Hoy viernes 25 de septiembre se cumplen 31 años del atentado contra el hotel Hilton de Cartagena, el cual está ubicado en el imponente sector turístico del laguito en la ciudad heroica. En el año de 1989, se produjo este atentado, el cual, según las autoridades, fue ordenado por Pablo Escobar y Gonzalo Rodríguez Gacha en represalia al Estado colombiano, por la imposición de la extradición a los narcotraficantes a Estados Unidos.
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En ese nefasto suceso fallecieron dos ilustres médicos Vallenatos: Manuel Gutiérrez Acosta y Germán Vargas Lobo, quienes asistían a un congreso Panamericano de Gastroenterología que tenía como escenario el centro de convenciones Cartagena de Indias. Como se recordará, el atentado dejó dos muertos y un herido de gravedad, al igual que un grave daño para la industria turística de nuestro país ante los ojos de la comunidad internacional, al verse afectada la imagen de la ciudad de Cartagena, por haber sido blanco de un ataque narcoterrorista, lo cual ubicó a nuestro país en la lista negra como destino turístico de alto riesgo para visitar.
El autor material del brutal atentado hizo detonar un artefacto explosivo compuesto de una carga de 18 kilos de dinamita, justamente en el sexto piso del hotel; es decir, en la mitad del edificio. La explosión se sintió alrededor de las 7:30 de la noche y ocasionó que los vidrios del edificio se esparcieran hasta 500 metros a la redonda de las instalaciones del hotel y además generó un incendio que fue controlado rápidamente por los bomberos de la ciudad.
En la mañana del 25 de septiembre de 1989, se presentó en la recepción del Hotel Hilton, un caballero, acompañados de una dama y un niño de 5 años. Solicitó una habitación para hospedarse, y le asignaron una en el sexto piso marcada con el número 640, la cual correspondía a un lujoso cuarto. Al interior de dicha habitación, sin que nadie percibiese nada extraño, el terrorista se había dado a la tarea de armar la bomba al finalizar las horas de la tarde, después de dejar encendida dos mechas lentas, para activar la bomba, abandonó el hotel con la serenidad propia del turista que sale simplemente a dar un paseo por la ciudad.
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Nunca se supo cómo pudo desconectar los circuitos de alerta de incendio, evitado que el humo de las mechas disparase las alarmas contra incendio. A la fecha de hoy día sigue siendo un total misterio como logró desconectarlas; 6 habitaciones arrasadas, un herido de gravedad y dos cadáveres, era el único testimonio de lo ocurrido.
El médico Vallenato que logró salvarse de ese atentado fue José Manuel Romero Churio, quien escribió sobre este hecho, una columna que fue publicada en un importante periódico capitalino, la cual en uno de sus apartes dice: “… el 24 de septiembre de 1989, llegamos en la noche y nos alojamos en el hotel Hilton, donde teníamos reservaciones. Después de cenar, decidimos dar un paseo nocturno por la ciudad y nos acostamos temprano. Al día siguiente en horas de la mañana, nos trasladamos al Centro de Convenciones de Cartagena, donde se llevaba a cabo el evento académico”.
El médico Gutiérrez Acosta, había dejado a su hija enferma en Valledupar, quien padecía una crisis de anemia falciforme. Él convidó a los médicos José Manuel Romero Churrio y a Germán Vargas Lobo, para regresar al hotel, con el fin de poder comunicarse con su familia en Valledupar y tener noticias de la evolución del estado de salud de su hija. Por ello, regresaron a su habitación en el hotel. Manuel Gutiérrez Acosta, llamó por teléfono, mientras Germán Vargas Lobo y José Romero Churio encendieron el televisor, para ver las noticias deportivas, donde pasaban los goles que le hizo la selección de fútbol del Ecuador al equipo de Paraguay, dentro de las eliminatorias con miras al mundial de fútbol a celebrarse en Italia 1990 y que llevaron a Colombia a disputar el partido de repechaje contra la selección de Israel.
Después de ver esos goles, se le dio por entrar al baño al médico José Romero Churio, con el propósito de acicalarse y arreglarse un poco para verse más tarde, con su hermano Hernán, que vivía en Cartagena y que, por razones laborales de ese momento trabajaba en el mismo Hotel Hilton, donde estaban alojados en ese instante. Estando en el baño, fue cuando explotó la bomba.
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El médico José Romero Churio, se logró salvar, pero la onda explosiva lo dejó con graves heridas en su cuerpo y afortunadamente logró ser evacuado del sitio de la explosión por su propio hermano Hernán Romero Churrio y conducido a un centro hospitalario, para su atención de urgencia. Sus dos compañeros de habitación murieron de manera instantánea y las autoridades locales, para poder hacer la inspección técnica a los cadáveres, con el fin de poder reconocer la identidad de las dos víctimas que produjo el atentado, se apoyaron en los médicos vallenatos: Walter Arias Almenares y Luciano Aponte, quienes también asistían al mismo congreso panamericano de gastroenterología, pero no se alojaron en el hotel Hilton y lo hicieron en otros hoteles diferentes, ubicados en las inmediaciones a las instalaciones del Centro de Convenciones de Cartagena de Indias.
Para la comunidad Vallenata, estas dos víctimas perpetradas por el demencial narcoterrorismo promovido por Pablo Escobar, dejaron huérfanos y viudas, en dos prestantes familias Vallenatas que tuvieron que rehacer sus vidas, sin contar con el afecto y protección de sus padres.
POR: JOSÉ RAFAEL DAZA ARIAS/EL PILÓN