Fue después de que Marlon Brando ganara, en el año 1972, el premio Oscar y el Globo de Oro como mejor actor en las películas El Padrino, y que al año siguiente fuera nominado como mejor actor en la película El último tango en París, cuando Guillermo comenzó a sentir el sabor del arrepentimiento.
Cuando Guillermo Manríquez Pinto y los miembros del conjunto musical ‘Variedades’ llegaron a la caseta organizada por Rodrigo Lombana en Cartagena, fueron notificados que el contrato que habían firmado con este había sido terminado unilateralmente. Ellos habían sido contratados para amenizar en este lugar las cuatros noches de fiestas del Once de Noviembre.
Lee también: ‘Sin dejar una huella’, nuevo sencillo de Rita Fernández
Guillermo, que era un hombre despistado, exigió el cumplimiento de lo pactado. Sin embargo, Roberto le recordó la fecha en la que debían iniciar las presentaciones en la caseta, que era el nueve noviembre, y el conjunto llegó el diez en el día.
Aníbal Velásquez, que había sido contratado en reemplazo del conjunto Variedades, fue quien intercedió por ellos ante los administradores del Club de Pesca de Cartagena, para que amenizaran esa noche un baile privado en ese lugar. En esta oportunidad llegaron puntuales.
El conjunto Variedades, dirigido por Guillermo Manríquez, grabaron varios trabajos discográficos, de los que fueron éxitos canciones como: ‘El baile de la pluma’, ‘Los carmeros’, ‘Nubia’, ‘Muñeco de oro’, ‘Porros costeños’, entre otras.
Interpretaban esta y otros temas musicales cuando vieron entrar a un grupo de personas. Los que llegaron eran extranjeros y colombianos que participaban como actores en la película ‘Quemaida’ o ‘La Quemada’, que, desde el mes de octubre de ese año, 1968, se filmaba en esa ciudad. Era una fiesta privada organizada para los actores Marlon Brando, Evaristo Márquez, Renato Salvatori, Dana Ghia, Norman Hill, entre otros.
No dejes de leer: ‘Churo’ Díaz aplaza lanzamiento de su nuevo álbum por problemas de salud
Marlon Brando, recordado en Cartagena por su mal genio y su lucha por la igualdad salarial entre actores secundarios y extras de tez blanca y negra que participaban en la película donde era actor principal, fue de los más entusiastas participantes en la fiesta.
Su ánimo fiestero creció, especialmente cuando el conjunto Variedades lo complacieron con la interpretación de varias cumbias de autoría de Andrés Landero. Pero no solo se animó con la música, también fue pródigo en atenciones con los miembros del conjunto a los que les regaló pañoletas rojas de cumbiamberos y ordenó les sirvieran whiskey de la misma calidad de la que él tomaba.
El actor, además, fue deferente con el acordeonista Liborio Reyes. Pero mientras el norteamericano mostraba una sonrisa amistosa, la del colombiano era nerviosa. Su mirada huidiza, así como su sonrisa, eran producto de comentarios desobligantes que había hecho en contra de Brando, cuando se enteró, en El Carmen de Bolívar, que le había destruido una cámara fotográfica a una persona que lo fotografió bañándose al lado de una mujer en una playa cartagenera.
En el fragor de la fiesta llegaron las fotografías de los actores con los músicos. Marlon Brando fue el más activo entre quienes lo hacían. Él fue quien les dijo a los fotografiados que pasaran al día siguiente por el material fotográfico al Club de Pesca. Fue Guillermo el que se opuso a que fueran a buscarlo.
Te puede interesar: Falleció el cantante y acordeonero Miguel Durán Jr.
Fue después de que Marlon Brando ganara, en el año 1972, el premio Oscar y el Globo de Oro como mejor actor en las películas El Padrino, y que al año siguiente fuera nominado como mejor actor en la película El último tango en París, cuando Guillermo comenzó a sentir el sabor del arrepentimiento.
Iba a la casa de Liborio Reyes a comentarle que si hubiera ido a buscar las fotografías, en la sala de su casa colgaran varias de las que le tomaron con el actor. Las que, además, hubieran servido de prueba para demostrar que una noche de noviembre amenizaron una fiesta en la que este fue el principal animador.
Por Álvaro Rojano
Fue después de que Marlon Brando ganara, en el año 1972, el premio Oscar y el Globo de Oro como mejor actor en las películas El Padrino, y que al año siguiente fuera nominado como mejor actor en la película El último tango en París, cuando Guillermo comenzó a sentir el sabor del arrepentimiento.
Cuando Guillermo Manríquez Pinto y los miembros del conjunto musical ‘Variedades’ llegaron a la caseta organizada por Rodrigo Lombana en Cartagena, fueron notificados que el contrato que habían firmado con este había sido terminado unilateralmente. Ellos habían sido contratados para amenizar en este lugar las cuatros noches de fiestas del Once de Noviembre.
Lee también: ‘Sin dejar una huella’, nuevo sencillo de Rita Fernández
Guillermo, que era un hombre despistado, exigió el cumplimiento de lo pactado. Sin embargo, Roberto le recordó la fecha en la que debían iniciar las presentaciones en la caseta, que era el nueve noviembre, y el conjunto llegó el diez en el día.
Aníbal Velásquez, que había sido contratado en reemplazo del conjunto Variedades, fue quien intercedió por ellos ante los administradores del Club de Pesca de Cartagena, para que amenizaran esa noche un baile privado en ese lugar. En esta oportunidad llegaron puntuales.
El conjunto Variedades, dirigido por Guillermo Manríquez, grabaron varios trabajos discográficos, de los que fueron éxitos canciones como: ‘El baile de la pluma’, ‘Los carmeros’, ‘Nubia’, ‘Muñeco de oro’, ‘Porros costeños’, entre otras.
Interpretaban esta y otros temas musicales cuando vieron entrar a un grupo de personas. Los que llegaron eran extranjeros y colombianos que participaban como actores en la película ‘Quemaida’ o ‘La Quemada’, que, desde el mes de octubre de ese año, 1968, se filmaba en esa ciudad. Era una fiesta privada organizada para los actores Marlon Brando, Evaristo Márquez, Renato Salvatori, Dana Ghia, Norman Hill, entre otros.
No dejes de leer: ‘Churo’ Díaz aplaza lanzamiento de su nuevo álbum por problemas de salud
Marlon Brando, recordado en Cartagena por su mal genio y su lucha por la igualdad salarial entre actores secundarios y extras de tez blanca y negra que participaban en la película donde era actor principal, fue de los más entusiastas participantes en la fiesta.
Su ánimo fiestero creció, especialmente cuando el conjunto Variedades lo complacieron con la interpretación de varias cumbias de autoría de Andrés Landero. Pero no solo se animó con la música, también fue pródigo en atenciones con los miembros del conjunto a los que les regaló pañoletas rojas de cumbiamberos y ordenó les sirvieran whiskey de la misma calidad de la que él tomaba.
El actor, además, fue deferente con el acordeonista Liborio Reyes. Pero mientras el norteamericano mostraba una sonrisa amistosa, la del colombiano era nerviosa. Su mirada huidiza, así como su sonrisa, eran producto de comentarios desobligantes que había hecho en contra de Brando, cuando se enteró, en El Carmen de Bolívar, que le había destruido una cámara fotográfica a una persona que lo fotografió bañándose al lado de una mujer en una playa cartagenera.
En el fragor de la fiesta llegaron las fotografías de los actores con los músicos. Marlon Brando fue el más activo entre quienes lo hacían. Él fue quien les dijo a los fotografiados que pasaran al día siguiente por el material fotográfico al Club de Pesca. Fue Guillermo el que se opuso a que fueran a buscarlo.
Te puede interesar: Falleció el cantante y acordeonero Miguel Durán Jr.
Fue después de que Marlon Brando ganara, en el año 1972, el premio Oscar y el Globo de Oro como mejor actor en las películas El Padrino, y que al año siguiente fuera nominado como mejor actor en la película El último tango en París, cuando Guillermo comenzó a sentir el sabor del arrepentimiento.
Iba a la casa de Liborio Reyes a comentarle que si hubiera ido a buscar las fotografías, en la sala de su casa colgaran varias de las que le tomaron con el actor. Las que, además, hubieran servido de prueba para demostrar que una noche de noviembre amenizaron una fiesta en la que este fue el principal animador.
Por Álvaro Rojano