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Columnista - 21 enero, 2021

Economía: 2021, el año de la incertidumbre

El covid-19 ha hecho “barrejobo” y ha dado para todo. Normalmente, en las primeras semanas del año, algunos economistas y analistas económicosse concentraban en los balances del año anterior, y en las proyecciones para el año siguiente, este 2021. Esta vez, me imagino que muchos estarán mirando mariposas por ahí, o avizorando aves de todos […]

El covid-19 ha hecho “barrejobo” y ha dado para todo. Normalmente, en las primeras semanas del año, algunos economistas y analistas económicos
se concentraban en los balances del año anterior, y en las proyecciones para el año siguiente, este 2021. Esta vez, me imagino que muchos estarán mirando mariposas por ahí, o avizorando aves de todos los colores, tamaños y formas, que engalanan los cielos de nuestro país. No hay
forma de hacer proyecciones…

Esta vez es más difícil la compleja misión de tratar de aproximarse a unas proyecciones. Será sustancial la reducción de la economía mundial,
con las consecuencias de la reducción en el comercio, el turismo y las finanzas en este mundo globalizado. Algunos países de Europa siguen con
cierres totales y parciales, esto tendrá un alto costo.

EE.UU, quien lo creyera, con muchos problemas de confianza en medio de una traumática transición de gobierno del republicano Donald Trump al demócrata Joe Biden. La economía espera ansiosa los ambiciosos planes
expansionistas de la nueva administración.

China, donde se inició esta pandemia, y a cuyo gobierno hoy se le acusa de no haberla anunciado oportunamente, sigue demostrando una gran
fortaleza como potencia económica. El sistema mixto sigue dándole buenos resultados y de su comportamiento dependerá, en buena parte, lo que le suceda a la economía mundial.

En el caso de América Latina, Alicia Bárcena, secretaria Ejecutiva de la Cepal, ha dicho que este año crecería un 3,7 por ciento en su PIB,
pero por rebote estadístico; sin volver a los niveles de 2019. Es decir, un panorama muy difícil.

Colombia presenta unas cifras dramáticas, pero alentadoras en medio de ese panorama. Nuestra geografía, nuestra idiosincrasia, y también
nuestras instituciones y políticas económicas muestran una economía con mucha resiliencia frente a las dificultades. Se espera una caída del 7 por ciento del PIB en 2020, lo que significa, en términos absolutos, cerca de 70 billones de pesos.

Una barbaridad. Nos empobrecimos más. Hoy somos más pobres que en enero de 2020. El PIB per-cápita, es decir, lo que vale el aporte
de cada colombiano que hace parte de la Población Económicamente Activa (PEA), cayó de US$6.422 a US$5.268, según los indicadores calculados por la redacción de la revista Semana-Dinero, edición 2016. Gravísimo.

La crisis ha golpeado a las familias, principalmente, obvio, a las más pobres; y a las empresas, en mayor o menor proporción. Será
necesario mantener estos programas de apoyo al sector productivo para evitar la pérdida de más empleos, y a las familias, para evitar que la
pobreza siga creciendo.

En esta ocasión, de la autodisciplina, de la cultura ciudadana, de cuidarnos con esmero, como al principio de la pandemia, dependerá que las cifras
de contagio y mortalidad no sigan creciendo y no
sea necesario volver a cerrar tantos sectores económicos. La pobreza y el hambre dejarían más muertos, insisto que el mismo covid-19. Este es
un tema de país, la reactivación debe estar por encima de la polarización política. Apostémosle a ello.

No obstante, me atrevo a opinar que la recuperación de la economía nacional durará entre tres y cinco años. Y, tarde o temprano, será
necesaria una reforma fiscal, como bien la ha llamado el presidente Iván Duque Márquez, para poder aumentar los recaudos de impuestos y
aumentar y reasignar el gasto público, para hacer los ajustes necesarios y apoyar esa reactivación. Este debe ser un propósito de país, por encima de intereses políticos de coyuntura. ¿Será mucho pedir?

Columnista
21 enero, 2021

Economía: 2021, el año de la incertidumbre

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Carlos Alberto Maestre

El covid-19 ha hecho “barrejobo” y ha dado para todo. Normalmente, en las primeras semanas del año, algunos economistas y analistas económicosse concentraban en los balances del año anterior, y en las proyecciones para el año siguiente, este 2021. Esta vez, me imagino que muchos estarán mirando mariposas por ahí, o avizorando aves de todos […]


El covid-19 ha hecho “barrejobo” y ha dado para todo. Normalmente, en las primeras semanas del año, algunos economistas y analistas económicos
se concentraban en los balances del año anterior, y en las proyecciones para el año siguiente, este 2021. Esta vez, me imagino que muchos estarán mirando mariposas por ahí, o avizorando aves de todos los colores, tamaños y formas, que engalanan los cielos de nuestro país. No hay
forma de hacer proyecciones…

Esta vez es más difícil la compleja misión de tratar de aproximarse a unas proyecciones. Será sustancial la reducción de la economía mundial,
con las consecuencias de la reducción en el comercio, el turismo y las finanzas en este mundo globalizado. Algunos países de Europa siguen con
cierres totales y parciales, esto tendrá un alto costo.

EE.UU, quien lo creyera, con muchos problemas de confianza en medio de una traumática transición de gobierno del republicano Donald Trump al demócrata Joe Biden. La economía espera ansiosa los ambiciosos planes
expansionistas de la nueva administración.

China, donde se inició esta pandemia, y a cuyo gobierno hoy se le acusa de no haberla anunciado oportunamente, sigue demostrando una gran
fortaleza como potencia económica. El sistema mixto sigue dándole buenos resultados y de su comportamiento dependerá, en buena parte, lo que le suceda a la economía mundial.

En el caso de América Latina, Alicia Bárcena, secretaria Ejecutiva de la Cepal, ha dicho que este año crecería un 3,7 por ciento en su PIB,
pero por rebote estadístico; sin volver a los niveles de 2019. Es decir, un panorama muy difícil.

Colombia presenta unas cifras dramáticas, pero alentadoras en medio de ese panorama. Nuestra geografía, nuestra idiosincrasia, y también
nuestras instituciones y políticas económicas muestran una economía con mucha resiliencia frente a las dificultades. Se espera una caída del 7 por ciento del PIB en 2020, lo que significa, en términos absolutos, cerca de 70 billones de pesos.

Una barbaridad. Nos empobrecimos más. Hoy somos más pobres que en enero de 2020. El PIB per-cápita, es decir, lo que vale el aporte
de cada colombiano que hace parte de la Población Económicamente Activa (PEA), cayó de US$6.422 a US$5.268, según los indicadores calculados por la redacción de la revista Semana-Dinero, edición 2016. Gravísimo.

La crisis ha golpeado a las familias, principalmente, obvio, a las más pobres; y a las empresas, en mayor o menor proporción. Será
necesario mantener estos programas de apoyo al sector productivo para evitar la pérdida de más empleos, y a las familias, para evitar que la
pobreza siga creciendo.

En esta ocasión, de la autodisciplina, de la cultura ciudadana, de cuidarnos con esmero, como al principio de la pandemia, dependerá que las cifras
de contagio y mortalidad no sigan creciendo y no
sea necesario volver a cerrar tantos sectores económicos. La pobreza y el hambre dejarían más muertos, insisto que el mismo covid-19. Este es
un tema de país, la reactivación debe estar por encima de la polarización política. Apostémosle a ello.

No obstante, me atrevo a opinar que la recuperación de la economía nacional durará entre tres y cinco años. Y, tarde o temprano, será
necesaria una reforma fiscal, como bien la ha llamado el presidente Iván Duque Márquez, para poder aumentar los recaudos de impuestos y
aumentar y reasignar el gasto público, para hacer los ajustes necesarios y apoyar esa reactivación. Este debe ser un propósito de país, por encima de intereses políticos de coyuntura. ¿Será mucho pedir?