Hay conclusiones muy preocupantes de los Pisa. Una, lo estamos haciendo mal, a pesar de los esfuerzos presupuestales que realizamos desde hace años.
Nos fue muy mal en las pruebas PISA 2022. En matemáticas, 383 puntos, estamos muy por debajo del promedio de la OCDE (472), levemente por encima de Latinoamérica (373) y bajamos en relación con la última prueba en 2018 (391). En ciencias, 411 puntos, también muy inferior en relación con la OCDE (485), por encima del promedio latinoamericano (399) y un punto por debajo del 2018 (412) y cinco en relación con el 2015 (416). En lectura, 409, abajo del promedio de la OCDE (476), algo por encima de Latinoamérica (399), y tres puntos abajo de 2018 y del 2009 (412).
Hay conclusiones muy preocupantes de los Pisa. Una, lo estamos haciendo mal, a pesar de los esfuerzos presupuestales que realizamos desde hace años. Dos, que el conocimiento en matemáticas es desastroso: el 71 % de los estudiantes no alcanza siquiera el nivel 2, es decir, no pueden ni siquiera interpretar y reconocer una situación simple como convertir a pesos una moneda diferente. El 69 % de la OCDE puede hacerlo. Y menos del 1 % de los colombianos estuvo entre los mejores en Matemáticas, niveles 5 y 6.
Tres, en Ciencias y Lectura estamos apenas un poco mejor. El 51 % de nuestros estudiantes no alcanza el nivel 2, muy por debajo de la OCDE (76% en ciencias y 74% en lectura), y solo el 1 por ciento está en los niveles 5 o 6.
Cuatro, que nuestro sistema educativo no está cerrando la brecha socioeconómica. En Matemáticas, los estudiantes que están en el 25 % de hogares con mejores ingresos superaron en 79 puntos en promedio a los del 25 % inferior, una brecha estable desde 2012.
La situación económica de los padres sigue siendo el mejor predictor de resultados, con lo que se hace inocua la promesa que le estamos haciendo a los jóvenes de que estudiar es la mejor herramienta de movilidad social. El camino para resolver el desafío no es eliminar la educación privada. Eso sería condenar a todos a una mala educación.
Ese es el meollo: más allá de suplir los problemas que tenemos en cobertura, nos urge educación de calidad. En calidad la clave son los maestros. Y los buenos maestros no son los que tienen más títulos o los que saben más, sino aquellos que sacan de sus estudiantes los mejores rendimientos. Es así, a partir de los resultados de sus estudiantes, que deben evaluarse.
Ocurre que en Colombia la calidad de los maestros de la educación pública, con excepciones, es muy mala, y que, además, no se dejan evaluar (las de hoy son un chiste malo). Para rematar, el sistema público está en manos de Fecode, un sindicato que adoctrina y no educa, al que le importan un comino los estudiantes, que solo se preocupa por aumentar sus privilegios y cuyos directivos tienden a parecerse a una mafia. Cuando alguien se atreva a meterle el diente al Fomag, el fondo de pensiones del magisterio, se sabrá.
Por: Rafael Nieto Loaiza
Hay conclusiones muy preocupantes de los Pisa. Una, lo estamos haciendo mal, a pesar de los esfuerzos presupuestales que realizamos desde hace años.
Nos fue muy mal en las pruebas PISA 2022. En matemáticas, 383 puntos, estamos muy por debajo del promedio de la OCDE (472), levemente por encima de Latinoamérica (373) y bajamos en relación con la última prueba en 2018 (391). En ciencias, 411 puntos, también muy inferior en relación con la OCDE (485), por encima del promedio latinoamericano (399) y un punto por debajo del 2018 (412) y cinco en relación con el 2015 (416). En lectura, 409, abajo del promedio de la OCDE (476), algo por encima de Latinoamérica (399), y tres puntos abajo de 2018 y del 2009 (412).
Hay conclusiones muy preocupantes de los Pisa. Una, lo estamos haciendo mal, a pesar de los esfuerzos presupuestales que realizamos desde hace años. Dos, que el conocimiento en matemáticas es desastroso: el 71 % de los estudiantes no alcanza siquiera el nivel 2, es decir, no pueden ni siquiera interpretar y reconocer una situación simple como convertir a pesos una moneda diferente. El 69 % de la OCDE puede hacerlo. Y menos del 1 % de los colombianos estuvo entre los mejores en Matemáticas, niveles 5 y 6.
Tres, en Ciencias y Lectura estamos apenas un poco mejor. El 51 % de nuestros estudiantes no alcanza el nivel 2, muy por debajo de la OCDE (76% en ciencias y 74% en lectura), y solo el 1 por ciento está en los niveles 5 o 6.
Cuatro, que nuestro sistema educativo no está cerrando la brecha socioeconómica. En Matemáticas, los estudiantes que están en el 25 % de hogares con mejores ingresos superaron en 79 puntos en promedio a los del 25 % inferior, una brecha estable desde 2012.
La situación económica de los padres sigue siendo el mejor predictor de resultados, con lo que se hace inocua la promesa que le estamos haciendo a los jóvenes de que estudiar es la mejor herramienta de movilidad social. El camino para resolver el desafío no es eliminar la educación privada. Eso sería condenar a todos a una mala educación.
Ese es el meollo: más allá de suplir los problemas que tenemos en cobertura, nos urge educación de calidad. En calidad la clave son los maestros. Y los buenos maestros no son los que tienen más títulos o los que saben más, sino aquellos que sacan de sus estudiantes los mejores rendimientos. Es así, a partir de los resultados de sus estudiantes, que deben evaluarse.
Ocurre que en Colombia la calidad de los maestros de la educación pública, con excepciones, es muy mala, y que, además, no se dejan evaluar (las de hoy son un chiste malo). Para rematar, el sistema público está en manos de Fecode, un sindicato que adoctrina y no educa, al que le importan un comino los estudiantes, que solo se preocupa por aumentar sus privilegios y cuyos directivos tienden a parecerse a una mafia. Cuando alguien se atreva a meterle el diente al Fomag, el fondo de pensiones del magisterio, se sabrá.
Por: Rafael Nieto Loaiza