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Columnista - 21 octubre, 2022

El aburrimiento

“…El espíritu de la verdad está dispuesto, pero el cuerpo es débil”. San mateo 26,41. Se define el aburrimiento como ese “déjame estar”, ese cansancio interior, ese estado de ánimo negativo por falta de estímulo o distracción, o por molestias reiteradas. Es la expresión del sentimiento de tristeza, impotencia e inadecuación frente al fracaso en […]

“…El espíritu de la verdad está dispuesto, pero el cuerpo es débil”. San mateo 26,41. Se define el aburrimiento como ese “déjame estar”, ese cansancio interior, ese estado de ánimo negativo por falta de estímulo o distracción, o por molestias reiteradas. Es la expresión del sentimiento de tristeza, impotencia e inadecuación frente al fracaso en el alcance de nuestras metas.

Esto que ocurre normalmente en la vida diaria, también ocurre en la oración y en el tiempo que procuramos pasar en la presencia de Dios. En la historia del epígrafe, aun los doce apóstoles se durmieron en la hora en que Jesús más los necesitaba. Así, habrá días en los que sentimos una conexión especial con Dios, pero también habrá otros, inexpresivos, aburridos, que parecen destinados a ser inútiles y perdidos. 

En ocasiones, en nuestra debilidad y fragilidad, dejamos de alcanzar la clase de conexión con Dios que nuestros corazones anhelan. La pregunta del millón es: ¿Qué hacer cuando nos aburrimos en nuestros tiempos de oración? ¡De todas maneras, ore! ¡Persevere, cumpla su compromiso, abúrrase, aguántelo! No permitamos que nada nos convenza o nos desvíe, ni siquiera el aburrimiento. 

Queridos amigos: necesitamos tomar una vital decisión: Dedicar nuestras vidas a la amistad con Dios. En la lluvia o en el sol, en los días buenos y en los malos, cuando es fácil y cuando es difícil. Cuando las cosas salen bien y cuando hay trancones y problemas en el camino. Pero, especialmente, cuando nos sentimos particularmente débiles frente a alguien o algo, ese es el momento para acudir a Dios y permanecer delante de él, a pesar del aburrimiento. 

Propongo desactivar las artimañas del enemigo para cargarnos con culpa y vergüenza respecto a nuestro tiempo a solas con Dios. Incluso, las mismas normas religiosas tratan de decirnos que somos hipócritas cuando, en realidad, estamos inmersos en el mismo peregrinaje que los santos hombres de Dios atravesaron antes que nosotros. Seamos francos: a veces, la oración es aburrida y el estudio de su palabra es pesado como ladrillo. Pero, aun así, si permanecemos y esperamos que Dios nos toque con su Espíritu y nos fortalezca con su Palabra, quedaremos enganchados sin más pretensiones que el disfrute de su dulce amor. 

Ahora, tengo buenas noticias: cuando perseveramos en la comunión con Dios, la relación se torna agradable y los días malos son cada vez menos. Además, una vez que cruzamos el umbral del aburrimiento, la emoción de estar en su presencia lo llena todo y obtenemos un nuevo impulso para seguir disfrutando la vida con ánimo y alegría. 

El corolario es: Si permanecemos, a pesar del aburrimiento, finalmente aprenderemos a disfrutar de su presencia. Podrá haber un montón de horas aburridas, pero persevere. No claudique. Las cosas más grandes de la vida, aquellas cosas que contienen valores eternos, siempre cuestan mayor esfuerzo. Así, el aburrimiento es un precio barato para alcanzar su gloria. ¡No se aburra y disfrute de su presencia! Fuerte y animoso abrazo.

Columnista
21 octubre, 2022

El aburrimiento

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Valerio Mejía Araújo

“…El espíritu de la verdad está dispuesto, pero el cuerpo es débil”. San mateo 26,41. Se define el aburrimiento como ese “déjame estar”, ese cansancio interior, ese estado de ánimo negativo por falta de estímulo o distracción, o por molestias reiteradas. Es la expresión del sentimiento de tristeza, impotencia e inadecuación frente al fracaso en […]


“…El espíritu de la verdad está dispuesto, pero el cuerpo es débil”. San mateo 26,41. Se define el aburrimiento como ese “déjame estar”, ese cansancio interior, ese estado de ánimo negativo por falta de estímulo o distracción, o por molestias reiteradas. Es la expresión del sentimiento de tristeza, impotencia e inadecuación frente al fracaso en el alcance de nuestras metas.

Esto que ocurre normalmente en la vida diaria, también ocurre en la oración y en el tiempo que procuramos pasar en la presencia de Dios. En la historia del epígrafe, aun los doce apóstoles se durmieron en la hora en que Jesús más los necesitaba. Así, habrá días en los que sentimos una conexión especial con Dios, pero también habrá otros, inexpresivos, aburridos, que parecen destinados a ser inútiles y perdidos. 

En ocasiones, en nuestra debilidad y fragilidad, dejamos de alcanzar la clase de conexión con Dios que nuestros corazones anhelan. La pregunta del millón es: ¿Qué hacer cuando nos aburrimos en nuestros tiempos de oración? ¡De todas maneras, ore! ¡Persevere, cumpla su compromiso, abúrrase, aguántelo! No permitamos que nada nos convenza o nos desvíe, ni siquiera el aburrimiento. 

Queridos amigos: necesitamos tomar una vital decisión: Dedicar nuestras vidas a la amistad con Dios. En la lluvia o en el sol, en los días buenos y en los malos, cuando es fácil y cuando es difícil. Cuando las cosas salen bien y cuando hay trancones y problemas en el camino. Pero, especialmente, cuando nos sentimos particularmente débiles frente a alguien o algo, ese es el momento para acudir a Dios y permanecer delante de él, a pesar del aburrimiento. 

Propongo desactivar las artimañas del enemigo para cargarnos con culpa y vergüenza respecto a nuestro tiempo a solas con Dios. Incluso, las mismas normas religiosas tratan de decirnos que somos hipócritas cuando, en realidad, estamos inmersos en el mismo peregrinaje que los santos hombres de Dios atravesaron antes que nosotros. Seamos francos: a veces, la oración es aburrida y el estudio de su palabra es pesado como ladrillo. Pero, aun así, si permanecemos y esperamos que Dios nos toque con su Espíritu y nos fortalezca con su Palabra, quedaremos enganchados sin más pretensiones que el disfrute de su dulce amor. 

Ahora, tengo buenas noticias: cuando perseveramos en la comunión con Dios, la relación se torna agradable y los días malos son cada vez menos. Además, una vez que cruzamos el umbral del aburrimiento, la emoción de estar en su presencia lo llena todo y obtenemos un nuevo impulso para seguir disfrutando la vida con ánimo y alegría. 

El corolario es: Si permanecemos, a pesar del aburrimiento, finalmente aprenderemos a disfrutar de su presencia. Podrá haber un montón de horas aburridas, pero persevere. No claudique. Las cosas más grandes de la vida, aquellas cosas que contienen valores eternos, siempre cuestan mayor esfuerzo. Así, el aburrimiento es un precio barato para alcanzar su gloria. ¡No se aburra y disfrute de su presencia! Fuerte y animoso abrazo.