protagónico en lo que ocurra de aquí en adelante. Nunca antes se había avanzado tanto en las metas para mitigar el impacto de la mano del hombre en la naturaleza. Valió la pena tanta espera. La cumbre de París marca un hito, un antes y un después en la protección del planeta, que debe ser un propósito común a todos los niveles.

Columnista
17 diciembre, 2015

El acuerdo de París, camino de la esperanza

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Gustavo Cotez Medina

A pesar de algunas muestras de escepticismo, el 12 de diciembre fue firmado el acuerdo de París por los representantes de 196 gobiernos en la búsqueda de ponerle freno al calentamiento global. Este firme compromiso, consensuado, histórico y prudente, es suficiente para devolver la esperanza después del pasado fracaso de Copenhague. Para este siglo el […]


A pesar de algunas muestras de escepticismo, el 12 de diciembre fue firmado el acuerdo de París por los representantes de 196 gobiernos en la búsqueda de ponerle freno al calentamiento global. Este firme compromiso, consensuado, histórico y prudente, es suficiente para devolver la esperanza después del pasado fracaso de Copenhague. Para este siglo el calentamiento no debe sobrepasar los dos grados Celsius en relación con la temperatura de la Tierra en la época preindustrial.

Además, el acuerdo establece un sistema de financiación de 100 mil millones de dólares anuales después del año 2020, con el fin de apoyar a los países con menos recursos para adaptarse a los efectos del cambio climático.

Uno de los aspectos más relevantes es que por primera vez un acuerdo sobre el calentamiento global tiene efectos vinculantes para los estados firmantes, es decir, que los países adquieren compromisos jurídicos y están obligados a cumplir los mismos.

La fuerza del acuerdo está en los mecanismos con el que periódicamente se revisen los compromisos de cada país para colocarle presión internacional a la obligación de cumplir con los esfuerzos que sean necesarios. El calentamiento global es el problema de mayor importancia en la actualidad para la humanidad y se reconoce que hay que enfrentarlo con medidas radicales. Las cosas en París no fueron nada fáciles y se presentaron discrepancias marcadas, como era de esperase, entre los países desarrollados especialmente Estados Unidos, China, India y algunos otros países emergentes. Pero no es el momento de encender las velas sin pensar en el fin de la era de las energías fósiles por energía limpias, innovación y desarrollo sostenible.

Esperamos con optimismo que el texto final del acuerdo no sea solo un compendio de buenas intenciones.

Hoy ya se tiene un camino trazado que es muy valioso y el interrogante ahora es con qué velocidad se va a recorrer.

La clave está en la gente y en la grandeza de los gobernantes de la sociedad civil. No se necesita ver de cerca la hecatombe que se anuncia para reaccionar. Sin duda alguna, la alta política tiene la palabra y un papel protagónico en lo que ocurra de aquí en adelante. Nunca antes se había avanzado tanto en las metas para mitigar el impacto de la mano del hombre en la naturaleza. Valió la pena tanta espera. La cumbre de París marca un hito, un antes y un después en la protección del planeta, que debe ser un propósito común a todos los niveles.