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Columnista - 3 abril, 2018

¿Dónde están los líderes?

En las últimas contiendas electorales han vencido los medios económicos aliados con los medios de comunicación, y no serán derrotados mientras el debate de las ideas continúe relegado por la violencia, la polarización, el miedo inducido y la indiferencia, el resumen de nuestra historia. Por todas partes se habla de ultraderecha y castrochavismo, y muy […]

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En las últimas contiendas electorales han vencido los medios económicos aliados con los medios de comunicación, y no serán derrotados mientras el debate de las ideas continúe relegado por la violencia, la polarización, el miedo inducido y la indiferencia, el resumen de nuestra historia.

Por todas partes se habla de ultraderecha y castrochavismo, y muy pocas personas son capaces de explicar dichos conceptos. Tenemos una ausencia profunda, acentuada y notoria de líderes. En el medio no hay una figura inspiradora que sea capaz de generar conciencia.

Desde hace muchos años no escuchamos una frase que se convierta en lema y venza al abstencionismo. Los jóvenes han olvidado la hazaña de aquel movimiento estudiantil que dio origen a la séptima papeleta, distraídos por el fútbol y las redes sociales. Nos hemos convertido en aquello que Noam Chomsky llama “el rebaño desconcertado” que piensa que la democracia se reduce a ejercer el derecho al voto, un domingo cada cuatro años donde se elige a “la clase dirigente minoritaria”, es decir, los mismos con las mismas. ¿Cómo entramos a este laberinto sin salida?

El psicoanalista y filósofo humanista Erich Fromm afirma que el hombre de la posguerra le tiene pavor a su libre albedrío y antes de asumir las consecuencias de sus actos prefiere someterse al autoritarismo, al consejo de expertos como las encuestas y a la influencia de la publicidad que desemboca en consumismo. Una de las posibles soluciones es reconocer que solo hay un significado para la vida: el acto de vivirla, un acto que se consuma entrando en contacto con lo humano y tomando decisiones racionales aunque estos dos aspectos han ido perdiendo importancia y fuerza en la era de la Civilización del Espectáculo donde lo más importante es el entretenimiento, el placer y la dispersión aún por encima de la educación.

Los colombianos somos expertos degradándonos en seres irracionales que deshumanizan y degradan al otro. Un ejemplo claro fue lo sucedido en plena Semana Santa en Bogotá, cuando Hernando Zabaleta Echeverry insultó a una mujer policía que le impuso un comparendo por mal parqueo. Entre amenazas de destitución, las ínfulas de grandeza del personaje y la típica frase coralibe de “Usted no sabe quién soy yo”, todos los colombianos pudimos ver un homenaje a la estupidez que rayó en la locura, y lo más preocupante: Zabaleta Echeverry aspiró a la Cámara de Representantes y obtuvo casi 17 mil votos. Ojalá nos preguntemos si Zabaleta Echeverry es el prototipo de los nuevos líderes. Ojalá sintamos miedo y vergüenza.

Columnista
3 abril, 2018

¿Dónde están los líderes?

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Carlos Liñan Pitre

En las últimas contiendas electorales han vencido los medios económicos aliados con los medios de comunicación, y no serán derrotados mientras el debate de las ideas continúe relegado por la violencia, la polarización, el miedo inducido y la indiferencia, el resumen de nuestra historia. Por todas partes se habla de ultraderecha y castrochavismo, y muy […]


En las últimas contiendas electorales han vencido los medios económicos aliados con los medios de comunicación, y no serán derrotados mientras el debate de las ideas continúe relegado por la violencia, la polarización, el miedo inducido y la indiferencia, el resumen de nuestra historia.

Por todas partes se habla de ultraderecha y castrochavismo, y muy pocas personas son capaces de explicar dichos conceptos. Tenemos una ausencia profunda, acentuada y notoria de líderes. En el medio no hay una figura inspiradora que sea capaz de generar conciencia.

Desde hace muchos años no escuchamos una frase que se convierta en lema y venza al abstencionismo. Los jóvenes han olvidado la hazaña de aquel movimiento estudiantil que dio origen a la séptima papeleta, distraídos por el fútbol y las redes sociales. Nos hemos convertido en aquello que Noam Chomsky llama “el rebaño desconcertado” que piensa que la democracia se reduce a ejercer el derecho al voto, un domingo cada cuatro años donde se elige a “la clase dirigente minoritaria”, es decir, los mismos con las mismas. ¿Cómo entramos a este laberinto sin salida?

El psicoanalista y filósofo humanista Erich Fromm afirma que el hombre de la posguerra le tiene pavor a su libre albedrío y antes de asumir las consecuencias de sus actos prefiere someterse al autoritarismo, al consejo de expertos como las encuestas y a la influencia de la publicidad que desemboca en consumismo. Una de las posibles soluciones es reconocer que solo hay un significado para la vida: el acto de vivirla, un acto que se consuma entrando en contacto con lo humano y tomando decisiones racionales aunque estos dos aspectos han ido perdiendo importancia y fuerza en la era de la Civilización del Espectáculo donde lo más importante es el entretenimiento, el placer y la dispersión aún por encima de la educación.

Los colombianos somos expertos degradándonos en seres irracionales que deshumanizan y degradan al otro. Un ejemplo claro fue lo sucedido en plena Semana Santa en Bogotá, cuando Hernando Zabaleta Echeverry insultó a una mujer policía que le impuso un comparendo por mal parqueo. Entre amenazas de destitución, las ínfulas de grandeza del personaje y la típica frase coralibe de “Usted no sabe quién soy yo”, todos los colombianos pudimos ver un homenaje a la estupidez que rayó en la locura, y lo más preocupante: Zabaleta Echeverry aspiró a la Cámara de Representantes y obtuvo casi 17 mil votos. Ojalá nos preguntemos si Zabaleta Echeverry es el prototipo de los nuevos líderes. Ojalá sintamos miedo y vergüenza.