La fuga de Aida Merlano dejó en evidencia el funcionamiento de un Estado tomado por la corrupción y la politiquería. Una joven ambiciosa y sin escrúpulos, capaz de hacer lo que sea para ascender en el sucio mundo de la política y el poder, utilizando su inteligencia y su belleza, arranca como mochilera compra-votos y […]
La fuga de Aida Merlano dejó en evidencia el funcionamiento de un Estado tomado por la corrupción y la politiquería. Una joven ambiciosa y sin escrúpulos, capaz de hacer lo que sea para ascender en el sucio mundo de la política y el poder, utilizando su inteligencia y su belleza, arranca como mochilera compra-votos y logra escalar hasta senadora, todo un proceso para engañar a las clases más vulnerables de donde ella proviene; fue amante de Julio Gerlein, le servía porque era su ficha para obtener muchos contratos; también tuvo una relación cercana con Alex Char y logró posicionarse en la costa como una líder con mucho carisma; fue aliada del parapolítico de Bolívar, William Montes, cuando comenzó a crecer. Pero hasta ahí llegó su buena suerte, porque los políticos de clanes usan personas como Aida para enriquecerse, nunca para que los sobrepasen. Entonces, se unieron todos y la denunciaron, lo que dio como resultado la operación Casablanca, cuando la capturaron por compra de votos, a sabiendas de que todos en Barraquilla acuden a esa sucia practica como aseguró el cura Bernardo Hoyos: “Los Gerlein, Los Char, los Cepeda, Laureano Acuña, Álvaro Aston en fin todos”, y se lucieron con la que creía tener todo controlado y el mundo a sus pies, ese mundo que se le vino al piso por celos, intrigas y odios entre esos clanes políticos nauseabundos en los cuales abunda el arribismo, la lujuria y la codicia. Algo que no solo sucede en el Atlántico, ocurre en toda la costa Caribe, la gran mayoría compra votos en manos de mochileros y refuerzan en el sistema de la Registraduría, así se ganan las elecciones.
A Aida la condenan a 15 años porque sus patrocinadores la dejaron sola, pensaron que todo estaba solucionado y que cuando ella saliera libre, ya todo estaría olvidado, pues no, se les voló y hoy está a punto de prender un ventilador que, de entrada, acaba con la carrera presidencial de Alex Char y detrás del mejor alcalde de Colombia, 98% de popularidad en una tierra que poco les importa la corrupción, se van unos cuantos. Por eso es que Aida debe reconsiderar su huida, en el mundo de hoy, con cámaras en todas partes, con una recompensa jugando en su contra y, además, una persecución del Estado al estilo Pablo Escobar, es muy difícil escapar; como si fuera poco, ella tiene un alto reconocimiento público. Así que llegó la hora de hablar, lo que está haciendo la Fiscalía al presionarla con la captura de su hija, es bajo y preocupa, porque demuestra que la institución está usando sus peores armas. Lo que debe hacer, es exigir garantías para su entrega y denunciar, no sólo revelar cómo funcionaba la red de mochileros de barrio, lo grueso son los grandes contratos y las coimas que se manejaron en los últimos 12 años en Barraquilla, donde hubo obras, pero también asignaciones a dedo y feria de contratos para amigos y miembros de esta tenebrosa red. Si se queda callada, será peor, la persecución será inclemente.
La fuga de Aida Merlano dejó en evidencia el funcionamiento de un Estado tomado por la corrupción y la politiquería. Una joven ambiciosa y sin escrúpulos, capaz de hacer lo que sea para ascender en el sucio mundo de la política y el poder, utilizando su inteligencia y su belleza, arranca como mochilera compra-votos y […]
La fuga de Aida Merlano dejó en evidencia el funcionamiento de un Estado tomado por la corrupción y la politiquería. Una joven ambiciosa y sin escrúpulos, capaz de hacer lo que sea para ascender en el sucio mundo de la política y el poder, utilizando su inteligencia y su belleza, arranca como mochilera compra-votos y logra escalar hasta senadora, todo un proceso para engañar a las clases más vulnerables de donde ella proviene; fue amante de Julio Gerlein, le servía porque era su ficha para obtener muchos contratos; también tuvo una relación cercana con Alex Char y logró posicionarse en la costa como una líder con mucho carisma; fue aliada del parapolítico de Bolívar, William Montes, cuando comenzó a crecer. Pero hasta ahí llegó su buena suerte, porque los políticos de clanes usan personas como Aida para enriquecerse, nunca para que los sobrepasen. Entonces, se unieron todos y la denunciaron, lo que dio como resultado la operación Casablanca, cuando la capturaron por compra de votos, a sabiendas de que todos en Barraquilla acuden a esa sucia practica como aseguró el cura Bernardo Hoyos: “Los Gerlein, Los Char, los Cepeda, Laureano Acuña, Álvaro Aston en fin todos”, y se lucieron con la que creía tener todo controlado y el mundo a sus pies, ese mundo que se le vino al piso por celos, intrigas y odios entre esos clanes políticos nauseabundos en los cuales abunda el arribismo, la lujuria y la codicia. Algo que no solo sucede en el Atlántico, ocurre en toda la costa Caribe, la gran mayoría compra votos en manos de mochileros y refuerzan en el sistema de la Registraduría, así se ganan las elecciones.
A Aida la condenan a 15 años porque sus patrocinadores la dejaron sola, pensaron que todo estaba solucionado y que cuando ella saliera libre, ya todo estaría olvidado, pues no, se les voló y hoy está a punto de prender un ventilador que, de entrada, acaba con la carrera presidencial de Alex Char y detrás del mejor alcalde de Colombia, 98% de popularidad en una tierra que poco les importa la corrupción, se van unos cuantos. Por eso es que Aida debe reconsiderar su huida, en el mundo de hoy, con cámaras en todas partes, con una recompensa jugando en su contra y, además, una persecución del Estado al estilo Pablo Escobar, es muy difícil escapar; como si fuera poco, ella tiene un alto reconocimiento público. Así que llegó la hora de hablar, lo que está haciendo la Fiscalía al presionarla con la captura de su hija, es bajo y preocupa, porque demuestra que la institución está usando sus peores armas. Lo que debe hacer, es exigir garantías para su entrega y denunciar, no sólo revelar cómo funcionaba la red de mochileros de barrio, lo grueso son los grandes contratos y las coimas que se manejaron en los últimos 12 años en Barraquilla, donde hubo obras, pero también asignaciones a dedo y feria de contratos para amigos y miembros de esta tenebrosa red. Si se queda callada, será peor, la persecución será inclemente.