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Columnista - 18 noviembre, 2013

Ecos sinfónicos

Por Rodolfo Quintero Romero  Intensa emoción produjo la actuación de la orquesta sinfónica de la Universidad Nacional en Valledupar. Los conciertos al aire libre, realizados este jueves y viernes pasado, contaron con numerosa asistencia. En la plaza del barrio 1 de mayo fueron insuficientes las mil sillas dispuestas. Igual sucedió en la plazoleta de la […]

Por Rodolfo Quintero Romero 

Intensa emoción produjo la actuación de la orquesta sinfónica de la Universidad Nacional en Valledupar. Los conciertos al aire libre, realizados este jueves y viernes pasado, contaron con numerosa asistencia. En la plaza del barrio 1 de mayo fueron insuficientes las mil sillas dispuestas. Igual sucedió en la plazoleta de la Gobernación.

En la escuela de Bellas Artes de la Universidad Popular se realizó un concierto didáctico que también contó con entusiasta concurrencia. En fin, unabuena demostración del impacto cultural que tendrá la Universidad Nacional en nuestra región y un gran acierto del Gobernador  de democratizar la cultura brindándole a la gente, sin distingos de clase,la oportunidad de disfrutar un espectáculo excepcional. Así se construye paz y reconciliación.

Los positivos comentarios de los asistentes corroboran la existencia de un público ávido de disfrutar la música clásica e ir más allá de los límites impuestos por nuestro folclor y tradición, sin que esto se traduzca en un desprecio a nuestros propios valores.

El talento musical de nuestro pueblo merece revelarse en otras expresiones de la cultura universal.Está demostrado que la educación musical sinfónica contribuye al rendimiento académico, fomenta la equidad de género, reduce la violencia intrafamiliar, la drogadicción y el alcoholismo. 

Contamos ya con el embrión de la orquesta sinfónica juvenil, organizada y dirigida por la fundación Batuta, con el apoyo de la Fundación Carboandes y la Alcaldía. Hay un potencial enorme entre nuestros niños y niñas. Solo falta el respaldo decidido del sector público y privado para conformar no una orquesta sino un movimiento sinfónico masivo, con miles de jóvenes involucrados.

A finales del siglo XIX Bogotá, con solo 100 mil habitantes, construyó dos escenarios para la presentación de zarzuelas, recitales, ballets y operas: el teatro Municipal y el Colón. Cartagena construyó su teatro Pedro de Heredia en 1912 cuando apenas contaba con 40 mil pobladores.

En Valledupar viven hoy 400 mil personas. ¿Demanda su población un teatro en donde se presenten conciertos, espectáculos y montajes teatrales, óperas y ballets? O, ¿Se satisfacen sus inquietudes culturales con la feria ganadera y el festival vallenato? Después de los conciertos mencionados, estoy seguro que la respuesta es positiva: lo recibirían con entusiasmo.

La ciudad necesita un escenario apropiado para estas expresionesdel arte. Hay que construir el teatro municipal de Valledupar. Señor gobernador: no es tarde aún, en sus manos está la decisión de hacer realidad este derecho ciudadano. No solo de acordeón viven los vallenatos.Los conciertos de la semana pasada así lo indican.

 

 

Columnista
18 noviembre, 2013

Ecos sinfónicos

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Rodolfo Quintero Romero

Por Rodolfo Quintero Romero  Intensa emoción produjo la actuación de la orquesta sinfónica de la Universidad Nacional en Valledupar. Los conciertos al aire libre, realizados este jueves y viernes pasado, contaron con numerosa asistencia. En la plaza del barrio 1 de mayo fueron insuficientes las mil sillas dispuestas. Igual sucedió en la plazoleta de la […]


Por Rodolfo Quintero Romero 

Intensa emoción produjo la actuación de la orquesta sinfónica de la Universidad Nacional en Valledupar. Los conciertos al aire libre, realizados este jueves y viernes pasado, contaron con numerosa asistencia. En la plaza del barrio 1 de mayo fueron insuficientes las mil sillas dispuestas. Igual sucedió en la plazoleta de la Gobernación.

En la escuela de Bellas Artes de la Universidad Popular se realizó un concierto didáctico que también contó con entusiasta concurrencia. En fin, unabuena demostración del impacto cultural que tendrá la Universidad Nacional en nuestra región y un gran acierto del Gobernador  de democratizar la cultura brindándole a la gente, sin distingos de clase,la oportunidad de disfrutar un espectáculo excepcional. Así se construye paz y reconciliación.

Los positivos comentarios de los asistentes corroboran la existencia de un público ávido de disfrutar la música clásica e ir más allá de los límites impuestos por nuestro folclor y tradición, sin que esto se traduzca en un desprecio a nuestros propios valores.

El talento musical de nuestro pueblo merece revelarse en otras expresiones de la cultura universal.Está demostrado que la educación musical sinfónica contribuye al rendimiento académico, fomenta la equidad de género, reduce la violencia intrafamiliar, la drogadicción y el alcoholismo. 

Contamos ya con el embrión de la orquesta sinfónica juvenil, organizada y dirigida por la fundación Batuta, con el apoyo de la Fundación Carboandes y la Alcaldía. Hay un potencial enorme entre nuestros niños y niñas. Solo falta el respaldo decidido del sector público y privado para conformar no una orquesta sino un movimiento sinfónico masivo, con miles de jóvenes involucrados.

A finales del siglo XIX Bogotá, con solo 100 mil habitantes, construyó dos escenarios para la presentación de zarzuelas, recitales, ballets y operas: el teatro Municipal y el Colón. Cartagena construyó su teatro Pedro de Heredia en 1912 cuando apenas contaba con 40 mil pobladores.

En Valledupar viven hoy 400 mil personas. ¿Demanda su población un teatro en donde se presenten conciertos, espectáculos y montajes teatrales, óperas y ballets? O, ¿Se satisfacen sus inquietudes culturales con la feria ganadera y el festival vallenato? Después de los conciertos mencionados, estoy seguro que la respuesta es positiva: lo recibirían con entusiasmo.

La ciudad necesita un escenario apropiado para estas expresionesdel arte. Hay que construir el teatro municipal de Valledupar. Señor gobernador: no es tarde aún, en sus manos está la decisión de hacer realidad este derecho ciudadano. No solo de acordeón viven los vallenatos.Los conciertos de la semana pasada así lo indican.